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Por qué el dinero saudí sale de compras por Europa

Los petrodólares del reino del desierto buscan activos en sectores estratégicos del continente para diversificar su economía y ganar influencia

El príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohammed bin Salman, en enero de 2023 en Riad.
El príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohammed bin Salman, en enero de 2023 en Riad.REUTERS
David Fernández

Solo un país en el mundo lleva por nombre el de la dinastía dominante. Se trata de Arabia Saudí y el clan al que rinde semejante homenaje es el de los Saúd. Durante décadas, el petro-Estado ha vivido en una especie de nirvana gracias a la lluvia narcotizante en forma de millones de dólares que le proporcionaban las enormes reservas de petróleo sobre las que se asienta. Esa complacencia que otorga el dinero gratis degeneró en un régimen anclado en el pasado, con altas dosis de corrupción y burocracia. Mientras sus vecinos del Golfo (que no siempre amigos) como Kuwait, Qatar, Emiratos Árabes o Baréin emprendían una diversificación de sus economías para reducir su dependencia de los combustible fósiles, Riad no movía ficha. Pero todo cambió en 2015. Ese año Salmán bin Abdulaziz accedió al trono saudí y poco después entregó las riendas del día a día en el reino del desierto a su hijo y príncipe heredero.

Mohamed bin Salmán, el verdadero poder fáctico de la actual casa de los Saúd, ha introducido pocos cambios sociales en un régimen que perpetúa las desigualdades, usa la represión sin límites contra la disidencia, margina a las mujeres y los homosexuales, y mantiene un visión religiosa ultraortodoxa. En cambio, la visión económica de este treintañero amante de la tecnología ha supuesto una revolución. Apoyado en una hoja de ruta denominada Vision 2030 quiere usar los petrodólares del país para adquirir participaciones en empresas occidentales. Una doble apuesta: por un lado, eliminar el riesgo de tener todos los huevos en una cesta llamada crudo; por otro, lavar la imagen del régimen con una nueva diplomacia del dinero. Debido al volumen de recursos que maneja y la mala reputación que arrastra el país, todas las inversiones que realiza causan un gran revuelo financiero y político.

En los últimos meses, Arabia Saudí ha acelerado sus maniobras para extender su influencia sobre activos estratégicos europeos en un significativo cambio del guion porque el reino siempre había tenido preferencia por Estados Unidos. Estos son algunos de los movimientos más llamativos.

Un gran fiasco llamado Credit Suisse

En otoño de 2022, el Saudi National Bank (SNB) pensó que poner dinero en una entidad centenaria como Credit Suisse era una apuesta segura. Por eso aportó 1.400 millones de francos en la ampliación de capital del banco suizo. Pocos meses después, en marzo de 2023, el castillo de naipes se vino definitivamente abajo. Y en parte el desencadenante fue el propio SNB. La crisis de los bancos regionales en EE UU hizo que los inversores pusieran en su diana a las entidades más débiles. Cuando se le preguntó al presidente de la firma saudí si podría más dinero en Credit Suisse lo negó rotundamente. Pocas semanas después, UBS se hizo con su rival a precio de saldo. 

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Sobre la firma

David Fernández
Es el jefe de sección de Negocios. Es licenciado en Ciencias de la Información y tiene un máster en periodismo por EL PAÍS-UAM. Inició su carrera en Cinco Días y desde 2006 trabaja en EL PAÍS, donde se ha especializado en temas financieros. Ha ganado los premios de periodismo económico de la CNMV, Citigroup, Aecoc y APD.

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