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El regulador suizo defiende su decisión de no salvar a los bonistas de alto riesgo de Credit Suisse

Las autoridades helvéticas sorprendieron al permitir a los accionistas recuperar parte del dinero y penalizar a los dueños de bonos convertibles de la entidad absorbida por UBS, que lo perdieron todo

Credit Suisse
Una persona pasa delante de la sede de Credit Suisse en Hong Kong.LAM YIK (REUTERS)
Álvaro Sánchez

Uno de los movimientos más controvertidos de la absorción exprés de Credit Suisse por parte de UBS este domingo fue la decisión de las autoridades suizas de permitir que los accionistas recuperaran parte de su inversión, mientras los titulares de deuda de alto riesgo, conocida en el sector como cocos, lo perdieron todo. El orden es importante, porque marca una jerarquía de riesgo en la que los bonos solían estar por debajo de las acciones. Es decir, eran considerados un poco menos peligrosos. Al alterarlo, Suiza ha sembrado dudas sobre este instrumento financiero, utilizado por la banca para reforzar sus colchones de capital en momentos de crisis. Eso supone trastocar y encarecer un mercado valorado en más de 250.000 millones, en una decisión de la que se han desmarcado rápidamente el Banco Central Europeo y el Banco de Inglaterra. Por eso, este jueves el regulador Finma ha salido a dar explicaciones con un comunicado: defiende que tanto el folleto de emisión de los bonos como las normas federales respaldan ese paso, que hizo perder toda su inversión —unos 16.000 millones de euros— a sus propietarios, con grandes gestoras de activos como Pimco e Invesco entre los damnificados.

La Finma recordó que en el folleto de emisión de esos bonos sacados al mercado por Credit Suisse se recoge la posibilidad de que sean amortizados por completo en caso de que se produzca “un evento de viabilidad, en particular si se otorga apoyo extraordinario del Gobierno”, algo que sucedió en la operación de concentración de los dos mayores bancos suizos, que contó con préstamos extraordinarios garantizados con recursos públicos.

Además, alega que la Ordenanza de Emergencia del Consejo Federal también avala esa decisión y se puso en marcha apoyándose en dos artículos de la Constitución: el 184, que en su apartado tercero dice que el gobierno suizo podrá dictar decretos y resoluciones “cuando así lo requiera la salvaguardia de los intereses del país”; y el 185, que le da el poder de “dictar ordenanzas y resoluciones con el fin de contrarrestar las amenazas existentes o inminentes de perturbación grave del orden público o la seguridad interna o externa”. En ambos casos, sin embargo, deben ser de duración limitada.

La referencia a artículos constitucionales diseñados para momentos de importantes emergencias da una idea del terremoto al que se ha enfrenado el país con el colapso de Credit Suisse. Esos argumentos, sin embargo, serán rebatidos en los tribunales por algunos de los afectados. El gran beneficiado es UBS, que con la amortización automática se libra de cargar con la citada deuda de 16.000 millones de francos suizos en cocos, y pagará solo 3.000 millones por un rival que el viernes estaba valorado en 7.500 millones. Los bonos llegaban a pagar importantes intereses. La Finma ha informado de que son 13 los bonos perjudicados, nueve de ellos en dólares, tres en francos suizos y uno en dólares de Singapur. Su remuneración oscilaba entre el 3% y el 9,75%.

Para Germán López, director del máster de banca y regulación financiera de la Universidad de Navarra, el margen de Suiza no es el mismo que pueda tener la UE o EE UU. “Estamos ante una solución de país. En Suiza, igual que en otros países pequeños como Liechtenstein, Islandia o Andorra, los depósitos suponen una proporción muy grande respecto al tamaño de la economía. Eso provoca que cualquier inestabilidad ponga en riesgo también los depósitos asegurados”.

Los cocos son un instrumento que permite a la banca protegerse ante posibles turbulencias en su capital: cuando las reservas de una entidad en relación con sus activos se sitúan por debajo de un determinado umbral, los bonos convertibles ―como su nombre indica― se transforman automáticamente en acciones y contribuyen así a restaurar el capital deteriorado. Se trata de un tipo de deuda AT1, la que más riesgo tiene y, por tanto es la que mejor se remunera.

El director la Finma, Urban Angehrn, defendió en la nota que las medidas coordinadas entre el Ministerio de Finanzas suizo, el banco central suizo y el propio regulador se han demostrado efectivas para evitar el peor escenario, el de una caída incontrolada del banco. “El domingo se pudo encontrar una solución para proteger a los clientes, el centro financiero y los mercados. En este contexto, es importante que el negocio bancario de Credit Suisse continúe funcionando sin problemas y sin interrupciones. Ese es ahora el caso”, señaló en la nota el director de Finma, Urban Angehrn.

Desde el BCE insisten en que su enfoque es muy distinto. Andrea Enria, presidente del Consejo de Supervisión del BCE, subrayó esta semana que en la UE no contemplan cambiar la jerarquía para otorgar ventajas a los accionistas frente a los bonistas de alto riesgo. “Esta aproximación no es posible en el marco europeo”, afirmó. La presidenta del BCE, Christine Lagarde, también marcaba distancias, y recordaba el lunes que Suiza “no establece estándares en Europa”.


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Sobre la firma

Álvaro Sánchez
Redactor de Economía. Ha sido corresponsal de EL PAÍS en Bruselas y colaborador de la Cadena SER en la capital comunitaria. Antes pasó por el diario mexicano El Mundo y medios locales como el Diario de Cádiz. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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