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La policía de Brasil encuentra 38 estatuas de la Virgen rellenas de droga

La Policía brasileña las ha encontrado en la favela de Corea, en Senador Camará, en los suburbios de Río de Janeiro. Son 38 estatuas de yeso de la patrona de Brasil, Nuestra Señora de la Aparecida. Estaban rellenas de lingotes de marihuana -como las de la serie Perdidos- y escondidas en un matorral de la favela.

Según la Policía, la droga llegó de Paraguay y las estatutas se rellenaron en Brasil. Las vírgenes habían sido específicamente diseñadas en Brasil con un hueco dentro para camuflar la droga. La Policía, sin embargo, no consiguió detener a los narcotraficantes que habían huido, probablemente avisados por gentes de la favela de la llegada de los agentes.

Un "sacrilegio"

Nuestra Señora de la Aparecida no es una cualquiera sino la virgen más amada por los brasileños. Ya son dos los papas que han visitado el famoso santuario al que durante todo el año llegan miles de peregrinos de todo el país. De ahí que la noticia haya sido calificada de "sacrilegio" por parte de los cristianos, que han considerado la acción de los traficantes de droga de ofensa a la fe.

Sin embargo, la "acción sacrílega" de los narcos tiene muchos antecedentes en la historia de este país. En las regiones mineras, durante el periodo colonial, se usaban estatuas de santos para hacer contrabando de oro y piedras preciosas escondiéndolos dentro de ellas. Existe incluso una expresión típica, santo de madera hueca, que se aplica a personas que externamente parecen virtuosas y en su interior son poco respetables.

Se sabe que la imaginación de los traficantes de droga es infinita, lo que normalmente agudiza la de los agentes, pero Brasil es un país profundamente religioso, donde no existen incrédulos. Todos creen en algo y todos respetan la religión de los otros. Ayer mismo, la candidata a las presidenciales, la ex guerrillera Dilma Rousseff asistió en el mismo día a una misa en el Congreso Eucarístico Nacional y a una reunión de Candomblé, la religión tradicional de origen africano, llevada por los esclavos negros. El uso por parte de los narcos de imágenes sagradas como escondijo de droga ha sido rechazado por toda la población y por los creyentes de cualquier culto religioso.

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