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Blogs / Cultura
Del tirador a la ciudad
Coordinado por Anatxu Zabalbeascoa

La tumbona salvadora

Anatxu Zabalbeascoa

La empresa levantina Gandía Blasco se dedicaba a hacer mantas y alfombras hasta que, hace poco más de una década, comprobó el éxito de unas tumbonas encargadas al arquitecto Ramón Esteve. Fue José Gandía el que realizó el encargo al proyectista para amueblar su vivienda en Ibiza. Lo hizo porque ninguna otra pieza de mobiliario exterior conseguía la pureza de líneas que él perseguía. Y, tras comprobar la repercusión mediática de la fotografía de esas piezas únicas, este empresario-diseñador vio un filón. Pensó que podía haber más gente como él: descontenta con el mobiliario para exteriores. Fue así como el dueño de esta empresa familiar detectó el vacío en mobiliario exterior de líneas puras que existía en el mercado. Luego, no se lo pensó dos veces.

Le planteó a su padre un relevo generacional radical: además de alfombras y mantas producirían parasoles, mesas y tumbonas.

Ha bastado una década para que esta firma de Ontinyent abriera locales propios en Milán y en Nueva York. Y menos aún para que multiplicase sus ventas y exportaciones. .

 Durante casi tres lustros todo ha ido sobre ruedas. Patricia Urquiola, Ramón Esteve o el propio Gandía han firmado algunos de los productos de un catálogo internacional que ha permitido correr riesgos a los más reconocidos (Urquiola diseñó la alfombra trenzada Mangas, inspirada en los jerseys tejidos a mano que llevaba de niña), pero también reconocer el talento en los que están empezando, (el colectivo Odosdesign ideó el parasol Ensombra de lamas desplegables).

Todo iba sobre ruedas hasta que llegó la crisis que todo lo cuestiona. Y, tras años de catálogos de muebles blancos de líneas puras, en Ontinyent se dieron cuenta de que algo tenía que cambiar para que todo siguiera igual. La respuesta para ese encaje de bolillos no llegó de la mano de uno de los diseñadores estrella sino de las ideas de uno de los más estables proyectistas nacionales. La Tumbona Flat de Mario Ruiz les ha salvado económicamente el año. Se ha convertido en su pieza más vendida. Y ha llegado a mercados en los que antes no habían conseguido entrar. ¿Por qué triunfa un producto? El director de diseño de Gandía Blasco, Pablo Gironés, y el propio diseñador Mario Ruiz nos cuentan su versión de los hechos.

Pablo Gironés, director de diseño de Gandía Blasco.

¿Qué ofrecen las mesas, butacas y tumbonas Flat comparados con otros productos del sector? Teníamos un mercado muy consolidado, pero nuestra colección era demasiado “plana”. Un producto recordaba a otro. Todo era parecido y monocromático. La mayor novedad de la serie es el color bronce de las estructuras.

 ¿Tan importante es un cambio de color? El bronce ha sido clave porque abre nuevos mercados que antes no cubríamos. Podemos llegar a clientes que antes ni siquiera nos miraban, o si lo hacían, no les interesábamos. Por ejemplo al propietario de una casa rústica. El color es fundamental, lo que primero se ve. Pero la clave es que es un producto menos rompedor, más exigente y hecho en España.

  ¿Han abierto algún nuevo mercado? Llegó un pedido muy importante de Montenegro, pero lo importante ha sido el crecimiento lineal en todo el mercado.

 ¿Qué lección sacan del éxito? Que hay que arriesgarse especialmente en momentos difíciles como el actual. 

 Mario Ruiz, diseñador:

¿Qué ofrece su serie comparado con otros productos del sector? Es equilibrada y flexible. Convive bien con diferentes tipos de espacios y de público. Tiene una estructura muy liviana, un concepto formal esencial y una incorporación importante de tejido. Todo eso hace una colección de muebles amables, en su apariencia y en su funcionamiento, sin provocar un enorme impacto visual.

 Es un producto continuista con la trayectoria de Gandía Blasco y, al tiempo, supone un punto de inflexión en su historia. Nace en un momento de competencia feroz en el mundo del mueble de exterior, con muchas colecciones que muestran sofisticados ejercicios estéticos. Yo creo que, precisamente, eso es lo que no tiene Flat. Quiero pensar que esa es su ventaja, algo que el usuario final agradece. Existen muchas colecciones de muebles de exterior en el mercado, pero tienen pocas piezas y mucha personalidad. Flat es lo contrario: un programa con infinidad de soluciones y es un producto silencioso, discreto.

 ¿Qué supone en su trayectoria? Es un momento en el que importan los hechos y la venta de un producto es un hecho incuestionable. Significa que todas las partes han hecho bien su trabajo. Aunque Flat ha recibido varios premios, el verdadero reconocimiento es que la gente lo quiera, y más en un año como 2010.

Es tan fácil que un producto no funcione aunque tenga muchos factores a favor… La línea que separa el éxito del fracaso es tan frágil que la conclusión que sacas cuando ocurre lo que nos ha pasado es que ha existido una gran sintonía, una fuerza constante en la misma dirección. Que todas las partes han trabajado para conseguirlo.

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