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‘Puzzle’: así es la batalla legal por una de las míticas discotecas de la Ruta del Bakalao

Un antiguo jefe de sala se apropió de la denominación y ahora pugna con la promotora de un festival

Discoteca Puzzle Valencia
Edificio que albergaba la discoteca 'Puzzle', en ValenciaMiguel Angel Flores (iStock) (Getty Images)

La CV-500 fue más que una carretera de la Comunidad Valenciana. En los 80 y 90, esta vía simbolizó una peregrinación de culto para los amantes de la noche y la música mákina, y que fue bautizada popularmente como la ruta del bakalao. Hoy, en un punto de esta calzada descansa el esqueleto de lo que fue Puzzle, uno de los santuarios de la música tecno de la zona. Varios anuncios de reapertura han sobrevolado al negocio desde su cierre en 2011, pero todos los proyectos para su relanzamiento han acabado en el cajón. La razón que torpedea la apertura es una guerra judicial por el uso de la marca. Un conflicto que enfrenta a un antiguo jefe de sala del local, a los padres del negocio y a la promotora del festival de música Medusa.

Para navegar en los entresijos de esta historia, donde se mezclan amistad, dinero y negocios, hay que remontarse a 1994. Como recoge una sentencia de la Audiencia Provincial de Valencia a la que ha tenido acceso EL PAÍS, en este año los dueños del local deciden registrar oficialmente la marca Puzzle y su carismático logotipo: un monigote con peto, cresta y cara enfadada cuyo cuerpo forma una Z. El logo, bautizado como puzzlito, acabaría estampado en llaveros, gorras, camisetas, mecheros y abanicos de la mítica discoteca. Con el tiempo pasaría a ser un símbolo. “Con la marca se vendía de todo, fue un negocio muy rentable”, rememora Luis Bonía, pinchadiscos de la sala entre el 1995 y el 1999, quien asegura que en una única sesión de 12 horas podían pasar por el local hasta 8.000 personas.

Pero las turbulencias comienzan en 2006. Los dueños se desvinculan del mundo de la noche y deciden ceder el uso temporal de la marca a uno de sus jefes de sala, Francisco Navarro. El operario, que guardaba amistad con uno de los dueños, registra Puzzle y a puzzlito a su nombre. En conversación con este medio, Navarro asegura que realiza este registro “sin ánimo de lucro” y solo para evitar que la marca caducase y fueran usurpadas por terceros. La oficina de marcas da el visto bueno al registro.

La discoteca echa el cierre en 2011, pero Navarro usa la marca de forma esporádica fuera de los muros de la discoteca, con varias fiestas homenaje por el litoral valenciano. En estos bolos utiliza la denominación Puzzle y su simbología. Hasta que, en 2017, entran en escena los promotores del festival Medusa y Zevra, quienes llegan a un acuerdo con los propietarios de la discoteca para, vitaminados por el factor nostalgia, relanzar el universo Puzzle.

Así, esta promotora comienza a organizar sus propios eventos y anuncia a bombo y platillo la inminente reforma y la reapertura de la discoteca Puzzle. Es en este punto cuando estalla el conflicto con Navarro, quien tiene registrada las marcas como propias y reclama su uso en exclusiva, o al menos llegar a un acuerdo. Por su parte, los promotores del Medusa alegan que cuentan con el beneplácito de los dueños originales, los auténticos propietarios de Puzzle, para organizar estas fiestas. El conflicto está servido.

Punto de no retorno

La situación llega a un punto de no retorno cuando la noche del 1 de diciembre de 2018 se organizan en Valencia dos fiestas por el 32 aniversario del local. Una es convocada por Medusa; la otra, en el otro extremo de la ciudad, la celebra Navarro. Pero las dos se publicitan como la única fiesta legal y oficial de Puzzle. “Uno contraprogramó la fiesta original solo para enviar el mensaje de que la marca era suya, lo que ya había ocurrido en 2017″, atestigua Bonía. Tras varias negociaciones frustradas para llegar a un arreglo amistoso, el culebrón por puzzlito acaba en tribunales.

Finalmente, la Audiencia Provincial de Valencia emitió una sentencia en febrero de este año donde dio la razón a los dueños del inmueble contra Navarro. Para los magistrados, y como recoge el fallo, queda claro que el ex jefe de sala registró “de mala fe” la marca Puzzle para garantizarse su explotación en exclusiva.

El extrabajador, reza el fallo, se excedió del pacto sellado con los propietarios del negocio, quienes le cedieron el negocio gratuitamente, y más tarde se vieron despojados de una marca que les pertenecía. Navarro asegura que nunca tuvo intención de lucrarse por este asunto. Entrando al detalle legal, la Sala razona que, si bien el ex jefe de sala consiguió el registro de las marcas a su nombre, la protección sobre el diseño artístico de puzzlito, como creación artística, seguía ligado a los dueños originales. Es decir, al estar en juego derechos de propiedad intelectual sobre el dibujo, estos prevalecen hasta 70 años tras la muerte de su autor.

En consecuencia, y por quedar patente para los magistrados la intención de Navarro de excluir a los auténticos dueños, sus registros devienen nulos. Es decir, es como si nunca hubiesen existido. El periplo por Puzzle vivió su último capítulo este miércoles. Según fuentes cercanas al caso, tuvo lugar una vista por una causa penal abierta a instancia de Francisco Navarro, donde reclamaba a los promotores del Medusa cuatro años de prisión y una indemnización de medio millón de euros por organizar una fiesta Puzzle. Pero la jueza dará carpetazo al asunto después de que las partes hayan desistido en sus acusaciones. Otra causa penal abierta por el mismo motivo también apunta archivo. Ello pondría punto final a una batalla legal por la mítica discoteca que ha durado cinco años.

Coto a los usurpadores

Belén Escuder Tella es abogada de Integral Legal Management S. L. y ha defendido los intereses de los dueños del local. Para ganar el caso, cuenta que fue esencial conservar "las facturas y los documentos de cesión de derecho de los diseñadores", claves para demostrar que los diseños eran propiedad de los dueños primigenios. Héctor Costa, abogado de los promotores del festival Medusa, recuerda, a la luz del caso, la importancia de registrar la marca de un negocio para evitar complicaciones. Si bien no siempre es fácil garantizar que otro no está usando la denominación a hurtadillas. Para evitarlo, agrega, entran en juego los agentes de marcas, profesionales cuya misión consiste en "realizar seguimiento y vigilancia para que otros no se aprovechen de la reputación ajena".


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