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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La atención de los alumnos es la clave

Todos los profesores han notado que a los estudiantes cada vez les resulta más difícil concentrarse

Andreu Navarra
Un aula escolar en Sevilla en una imagen de archivo.
Un aula escolar en Sevilla en una imagen de archivo.PACO PUENTES

Todos los profesores lo han notado. Cada vez les resulta más difícil a los alumnos concentrarse, prestar atención. La cuestión es central, porque ha llegado un momento en que ni adultos ni jóvenes parecen ser capaces de analizar sus propios impulsos, de separar lo que es “estrés” de lo que es actividad mental, y la atención es la clave de la crisis en la enseñanza por la sencilla razón de que si en un aula prácticamente nadie presta atención, no podremos mejorar nuestras propuestas pedagógicas.

Dicho de otro modo: ya podemos rompernos la cabeza imaginando mejores modos de enseñar o evaluar, porque nada surtirá efecto si no resolvemos antes esta cuestión central: la sociedad ha cambiado, los adultos hemos cambiado, y los jóvenes nos imitan. Si nos cuesta concentrarnos, más les costará a ellos.

Por esta razón me lancé como un halcón sobre el libro Educar la atención. Cómo entrenar esta habilidad en niños y adultos (Plataforma Actual), de Luis López González, de reciente aparición. Pocos libros pueden ser más oportunos en plena efervescencia de iniciativas pedagógicas. Como estudio de los mecanismos de la atención humana, el libro es claro y ameno, aunque a veces le perjudique el formato autoayuda. Pero si el objetivo era proponer actividades concretas para el desarrollo de la atención en estudiantes y público menos joven, el enfoque es el acertado.

El autor se pregunta, en la página inicial: “¿Es la falta de atención una moda, un drama o una epidemia?”, y lo mejor es que lo hace con naturalidad, sin palabras apocalípticas. Hay que tomar nota de lo que escribe López, basándose en investigaciones diversas: “Se graba con más fuerza lo que más atrae la atención, y esto puede ser una vivencia positiva, pero no necesariamente. Las cosas que cuestan y que piden autoexigencia, incluso los sentimientos contradictorios de abandono u obligatoriedad, también se anclan en la memoria”, lo cual indica que el esfuerzo sirve para avanzar, como comprobamos cada día los profesores, contra algunas teorías absurdas y caprichosas que se nos obliga a consumir.

Afirma el autor que “existe una función moral y ética en la llama de la atención”. Atendernos entre nosotros es cuestión de voluntad y de apetito de mejoramiento, humano y técnico. Y un poco antes: “La multitarea fue propuesta en un principio como solución a un problema productivo, pero ha acabado convirtiéndose en una auténtica patología”. Lo que los docentes sospechábamos, lo confirma López. Se pregunta el autor si existen planes y propuestas relacionadas con el entrenamiento de la atención. Me consta que algún centro lo está intentando. Aunque, como ha demostrado Gregorio Luri en su último libro, La escuela no es un parque de atracciones, la atención no puede entrenarse o estimularse flotando en la nada, sino que necesita un contexto específico ligado a los datos de alguna asignatura.

No hace falta indicar hasta qué punto, si ponemos el acento sobre el problema fundamental de la atención, se evaporan muchos discursos facilistas y bonistas hoy hegemónicos, lo cual nos permite localizar hacia dónde tiene que dirigirse la innovación auténtica.

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