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Aenor certifica su expansión

La compra de Prysma es el primer paso de un plan con el que el grupo quiere elevar las ventas un 30% y ampliar su presencia en Latinoamérica

José Luis Aranda
Aenor
Inspección de Aenor en el almacén de una empresa.

Mucho ha llovido desde que en 1986 nació la Asociación Española de Normalización y Certificación, más conocida con el acrónimo Aenor. Una doble alma, la de la normalización y la de la certificación, que con el paso de los años avanzaría por caminos paralelos, pero separados. En 2017 se consumaría la divergencia con la escisión de la organización entre la Asociación Española de Normalización (UNE, el único organismo designado por el Gobierno para esa labor) y el negocio de certificación, de naturaleza más comercial y que preservó la marca Aenor. El resultado fue una empresa renacida, 100% participada por UNE, que ha estado preparándose durante el último lustro para un paso decisivo. El momento ha llegado: esta semana compró Prysma, una firma que supone ampliar la facturación de una tacada en más de un 10% y expone a las claras que la hoja de ruta de los próximos años pasa por la expansión.

La compañía evita confirmar detalles de la última operación, pero no esconde su satisfacción. “En el consejo de administración decidimos trascender a España y generar sociedades allá donde la empresa española iba: Latinoamérica sobre todo, pero también países como Portugal o Italia”, afirma Rafael García Meiro, el consejero delegado. Para ello, continúa, la firma se ha marcado un objetivo a alcanzar en 2025: “Si ves la facturación de Aenor, no se corresponde con la marca y necesitamos llevarla al entorno de 130 millones”, analiza.

La facturación de Aenor Internacional SA, el nombre completo de la empresa con sede en la calle Génova de Madrid, alcanzaba los 60 millones de euros en 2017 y superó los 85 millones en 2021, según las últimas cuentas consolidadas presentadas en el Registro Mercantil. Para este año, fuentes financieras de la compañía señalan que esperan situarse por encima de 94 millones. La cifra de negocio de Prysma, por su parte, se aproximó a los 10 millones con un beneficio de más de 800.000 euros. El ebitda rondó el millón, un dato importante para operaciones de adquisición como la que se acaba de llevar a cabo. Fuentes del mercado, por los multiplicadores que habitualmente se manejan en el sector, creen que la compra podría llegar a un coste total de 15 millones de euros.

Aenor presume de “un balance muy saneado”. “Nuestra vocación como sociedad anónima es generar resultado de explotación, pero no tenemos misión de enriquecer a los propietarios”, indica el consejero delegado. La peculiaridad de pertenecer a una asociación privada pero con finalidad pública, la UNE, ha hecho que durante años gran parte de las ganancias se hayan reinvertido en la digitalización de la compañía. Y con ese proceso ya casi completo, el nuevo destino para las ganancias es financiar la expansión. El pasado verano, la compañía recurrió al Mercado Alternativo de Renta Fija (el MARF) con una emisión de deuda equivalente a 25 millones, otra muestra del apetito comprador que tiene.

Ensayo previo

Antes de iniciar esta nueva fase hubo un ensayo. En 2021, Aenor tomó el control de Cámara Certifica, hasta entonces participada al 100% por la Cámara de Comercio de Madrid. Es una sociedad que factura menos de dos millones y en la que la cámara madrileña mantuvo un porcentaje significativo. Fue, por tanto, una operación menor, una especie de simulacro de integración empresarial con la intención de mantener la marca original y su objetivo de llegar a las pymes, un segmento al que Aenor alcanza con dificultad. Lo de Prysma, cuentan en el sector, es otra cosa. Aunque la fusión será paulatina: la marca y sus 120 empleados se mantendrán al menos durante un año como una unidad independiente.

La empresa recién comprada permitirá incorporar áreas de negocio en las que Aenor todavía no estaba presente, como la supervisión de grandes infraestructuras. Y la esperanza es aprovechar la marca y su presencia fuera de España para ayudar a internacionalizar esas actividades. Que uno más uno, en este caso, no sumen dos, sino mucho más cuando empiecen a producirse las sinergias.

Poco queda en la Aenor actual de aquellos inicios centrados en la verificación de procesos industriales. Actualmente, la compañía maneja alrededor de 500 soluciones de certificación que responden a 80 objetivos diferentes. Muchas de ellas centradas en sostenibilidad social o medioambiental, digitalización o gobernanza corporativa. Confianza es la palabra clave. Cualquier cosa en la que una empresa u organismo quiera transmitir fiabilidad a clientes, proveedores, competidores o a la sociedad en general, Aenor trata de impulsar un sello reconocible que ayude a ello.

Un ejemplo reciente fueron los certificados covid-19, que garantizaban que una empresa cumplía con los protocolos adecuados frente al coronavirus o que adoptaba medidas preventivas para impedir el contagio de sus trabajadores. García Meiro señala que esa solución “se compró mucho en Latinoamérica”. Fue un hito que ayudó a convencer al consejo del rumbo a seguir en esta nueva etapa de expansión. “La reflexión que hicimos es que se nos reconoce por nuestra creación de confianza en otros países y sociedades”, razona el ejecutivo.

Pero la estrategia reposa en una tendencia de más largo recorrido. Muchas empresas han acabado asimilando el modelo anglosajón de objetivos medioambientales, sociales y de gobernanza corporativa (conocido como ESG, por sus siglas en inglés). Y desde la Gran Recesión, que también fue una crisis reputacional para muchas compañías, el seguimiento de estas políticas se generalizó, especialmente entre las cotizadas, que tienen entre sus obligaciones la de informar sobre el cumplimiento de políticas ESG.

Sin contar con el aporte de Prysma, Aenor está presente en 90 mercados y cuenta con 850 empleados. Estos se reparten por 20 oficinas en toda España, además de en ocho países latinoamericanos, Italia, Portugal, Marruecos y China. Pero el eje de crecimiento está claro y su máximo ejecutivo lo define como “la creación de una plataforma iberoamericana de confianza durante los próximos 10 años”. El proceso, de acuerdo con fuentes financieras, ha sido arduo: se han analizado miles de compañías. El cribado dejó en el radar más de medio centenar de empresas. Además de encajar en el ámbito geográfico que se ha predefinido, también se valora si la actividad complementa bien el núcleo de negocio de Aenor o si aportan desarrollo tecnológico. Prysma ha sido la primera, pero hay negociaciones (algunas muy avanzadas) para que lleguen más.

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Sobre la firma

José Luis Aranda
Es redactor de la sección de Economía de EL PAÍS, diario donde entró a trabajar en 2008. Escribe habitualmente sobre temas de vivienda y referentes al sector inmobiliario. Es licenciado en Historia por la Universitat de València y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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