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Una segunda vida para los excedentes agrícolas

Agrosingularity factura 1,2 millones fabricando ingredientes alimenticios a partir de descartes

Produccion agricola
La empresa elabora compotas y confituras a partir de las mermas de la producción agroindustrial.

En los botes de alcachofas suelen ir únicamente los corazones con una pequeña parte del tallo y el resto de la planta se descarta. Descartes como estos, la merma de la producción agroindustrial de diferentes cultivos, son la materia prima con la que Agrosingularity, nacida en 2019, elabora ingredientes para alimentación, como fibras y antioxidantes, con los que factura 1,2 millones de euros.

“No hay un momento ajá, por decirlo de alguna manera”, cuenta por teléfono Daniel Andreu, uno de los tres fundadores, sobre el origen de la compañía. Fue, más bien, un cúmulo de circunstancias. A la espera de su primer hijo, Andreu y su pareja decidieron dejar Barcelona y trasladarse a Murcia para estar más cerca de la familia. Este cambio geográfico trajo consigo un cambio profesional y el cofundador se desvinculó de la automoción, sector en el que llevaba años trabajando.

Al principio, Andreu se enganchó a un proyecto en cuya fundación había participado en 2012. “Nada que ver con este mundo tampoco”, recuerda. Estaba relacionado con el software para el sector del retail. “A los dos años, el proyecto no crecía y decido o deciden prescindir de mis servicios”.

Fue entonces, a finales de 2018, cuando comenzó a darle vueltas a una idea que más tarde se convirtió en Agrosingularity. Andreu habló entonces con Juanfra Abad, el segundo socio en subir a bordo, al que le pareció que lo que le contaba tenía sentido. Pero ninguno de los dos, reconoce, tenía formación técnica en el mundo de la alimentación, así que necesitaban un tercer pilar, que resultó ser Luis Rubio. “Tenía un bagaje muy grande”, dice Andreu. “Había trabajado para varias compañías, era consultor de seguridad alimentaria, es licenciado en biología… Tenía un conocimiento bastante más amplio que el nuestro”.

Y comenzó la aventura. La idea inicial era desarrollar un software que ayudara a los agricultores a monitorizar el precio de sus productos en destino para atajar las cadenas logísticas muy intermediadas. Esta visión mutó tras un encuentro “revelador” con un empresario del sector, que les permitió conocer su empresa al desnudo. “Y ahí es verdad que se nos iluminó la bombilla”, cuenta este cartagenero de 39 años. “A lo mejor, esto del software va a ser un poco difícil, porque enseñarle a un agricultor los precios en un destino era ponerle los colmillos largos porque no tiene capacidad de negociación ni de intervención”.

Con el conocimiento que ya empezaban a tener de los agricultores y fijándose en los problemas estructurales respecto a los subproductos y sobreproducción, pensaron en una solución para los excedentes más allá de destinarlos a alimentación animal. Vieron que había teoría sólida sobre el modelo por el que apostaron, pero que nadie lo había llevado a la práctica. A principios de 2020, emitieron la primera factura.

Llegaron al mercado en un buen momento, con una propuesta de valor, dice Andreu, muy disruptiva y un mensaje muy potente: su modelo circular permitía aprovechar una materia ya producida y evitar la emisión de CO₂. Desde entonces, la compañía se ha ido enfocando en dos líneas de producto: las fibras y los antioxidantes naturales. “Los dos principales sectores donde trabajamos a día de hoy es el que se considera panificación, que incluye panadería, panadería dura, confitería y preparados, como masa de pizza, y luego todo lo que es carne procesada”.

Proximidad

Toda su producción es de proximidad. Trabajan con materia prima con un ciclo de vida corto, por lo que debe ser procesada con rapidez y eso solo es posible estando cerca de los proveedores. Actualmente, Agrosingularity opera en plantas de Murcia y Segovia. Por el momento, su oferta, dirigida a empresas, ha convencido a 43 clientes. El 20% es responsable del 80% de la facturación, aunque su idea es equilibrar porcentajes.

La compañía, con 13 personas en plantilla y con resultado aún en negativo, espera alcanzar una facturación entre 2 y 2,5 millones en 2023. “Somos muy cautos, porque ya este año el mercado nos ha puesto en nuestro sitio”, cuenta el también consejero delegado. “Ha sido un año muy complejo, con subida de costes, disminución de márgenes, huelga transportes, falta de materiales…”. Un año después se han propuesto rondar los seis millones y en 2025 dar el gran salto con instalaciones propias.


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