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Cada español tira a la basura 28 kilos de comida al año, sobre todo salsas, carnes congeladas y legumbres

En 2021 se desecharon 1,2 millones de toneladas de alimentos, según el Ministerio de Agricultura, que ultima una norma contra el desperdicio en bares y supermercados

Miguel Ángel Medina
Alimentos caducados en el cubo de basura de un domicilio.
Alimentos caducados en el cubo de basura de un domicilio.Aitor Sol

En España se desperdiciaron el año pasado 1,2 millones de toneladas de alimentos, una cantidad un 8,6% inferior a la del año anterior. Esto significa que cada español tiró a la basura de media algo más de 28 kilos de comida, sobre todo salsas, carnes congeladas y legumbres, según el Informe del desperdicio alimentario del Ministerio de Agricultura, al que ha tenido acceso EL PAÍS. El departamento de Luis Planas considera que la reducción respecto a 2020 tiene que ver con un cambio de hábitos, la subida del precio de los alimentos y una mayor concienciación, entre otros motivos. El Gobierno quiere aprobar antes de final de año la ley de Prevención de las Pérdidas y el Desperdicio Alimentario, que contempla sanciones para bares, restaurantes o supermercados que no tengan un plan para evitar que los alimentos terminen en el contenedor de la basura.

Cada año, Agricultura actualiza los datos sobre la comida que se tira a partir de encuestas a 4.000 ciudadanos. En el último informe se muestra que los ciudadanos no aprovechan el 3,8% del total de alimentos y bebidas que han comprado para consumir tanto dentro como fuera de casa, una cifra ligeramente inferior a la del ejercicio anterior (3,9%). Este dato tan solo tiene en cuenta los consumidores finales, pero también se producen pérdidas en otras fases de la cadena, desde la producción y recolección, el transporte, la industria, la distribución... Sumando todas esas cifras, diversos estudios han llegado a la conclusión de que se pierde casi un tercio de los alimentos en el mundo. De hecho, un informe de la ONU del año pasado calculó que se desperdician alrededor del 17% de los alimentos, incluso sin contar las pérdidas generadas durante la producción y el transporte.

Los datos del ministerio muestran que tres de cada cuatro hogares (unos 13,18 millones) siguen tirando al cubo de la basura comida y bebida, y tan solo el 26% no lo hace nunca. Los productos que más veces acaban entre los desechos son las carnes congeladas (16,7%), las salsas (15,9%) y las legumbres (12%), seguidas de las frutas (7,3%) y los zumos (5,9%). Mientras, los momentos de mayor desperdicio fuera de casa son las comidas principales: el 42% del total se produce durante los almuerzos y el 21% durante las cenas.

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En cualquier caso, el desperdicio per cápita de los consumidores se ha reducido en 2021 (de 30,93 kilos por persona a 28,21). Agricultura explica esta mejora por un cambio de hábitos respecto al primer año de la pandemia, porque se permitió un trabajo más flexible tanto dentro como fuera de casa. Además, el departamento considera que la subida de precio de las materias primas ha llevado a que las comidas tengan un mayor valor percibido, mientras que la mayor concienciación ha llevado a una planificación más eficiente, todo lo cual ha tenido como resultado que se malgaste menos.

El ministro Luis Planas recuerda que el ministerio tiene en tramitación una ley de Prevención de las Pérdidas y el Desperdicio Alimentario —que se prevé entre en vigor a principios de 2023— que ayudará a reducir estas cifras. “En consonancia con las grandes líneas del Gobierno en materia de justicia social, protección ambiental y crecimiento económico, combatir el despilfarro de alimentos es un imperativo ético que debe implicar al conjunto de la sociedad, desde la producción hasta el consumo final”, señala.

Esa futura norma obligará a todos los agentes de la cadena alimentaria a elaborar un plan de prevención para evitar el desperdicio y contempla sanciones de hasta 60.000 euros para bares, restaurantes o supermercados que no cumplan con esta legislación. Esos planes de prevención deben jerarquizar el uso que se da a los alimentos antes de llegar al vertedero. El prioritario, explica el ministerio, debe ser el consumo humano mediante la donación a entidades como los bancos de alimentos. Las empresas estarán obligadas a suscribir convenios con las organizaciones receptoras que especifiquen las condiciones de recogida, almacenamiento y transporte. De no ser posible entregar la comida para el consumo humano, dichos alimentos se deben transformar en otros productos como zumos o mermeladas. La tercera opción es que sirvan para la alimentación animal. Los últimos usos que debe detallar el plan son la elaboración de subproductos industriales y el reciclado para obtener compost o combustibles.

Según Planas, luchar contra el desperdicio alimentario es “trabajar para beneficiar a la sociedad, sobre todo en momentos como el actual, en el que los alimentos se han encarecido como consecuencia del aumento de los costes de la energía y de las materias primas”. En su opinión, “ahora se hace más necesario que nunca implantar medidas que eviten el despilfarro de los recursos naturales y energéticos invertidos para la producción de alimentos y además evitamos generar más residuos con el consiguiente impacto ambiental, así como una banalización del trabajo de agricultores, ganaderos y pescadores”.

El ministro considera que la futura norma “trata de orientar la producción hacia un sistema más eficiente, más inteligente y más enfocado hacia la economía circular, y despertar la conciencia para encaminarse hacia un consumo más responsable”, porque “no hay alimento más caro que el que se tira a la basura”.

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Sobre la firma

Miguel Ángel Medina
Escribe sobre medio ambiente, movilidad -es un apasionado de la bicicleta-, consumo y urbanismo. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense, ha ganado los premios Pobre el que no cambia su mirada y Semana Española de la Movilidad Sostenible. Ha publicado el libro ‘Madrid, preguntas y respuestas. 75 historias para descubrir la capital’.

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