"No hay que tener miedo a la verdad"
Amnistía Internacional España tiene desde ayer nuevo presidente. Alfonso López Borgoñoz toma el testigo de Itziar Ruiz-Giménez a la cabeza de una organización cuya voz lucha por ser escuchada en todo el mundo como bandera en defensa de los derechos humanos y, también ahora, de los derechos económicos, sociales y culturales. Son muchos los retos que afronta la organización: las numerosas campañas, el uso de las nuevas tecnologías para captar más activistas y propagar el mensaje, y en el tema político, el caso Garzón, en el que López Borgoñoz ratifica que "en cualquier caso se ha de llegar a conocer y establecer la verdad". Hemos hablado con el nuevo jefe de AI España por teléfono, en su primer día en el cargo.
Pregunta. ¿Cómo ha sido su camino hasta ahora dentro de la organización?
Respuesta. Desde hacía 20 años era socio de la organización pero en 1995 di un paso pequeño al convertirme en activista de la misma. Fundé un pequeño grupo local de socios de AI en la comarca donde vivo, el Baix Llobregat, para llevar la memoria de los derechos humanos a nuestros convecinos y que fuesen capaces de apoyarnos con sus firmas o su esfuerzo. Posteriormente, hacia el año 2000 di un paso más y me metí en el Comité Ejecutivo de Cataluña, donde trabajé un par de años, fui presidente en Cataluña de la organización y luego estuve colaborando allí en la Comisión Internacional de su sección española. En 2005 me hice coordinador de la acción sobre Turquía, al tiempo que impartía clases en la escuela de seguridad pública de Mollet, y participaba en seminarios de lucha contra la tortura. En 2008 me presenté para miembro del Comité Ejecutivo España, y ahora he dado un paso más que es este, colaborar ejerciendo la presidencia de la entidad.
P. ¿Cuándo decidió que quería ser presidente?
R. Siempre me ha gustado estar en ese nivel de responsabilidades. Se presentaron las elecciones y pensé que podría estar bien postularme, que es un tipo de labor en la que podía proporcionar algo a mis compañeros. Y, afortunadamente, ellos creyeron que podía ser así. Al ser una candidatura única tampoco era demasiado complicado ser elegido, pero es favorable que de las 430 personas que tenían derecho a voto en la asamblea votaran a favor 390. Es decir, que ves que lo que has hecho hasta ese momento goza de la confianza de tus compañeros y que ellos te apoyan, te dan su cariño.
P. Cada presidencia dura dos años, ¿se postularía para otros dos años?
R. En principio no lo sé, porque llevo dos años en el Comité Ejecutivo en España, lo que sumaría ya cuatro años. En Amnistía estamos firmemente convencidos de que la renovación es buena, creemos que es muy importante que las cosas sean asumidas por otra gente porque creemos que es un principio democrático sano en sí mismo que, a medida que pasa el tiempo, se dé paso a otra gente que venga con otros planteamientos que enriquezcan a la organización. Podría presentarme para otro mandato, ya que hemos cambiado los reglamentos en la pasada Asamblea, pero no es fácil por lo que decía antes.
P. ¿Qué legado recibe de su predecesora Itziar Ruiz-Giménez?
R. Un legado y un regalo impresionante. Itziar es una persona con una capacidad de liderazgo con un amplísimo conocimiento de la problemática de los derechos humanos, con un saber moverse en la organización que es increíble, conoce a todos, todos la conocen, sabe al dedillo lo que es la problemática del movimiento internacional, no solo la parte española, y conoce perfectamente cómo funciona la sección. Ha dejado todo preparado. Ayer se aprobó el plan estratégico español del 2010 al 2016, que son las grandes líneas que vamos a seguir en la organización en los próximos siete años, para ver si alcanzamos las metas y poder evaluar las deficiencias y seguir avanzado. El legado de Itziar es una organización fuerte con más de dos millones de socios en todo el mundo, más de 60.000 en toda España y con una independencia económica que es nuestro principal valuarte. Las cuotas individuales cubren el 93-94% del presupuesto, y es lo que financia la organización. Es un legado, además de buen trabajo, de reconocimiento público que es importantísimo y espero poder mantenerlo a lo largo de los dos años.
P. ¿Cuáles son los principales retos que va a afrontar?
R. Hay una serie de retos que son muy importantes. Por un lado, la campaña que conocemos como Exige Dignidad, en la que hacemos hincapié en la lucha por los derechos económicos, sociales y culturales de las personas que viven en todo el mundo. AI es más conocida, en general, por su lucha por los derechos políticos y civiles, como la libertad de expresión, la lucha contra la tortura, pero hay otros igualmente importantes que deben ser protegidos. Lo que pretendemos es dar a las víctimas de violaciones de estos derechos la capacidad de poder reclamar, de obtener justicia y una reparación, que las personas culpables sean identificadas con nombres y apellidos al igual que los culpables de torturas. Los responsables directos de la pobreza, de la muerte de mujeres, tienen que ser detenidos y juzgados.
P. ¿Y a su juicio, qué fallas hay en Amnistía Internacional, qué es lo que no está funcionando?
R. Déjame que me lo piense. No siempre la gente tiene un conocimiento adecuado de cada campaña. Lo que hace más falta es una mayor educación en el tema de derechos humanos. Tenemos que ser capaces de influir en los Gobiernos y en los medios de comunicación, porque hay una serie de conceptos que tienen que ver más con la educación, que son básicos para entender que muchos problemas tienen una solución. Se echa de menos, por ejemplo, que los crímenes de lesa humanidad no sean perseguidos siempre.
P. ¿Cómo se está adaptando AI a las nuevas tecnologías para transmitir este mensaje y captar más activistas?
R. Ese es uno de los grandes retos que tenemos ahora, no solo nosotros sino también las grandes ONG. Los públicos cambian, en esta última asamblea hemos hablado de eso. Los sectores son diferentes, los jóvenes ya no miran las noticias en los soportes tradicionales sino en los nuevos soportes. Estamos atentos a la importancia de las redes sociales, hay mucha gente para la que es más cómodo el ciberactivismo. Es una manera más fácil de conectarse, de transmitirse sus inquietudes. Para nosotros es una política de comunicación básica.
P. ¿Cómo va a ser la campaña para entrar en redes sociales?
R. Ya estamos en ello. Tenemos en Facebook perfiles, no solo a nivel estatal sino a nivel internacional y a nivel autonómico, en los cuales hacemos publicidad de nuestras campañas. También tenemos presencia en Twitter. Poco a poco vamos implementando una estrategia amplia en esto. Hay que decir también que nuestras posibilidades son finitas y en las estrategias de comunicación en estas nuevas redes no siempre preferimos ir rápido, sino también tratamos de controlar el proceso para medir resultados. Con estos nuevos medios de comunicación es importante que las cosas se hagan con conocimiento. AI cumple 50 años en 2011 y ya tenemos medio siglo de experiencia con la prensa tradicional. Internet es más nuevo y va cambiando continuamente y nos toca reciclarnos un poco para ver en su momento qué nos puede servir para llegar a la gente, decirle qué está pasando y actuar en base a las investigaciones que hemos realizado.
P. Hay dos temas pilares en la política de AI España: el uso del velo y el caso Garzón ¿qué nos puede decir sobre estos temas?
R. En el caso del velo, decir que AI, como no podría ser de otra manera, está completamente a favor de la libertad de las personas en el uso de su indumentaria, a menos que haya razones objetivas para que en casos concretos se puedan poner algún tipo de restricciones, argumentadas, porque existe algún riesgo grave de violaciones religiosas o políticas. A nadie se le puede imponer que se ponga el pañuelo, y al contrario. La gente tiene derecho a elegir su indumentaria en cualquier parte del mundo, aquí como en cualquier país del norte de África.
Con respecto al tema Garzón, creemos que, al igual que hemos estado persiguiendo los crímenes de lesa humanidad en muchos países de América, África y en Europa, también hay que perseguirlos cuando se hayan cometido en España. Los principios del derecho internacional son aplicables en nuestro ordenamiento jurídico y están por encima de las normas de nuestro país. No hay que procesar a la gente que investiga estas violaciones, sino cambiar la ley. La ley es la que está equivocada no la conducta, porque una conducta que trate de conocer la verdad de conseguir justicia y trate de conseguir reparación sobre víctimas de derechos humanos no es algo equivocado. Lo equivocado son las normas que tratan de impedir eso. En el caso del juez Garzón, lo que nos interesa es reflejar precisamente lo equivocado que es poner obstáculos al conocimiento de esa verdad, al poder impartir justicia y al poder dar reparación a las víctimas y sus familiares. Lo equivocado no es tratar de saberlo sino poner trabas, impedir, obstaculizar, pretender olvidar, no solo en España sino en cualquier parte del mundo, en México, Argentina, Chile, Rusia o China. Por eso todos debemos luchar para que el caso no se cierre por una puerta falsa y para que la gente que ha cometido esos crímenes horrorosos no viva en la más completa impunidad. Cuando hablamos de reparación no se trata de que todo sea igual sino que sea tratado de forma adecuada de acuerdo a las normativas internacionales. No se trata de venganza sino de justicia.
P. En caso de que Garzón sea suspendido ¿Qué haría AI, cuál sería el siguiente paso?
R. No puedo ahora predecirlo porque todo eso depende de reuniones con compañeros y de una estrategia que muchas veces viene marcada a nivel internacional. Lo que sí puedo decir es que AI seguiría reclamando que los que merecen protección son las víctimas, nunca los verdugos. En cualquier caso, se ha de llegar a conocer y establecer la verdad, se ha de poder investigar y llegar a los mejores datos, y no hay que tener miedo a la verdad, independientemente de cuándo sucedieran los casos.
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