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Tecnología
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Cómo podemos darle una vuelta a la competitividad europea entre todos

Los grandes cambios tecnológicos como la IA igualan las condiciones entre países y empresas

El robot viral de Unitree en el Mobile World Congress de Barcelona de este año.

La competitividad de Europa es un tema de conversación candente, y sigue siendo el centro de las prioridades para los ejecutivos europeos y españoles en sus hojas de ruta empresariales en 2025. El crecimiento y la productividad se están ralentizando en Europa y el continente se enfrenta a una continua falta de inversión en innovación, con un presupuesto asignado a investigación y desarrollo por debajo de los de Norteamérica y Asia-Pacífico.

El mundo está cambiando rápidamente. La mayoría de los líderes empresariales en España (78%) prevén más cambios en 2025 que el año pasado, en línea con la media europea (72%). Sin embargo, los europeos se sienten menos preparados para afrontarlos que sus homólogos norteamericanos. Esto es motivo de preocupación y, si no se toman medidas para afrontarlos, amenaza con obstaculizar el crecimiento del continente. Europa necesita actuar unida ahora para conservar su lugar en el escenario mundial. Afortunadamente, las soluciones están a nuestro alcance.

Los grandes cambios tecnológicos brindan la oportunidad de igualar las condiciones entre países y empresas. La generalización de la inteligencia artificial (IA) generativa, la tecnología más transformadora desde internet, puede hacer precisamente esto, dando a Europa la oportunidad de reinventarse y dar la vuelta a la tendencia de crecimiento ralentizado que presenta en la actualidad.

La IA tiene el poder de aumentar significativamente la productividad, incrementando las ganancias hasta en un 30% en algunos sectores. Estos beneficios no son hipotéticos; los líderes empresariales ya son conscientes de la oportunidad que supone. En 2025, el 89% de los altos directivos en España tienen previsto aumentar sus inversiones en IA generativa, un dato similar al europeo. Además, más de la mitad de los directivos europeos esperan ampliar el uso de IA en sus organizaciones, lo que supone un notable salto con respecto a 2024.

Si se aplica eficazmente, puede cambiar las reglas del juego de la productividad y la innovación. Pero la tecnología no es un as en la manga. La forma en la que las empresas aplican la IA generativa es más importante que si lo hacen o no. Para aprovechar todo su potencial, Europa debe centrarse en adoptar esta tecnología de forma que se dé prioridad a las personas, se genere confianza y se erradiquen los silos.

La IA no es una solución en sí misma; es una herramienta que puede propiciar resultados asombrosos, pero solo cuando las personas están dotadas de las habilidades, los conocimientos y la capacitación para utilizarla bien. En Europa, hasta el 44% de las horas de trabajo tienen un alto potencial de automatización mediante IA generativa. Sin embargo, actualmente, la inversión en tecnología supera con creces la inversión en las personas. Las organizaciones gastan tres veces más en tecnología e IA que en formar y capacitar a sus empleados para que puedan sacar el máximo partido de las nuevas tecnologías. Hay que corregir este desequilibrio urgentemente. La mejora de las cualificaciones de los trabajadores debe convertirse en una prioridad absoluta, con programas de formación que no sean puntuales, sino iniciativas continuas que sigan el ritmo acelerado de los avances tecnológicos. Todos los miembros de una organización, y no sólo los directivos, deben participar en esta transformación para que sus beneficios se materialicen plenamente.

Con la educación y la formación necesarias llega la confianza. Aunque los líderes empresariales se muestran optimistas sobre el potencial de la IA, muchos trabajadores no lo son. La preocupación por la seguridad laboral es generalizada; un tercio (36%) de los empleados europeos creen que la IA provocará reducciones de plantilla, por encima del 31% de los españoles que piensan lo mismo. Mientras tanto, a tres de cada cinco (60%) trabajadores de todo el mundo les preocupa que la IA provoque un aumento del estrés y el agotamiento.

No podemos ignorar estos miedos. Si no se abordan, ralentizarán la adopción de tecnología y limitarán su impacto. Las empresas deben cerrar esta brecha de confianza demostrando cómo la IA puede mejorar el trabajo en lugar de sustituirlo. Ofrecer una formación completa y establecer directrices claras y transparentes para el uso responsable de la IA puede ayudar a aliviar las preocupaciones. Más de la mitad de los empleados afirman que se sentirían más cómodos utilizando la IA si tuvieran acceso a estos recursos, lo que subraya la importancia de la educación.

Por último, la adopción fragmentada no responderá a las expectativas que muchos directivos han depositado en ella. Hoy en día, las estrategias de IA generativa suelen estar divididas, con equipos individuales que experimentan con la tecnología de forma aislada. Esto limita el impacto de la tecnología e impide a las empresas aprovechar todas sus ventajas, como el aumento de la productividad, la innovación, el crecimiento o la fidelización de sus clientes. Para tener éxito, las organizaciones deben adoptar un enfoque coordinado, desarrollando estrategias claras para la implantación de la IA y asegurándose de que cuentan con un núcleo digital en su base lo suficientemente flexible como para integrar nuevas tecnologías a velocidad y escala. Sin embargo, el despliegue de la IA no es solo un reto técnico, sino también organizativo, que requiere sistemas sólidos, colaboración entre departamentos y el compromiso de integrar la IA en todos los aspectos de las operaciones.

Europa, y España con ella, puede desempeñar un papel de liderazgo, siempre que se comprometa a crear un proyecto federado. Dicho proyecto, construido sobre nuevos modelos de cooperación, al menos entre los Estados miembros, debe abordar necesidades compartidas —tecnología, infraestructuras, energía, semiconductores, educación y formación— y mejorar el acceso al capital para fomentar el crecimiento de campeones europeos capaces de competir a escala mundial.

Las herramientas para triunfar están a nuestro alcance. Ahora es el momento de actuar.


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