Depósitos seguros
La decisión adoptada para el Silicon Valley Bank debería venir acompañada de matices o condicionalidades para evitar excesos y riesgo morales
Tras un año de bonanza, tanto en las cuentas de resultados como en valoración por el mercado, con el viento a favor de las elevaciones de tipos de interés, la banca ha vivido días de auténtico infarto, exhibiendo una extraordinaria sensibilidad a episodios de deterioro de la confianza. Es así como un temblor en un banco de nicho en la costa oeste estadounidense irradiaba contagio, primero sobre la banca regional de aquel país, y también sobre un banco (Credit Suisse) localizado a 10.000 kilómetros de distancia y sistémico globalmente. Al contagio no han sido inmunes las acciones y las primas de riesgo crediticio de la práctica totalidad de bancos, despertando algunas reminiscencias de la crisis de Lehman Brothers.
La rápida, contundente y coordinada actuación (sin duda mucho más que en la crisis anterior) de bancos centrales y autoridades supervisoras ha conseguido frenar el contagio, dejando muy clara la prioridad absoluta de la estabilidad financiera. Esto implica trazar una nítida línea roja entre lo asegurado —los depósitos— y lo sometido a los vaivenes del mercado, en orden inverso a su prelación en términos de absorción de pérdidas, sin menoscabo de la pifia cometida por las autoridades suizas al saltarse ese orden entre acciones y bonos convertibles en la solución dada al Credit Suisse. En la garantía por parte de las autoridades estadounidenses para asegurar todos los depósitos del Silicon Valley Bank (SVB), y no sólo los inferiores a 250.000 dólares, se produce una ruptura de las reglas contractuales existentes en el mecanismo de garantía de los depósitos. La ruptura, en todo caso, no es nueva. En la anterior crisis, también en medio de un clima de desconfianza e inestabilidad financiera, se decidió incrementar el mínimo garantizado de depósitos (en España, de 20.000 a 100.000 euros) en la práctica totalidad de los países, poniendo de manifiesto que el límite a la garantía de los depósitos es una referencia móvil en casos de crisis excepcionales, en aras de preservar el bien supremo de la estabilidad sistémica.
El corolario que emerge de dicha consideración de blanco móvil es el que ha llevado a las autoridades estadounidenses a dejar entrever que esa garantía ilimitada de depósitos se haría extensiva, de forma individual, en caso de necesidad. Se pone la venda antes de la herida ante un contagio potencial adicional. Es una decisión acertada para preservar la estabilidad financiera, pero debería venir acompañada de matices o condicionalidades para evitar excesos y riesgo moral. El principal matiz, y visto lo ocurrido en SVB, debería ser una discriminación, en cuanto a las primas a pagar por el aseguramiento de los depósitos, en función de la volatilidad de estos: debería ser mucho más caro asegurar depósitos de importes elevados y alta remuneración que depósitos de pequeño importe, muy granulares y gran estabilidad —como es el caso en la mayoría de las entidades minoristas en España y Europa—.
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