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estados unidos
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El gran recorte de tipos de la Fed no ha sido político, era una decisión económica obvia

Los argumentos económicos a favor de una gran bajada eran muy sólidos y la Reserva Federal no se dejó intimidar

El presidente de la Fed, Jerome Powell, en la rueda de prensa del miércoles después de anunciar el recorte de tipos.
El presidente de la Fed, Jerome Powell, en la rueda de prensa del miércoles después de anunciar el recorte de tipos.SHAWN THEW (EPA/EFE)
Paul Krugman

En cierto sentido, podría decirse que la decisión del miércoles de la Reserva Federal de bajar los tipos de interés tuvo una importancia mínima. El tipo de interés que la Reserva controla más o menos directamente –el tipo de los fondos federales– es el tipo al que los bancos se prestan dinero unos a otros a un día. Y es difícil pensar en empresas o consumidores que vayan a cambiar sus planes porque el tipo de interés anualizado de los préstamos a un día haya bajado medio punto porcentual, desde alrededor del 5,5% a alrededor del 5%, lo que significa que, si se piden 1.000 dólares prestados, el reembolso al día siguiente baja 1,4 céntimos.

Pero ha sido una maniobra trascendental de todos modos. Para empezar, los cambios en los tipos de la Reserva Federal tienden a repercutir en los tipos de interés a largo plazo, que son los realmente importantes para la economía. Por ejemplo, la serie de subidas de tipos que la Fed emprendió en 2022 y 2023 elevó los tipos de interés de las hipotecas fijas a 30 años hasta casi el 8%, desde alrededor del 3%.

Y lo que es aún más importante, al empezar a recortar los tipos, la Fed –que empezó a subirlos en 2022 en un intento de controlar el aumento de los precios– ha declarado de hecho su convencimiento de que la guerra contra la inflación está ganada.

¿Por qué debería importarnos lo que piense la Reserva Federal? Déjenme que les cuente un secreto: Jerome Powell, el presidente del banco central estadounidense, y sus compañeros no tienen ninguna información privilegiada sobre el estado de la economía. (Vale, puede que les avisen con antelación si, por ejemplo, un gran banco está a punto de quebrar). La mayoría de sus decisiones se basan en los mismos datos sobre desempleo, inflación, etc. que están a disposición de cualquiera con una conexión a Internet.

Es cierto que la Reserva Federal cuenta con economistas muy inteligentes en su plantilla. Pero también hay muchos economistas inteligentes fuera de ella. La declaración implícita de que la inflación ha sido derrotada no será noticia para nadie que, por ejemplo, haya seguido a Mark Zandi de Moody’s o a Jan Hatzius de Goldman Sachs, que llevan meses diciéndonos que la inflación está bajo control.

Sin embargo, el papel político que desempeña la Reserva Federal le confiere cierta solemnidad, lo que significa que su opinión tiene un peso especial entre los inversores y, lo que quizá sea más importante, entre la opinión pública en general.

Por tanto, es importante que la Reserva Federal declare que la inflación ya no es un peligro. Pero esta buena noticia plantea dos preguntas.

En primer lugar, si la inflación está, como dijo Powell en su rueda de prensa, cerca del objetivo del banco central del 2%, ¿por qué él y sus compañeros no han recortado aún más los tipos?

El comité de la Reserva Federal que fija los tipos de interés, que se reúne ocho veces al año, normalmente los mueve gradualmente, un cuarto de punto cada vez. El gran debate antes de esta reunión era si se trataría de un recorte estándar de un cuarto de punto o, lo que obtuvimos de hecho, un recorte gigante de medio punto.

Pero en lugar de pensar en incrementos, supongamos que nos preguntamos únicamente qué nivel de tipos de interés tiene sentido en este momento. La inflación parece estar bajo control; los mercados laborales dan la impresión de debilitarse, con una tasa de desempleo todavía bastante baja, pero significativamente superior a su punto más bajo del año pasado, y un descenso de la contratación. En general, como afirmaba Powell en su rueda de prensa, el mercado laboral parece un poco más frío de lo que estaba en vísperas de la pandemia.

Sin embargo, el tipo de interés a un día estaba en el 1,75% a finales de 2019. Hay algunos argumentos dudosos en el sentido de que podemos mantener el pleno empleo a un tipo de interés algo más alto ahora; los participantes en la reunión del comité del miércoles pronosticaban de media que el tipo de interés se asentará en el 2,9%. Pero no he visto ningún argumento plausible a favor de un tipo “neutral” superior al 4% como máximo. Y, a pesar del enorme recorte, los tipos se mantienen en el 5%. ¿No debería la Reserva Federal actuar con mayor rapidez para normalizar los tipos (y minimizar el riesgo de recesión)?

En segundo lugar, ¿servirá la luz verde de la Reserva Federal para persuadir a más estadounidenses de que reevalúen el historial económico del presidente Biden? Experimentamos un estallido temporal de la inflación tras la pandemia de covid, pero también lo sufrieron casi todas las demás economías grandes, mientras que, en general, hemos registrado un crecimiento mucho mayor que el de nuestros homólogos. Y como han señalado los economistas de la Casa Blanca, nuestro éxito a la hora de reducir la inflación ha desafiado las expectativas de los expertos que insistían en que la desinflación requeriría un gran aumento del desempleo.

Sé que algunas personas no se conforman con volver a una inflación baja y quieren que recuperemos el nivel de precios al consumo anterior a la pandemia. Pero no podemos, y hasta el mero hecho de intentarlo sería una malísima idea. En el siglo pasado, solo un presidente dirigió un descenso significativo de los precios al consumo; se llamaba Herbert Hoover.

Lógicamente, la maniobra del banco central del miércoles es buena para Kamala Harris. Dará a los consumidores algún alivio directo en los costes de los intereses, y será señal de que ya hemos dejado atrás la inflación. Que Powell afirme, como hizo en su rueda de prensa, que la economía está en “buena forma” tiene que venirle bien a una candidata que forma parte del Gobierno que preside esa economía.

Y casi demasiado previsiblemente, Donald Trump se apresuró a insinuar que a lo mejor el banco central estaba “jugando a la política”.

Sin embargo, aunque la acción de la Fed seguramente tendrá consecuencias políticas, no fue una decisión política. Los argumentos económicos a favor de un recorte de tipos eran abrumadores; los argumentos a favor de un gran recorte eran muy sólidos. No hacerlo habría sido una decisión política. Y la Reserva Federal no se dejó intimidar para no actuar.


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