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Blogs / Cultura
Del tirador a la ciudad
Coordinado por Anatxu Zabalbeascoa

Triunfo y fracaso de las ciudades y 5: las personas y no los edificios

Anatxu Zabalbeascoa

Dharavi (Bombay) Foto: Prashanth Vishwanathan/Bloomberg/ Getty Images

¿Qué es la ciudad sino su propia gente? La pregunta la hizo William Shakespeare. Y hoy ni el urbanista más ciego ignora que las ciudades están hechas de carne y no de hormigón. “El contacto cara a cara conduce a una mayor confianza, una mayor generosidad y una mayor cooperación”, señala Glaeser. Somos las personas y nuestras rutinas las que llevamos vida a la calle y así seguridad y vitalidad a los barrios y futuro a las ciudades. Es cierto que la tecnología hace posible un alto grado de comunicación sin contacto. Sin embargo. “Para superar la necesidad humana de contacto cara a cara, nuestras maravillas tecnológicas tendrían que superar millones de años de evolución humana que nos han convertido en máquinas de aprender de la gente que tenemos al lado”, apunta el economista. Una urbe inteligente no puede construir fortalezas, no puede separar a la gente de la calle. Una ciudad que no crece corre el riesgo de expulsar a su población. Lo que sucede con la que crece demasiado depende de cómo esté organizada la comunicación entre la gente. Son los medios de transporte los que dibujan la forma de las ciudades.

Es verdad que Glaeser es un defensor de las personas, pero también es un tipo de gusto refinado. Así, sobre todo es defensor de las personas inteligentes y educadas. Y eso limita mucho el subconjunto. “Las personas inteligentes y emprendedoras son la fuente última del poder económico de una ciudad, y a medida que esas personas prosperan más, les importa más la calidad de vida”. El autor no es hipócrita, pero de la misma manera que resulta progresista cuando cita a quienes animan a romper las reglas del juego, se vuelve conservador y rígido cuando argumenta que en la ciudad uno puede pasar de la carencia a la superabundancia. Es cierto, uno sí puede, Carlos Slim lo hizo. Pero no se montan las teorías para describir lo que le sucede sólo a uno.

Glaeser asegura que en la mayoría de las ocasiones, delinquir significa que los pobres ser roban entre ellos y como receta contra la delincuencia recomienda duras condenas: “Los astronómicos índices de asesinatos de ciudades latinoamericanas como Río y Bogotá se explican por su bajo índice de condenas. En Estados Unidos, alrededor de un 50% de los asesinatos acaban en condena. En Botogá y Río de Janeiro, menos del 10% de los asesinos acaban en la cárcel”, cuenta. Y a veces, rozando la perogrullada, asegura que “la forma más sencilla de asegurar que una ciudad no sobreviva a una crisis económica es convertirla en una peligrosa tierra de nadie. Las calles peligrosas ahuyentarán a los trabajadores cualificados que son esenciales para el renacimiento de una ciudad”.

¿Crecer o no crecer, de eso se trata? Las soluciones que propone Glaeser se antojan ciertamente apocalípticas. De un lado quiere recuperar el castigo duro, de otro, propone la destrucción-transformación del patrimonio. Es decir la densificación de las ciudades existentes: “Si las metrópolis más atractivas no construyen más viviendas, corren el riesgo de convertirse en ‘ciudades boutique’ y de despojar de sus placeres y ventajas a todos menos a los más ricos”. Si una vivienda unifamiliar consume un 88% más de electricidad que un piso y si una familia de San Francisco emite un 60% menos de carbono que su equivalente en Memphis, es cierto que los datos avalan la apuesta por la densidad urbana del autor del blog Economix. El rascacielos más alto de Europa, la torre Commerzbank de Fráncfort, que diseñó Norman Foster, mide 259 metros de altura, menos que lo que medían los rascacielos que en Norteamérica se construyeron entre 1930 y 1933. Tal vez a Europa le ha llegado el momento de crecer socialmente o convertirse en lugar de vacaciones. Aunque… ojo con las vacaciones. El golfo pérsico podría adelantarse. Aunque Glaeser asegura que “no puede haber una ciudad abierta en un país cerrado”, también cuenta que, al igual que Las Vegas creció gracias a una oferta de placeres que eran ilegales en otros estados más restrictivos, Dubái podría crecer porque está relativamente desprovista de las restricciones religiosas que atenazan a una gran parte de la región en la que se encuentra.

Comentarios

Digaselo a Herzog y De Meuron....( personas inteligentes, cultivadas aunque pretendidos urbanistas : La Suisse - portrait urbain ; Studio Bâle ETH Zurich )Esto es eugenesia social (rancia...NO conservadora) Prefiero a mi viejo Marc Bloch en materia de historia economica y social...
EL rio Colorado no llega prácticamente al oceano Pacifico. Entre las varias causas, la principal es la irrigacion y las "necesidades" en agua de de 30 millones de habitantes a 600 litros por persona/dia de media...( mas algun simulacro de batalla de piratas, de canales venecianos y otras maravillosas fuentes en medio del desierto...Nothing to learn from Las Vegas )
Consumo de agua en Barcelona : 116 litros por persona/diaLink el Pais : http://www.elpais.com/articulo/cataluna/Barcelona/cola/consumo/agua/grandes/urbes/elpepuespcat/20071017elpcat_11/Tes

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