¡Qué desperdicio!
Este país malgasta a los jóvenes con preparación y talento y arruina los bolsillos y las esperanzas de los que tenemos ganas de poner en marcha empresas
Hablaré en plural y no por modestia, sino porque en todo esto ha estado, y está, conmigo mi socio, para exponer un lado diferente de la crisis. Después de llevar media vida trabajando en comunicación y medios, sobre todo impresos, nos decidimos a crear nuestra propia empresa y dar forma a nuestro sueño de tener una pequeña "productora de medios" (creo recordar que ustedes comenzaron siendo algo así).
Sin apoyo de nadie, y no es que no lo pidiéramos es que "no tenéis la edad para entrar en ese proyecto", o "necesito un aval", o "no puedo financiarte eso porque con el ladrillo gano el triple en un año" (cómo me gustaba esa), nos pusimos manos a la obra y en un año teníamos unas buenas instalaciones en el centro de Málaga y un proyecto en marcha. Todo lo que teníamos ahorrado y dos tercios de nuestros sueldos, que no llegaba a 1.500 euros, era destinado a construir nuestro negocio. Como es lógico, nuestros empleados no tenían por qué saber eso.
Al año siguiente teníamos una empresa saneada, con una línea de descuento en una gran entidad financiera y crédito para seguir añadiendo oxígeno al proyecto; que ya contaba con dos cabeceras propias y medios impresos y digitales, además de un aula de formación para reciclaje de profesionales. A estas alturas nuestra plantilla la componían 15 personas.
Entonces los del ladrillo empezaron a no ganar "el triple", y de eso pasaron a perder el doble. En una provincia como Málaga, el ladrillo y el turismo lo mueven todo; pero el turismo es estacional, de modo que la actividad empresarial se quedó sin motor.
Y casi de un día para otro nos quedamos con la mitad de los clientes. Tuvimos que empezar entonces a ajustar aquello que únicamente podíamos ajustar: nuestro personal. Y fue en ese momento cuando me di cuenta de lo que estaba haciendo este país con una inmensa cantidad de personas.
Como en todas las empresas, hemos tenido empleados mejores y peores; pero todos y cada uno de ellos han puesto su trabajo y su esfuerzo para que nuestro proyecto saliera adelante. Lo que pasa es que, además, algunos eran realmente buenos haciendo su trabajo. ¿Cómo le explicas a alguien que hace bien su trabajo que tienes que despedirlo? ¿Cómo le explicas a una persona con talento que tú no puedes aprovecharlo?
Eso es lo que está haciendo este país con varias generaciones. Por un lado está desperdiciando los jóvenes con preparación y talento y, por otro, está arruinando los bolsillos y las esperanzas de los pocos que tenemos ganas de poner en marcha empresas o ideas de negocio. En menos de dos años hemos desperdiciado más talento, energía y ánimo de lo que yo había visto en mis 41 años de vida.
Pero claro, es que yo ya no-soyunjovenencrisis@espais.es. Para la Administración ya no soy joven, tengo más de 35. Después de cerrar nuestro negocio, y de pagarle a todo el mundo, no tengo trabajo; no puedo seguir formándome, porque aquí el aprender se paga y porque los cursos de formación son para jóvenes desempleados; mi experiencia no le es útil a ninguna empresa, después de trabajar veinte años en medios; mi edad resulta ser un problema en todas las entrevistas, no lo entiendo; he tenido que pedir dinero a mis padres jubilados (manda huevos); mi socio casi pierde su casa...
Si conseguimos reponernos de ésta, España será el país con mejores psicólogos de Europa.
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