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estado del bienestar
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El viaje de la muerte de los Estados republicanos

La esperanza de vida es enormemente desigual en todas las regiones de Estados Unidos

covid
Valla publicitaria sobre la vacuna de refuerzo de la covid.Michael Siluk (Getty Images) (UCG/Universal Images Group via G)
Paul Krugman

El viernes de la semana pasada, los fideicomisarios de Medicare publicaron su último informe sobre la situación financiera del sistema, y contenía algunas buenas noticias inesperadas: los gastos son inferiores a las previsiones, y el Fondo Fiduciario del Seguro Hospitalario no se agotará tan pronto como se predijo. Pero una importante razón para esta mejora financiera era horripilante: la covid ha matado a un número considerable de beneficiarios de Medicare. Y las víctimas eran sobre todo personas mayores que ya sufrían graves y costosos problemas de salud. “Como consecuencia de ello, la población superviviente ha tenido un gasto inferior a la media”.

Ahora bien, la covid ha matado a mucha gente en todo el mundo, así que, ¿no ha sido esto un acto divino? No exactamente. Verán, Estados Unidos experimentaba una mayor disminución en la esperanza de vida cuando estalló la covid que cualquier otro país rico. Es más, mientras que la esperanza de vida se recuperó en muchos países en 2021, en Estados Unidos siguió descendiendo.

Y las pésimas cifras de la covid en Estados Unidos forman parte de una historia más amplia. No sé cuántos estadounidenses son conscientes de que, en las últimas cuatro décadas, nuestra esperanza de vida ha caído todavía más en relación con la de otros países avanzados, incluso países cuyos resultados económicos han sido malos según los indicadores convencionales. Italia, por ejemplo, ha sufrido una generación de estancamiento económico, básicamente sin crecimiento del PIB real per capita desde 2000, mientras que en Estados Unidos ha aumentado un 29%. Sin embargo, los italianos pueden esperar vivir unos cinco años más que los estadounidenses.

¿Qué explica el estilo de muerte estado­unidense? Parece que una gran parte de la respuesta es política. Una pista importante es que el problema de la muerte prematura no está distribuido uniformemente en todo el país. La esperanza de vida es enormemente desigual en todas las regiones de Estados Unidos. En las principales ciudades costeras no parece mucho peor que en Europa, pero en el sur y la zona interior del este sí lo es. ¿Y no ha sido siempre así? No. Las disparidades geográficas en materia de salud se han incrementado en las últimas décadas. Según la base de datos sobre la mortalidad, en 1990, Ohio tenía una esperanza de vida ligeramente más alta que Nueva York. Desde entonces, la esperanza de vida de Nueva York ha aumentado rápidamente, hasta casi converger con la de otros países ricos, mientras que la de Ohio apenas ha subido y ahora es cuatro años inferior a la de Nueva York.

Se han llevado a cabo numerosos estudios sobre las causas de este aumento de las disparidades. Un artículo de 2021 publicado en The Journal of Economic Perspectives analizaba varios motivos posibles, como la creciente concentración de estadounidenses con estudios superiores (cuyo estado de salud tiende a ser mejor que el de los que tienen menos estudios) en Estados que ya tienen un alto nivel educativo, y el incremento de las diferencias de ingresos per capita entre Estados. Los autores descubrieron que estos factores solo pueden explicar una pequeña parte de la creciente brecha en la mortalidad.

En cambio, afirmaban, la mejor explicación está en la política: “La explicación más prometedora para nuestros hallazgos son los esfuerzos de los Estados de ingresos elevados para adoptar políticas y comportamientos específicos con el fin de mejorar la salud desde al menos principios de la década de 1990. Con el tiempo, estos esfuerzos han reducido la mortalidad en los Estados de ingresos elevados más rápidamente que en los Estados de ingresos bajos, lo que ha provocado que las disparidades espaciales en la salud se hayan ampliado”.

Eso parece correcto. Pero ¿adoptaron los Estados de ingresos elevados políticas para mejorar la salud porque eran ricos y podían permitírselo? ¿O fue porque en los Estados Unidos del siglo XXI, los Estados de ingresos elevados tienden a ser políticamente progresistas y la política, más que el dinero en sí, explica la diferencia?

De hecho, existe una fuerte correlación entre cuánto aumentó la esperanza de vida de un Estado desde 1990 hasta 2019 y su inclinación política, medida según el margen de Joe Biden sobre Donald Trump en las elecciones de 2020, una correlación ligeramente más importante, según mis cálculos, que la correlación con los ingresos.

Existen varias razones para creer que el viaje de la muerte de Estados Unidos es mucho más político que económico. Una es la comparación con los países europeos, cuyas tendencias de salud han sido mucho mejores incluso cuando, como en Italia, sus economías han registrado malos resultados.

Otra es el hecho de que algunos de los Estados más pobres de Estados Unidos, con la esperanza de vida más baja, siguen negándose a ampliar Medicaid, a pesar de que el Gobierno federal cubriría la mayor parte del coste (y de que el no ampliarla está acabando con muchos hospitales). Esto indica que no mejoran la salud porque no quieren, no porque no puedan permitírselo.

Por último, desde el estallido de la covid, los habitantes de los condados de tendencia republicana han tenido muchas menos probabilidades de vacunarse y muchas más probabilidades de morir que los habitantes de los condados de tendencia demócrata, a pesar de que las vacunas son gratuitas.

Todo esto parece relevante a la hora de explicar nuestra época actual de guerra cultural, en la que muchos políticos republicanos elogian los valores rurales y republicanos, al tiempo que denigran los de las élites costeras. El gobernador de Florida, Ron DeSantis, por ejemplo, afirma que aunque creció en los alrededores de Tampa Bay, es desde el punto de vista cultural producto del oeste de Pensilvania y el noreste de Ohio. Por tanto, vale la pena señalar que la cultura que estos políticos quieren que todo Estados Unidos adopte parece tener un problema con una de las funciones más importantes de la sociedad: evitar que la gente muera temprano.

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