Enagás descubre nuevas vías de crecimiento
La crisis de suministro en Europa y la transición hacia energías renovables abren nuevos caminos para el gestor del sistema gasístico español
Aunque lleva en su nombre la materia prima que más ha subido en el año, el gas, estas meteóricas alzas, fruto de la invasión de Ucrania por parte de Rusia, el contexto geopolítico le afecta menos de lo que podría pensarse a su cuenta de resultados. La Empresa Nacional del Gas (Enagás), con una historia de 50 años, se dedica al transporte y la regasificación, y cuenta para ello con 12.000 kilómetros de gasoductos, tres almacenamientos subterráneos y ocho terminales de gas natural licuado. Además está presente en el negocio del gas en ocho países (EE UU, México, Perú, Grecia, Albania, Italia, entre ellos) y puede actuar como operador en cualquier país de Europa.
Su naturaleza de monopolio de facto en España —apenas compite con algunas pequeñas compañías muy locales de transporte de gas— condiciona su modelo de negocio. La mayor parte de su actividad, es decir, de sus ingresos, es regulada por la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC). Unos ingresos que provienen del recibo del gas que pagan los consumidores. Así, el marco regulatorio actual comprende el periodo 2021-2026 y, como indica la analista de Bankinter, Aránzazu Bueno, “el regulador recorta los ingresos ante una menor base de activos regulados ya que no son necesarias nuevas inversiones en la red española, y una menor RCS [Retribución por Continuidad de Suministro]”. Otra parte menor de sus ingresos no están regulados y proceden de sus negocios en el extranjero.
La compañía, que da empleo a 1.344 trabajadores, tiene unas credenciales en la Bolsa, donde se negocian sus acciones desde 2002, como un valor sólido —su capitalización es de 4.450 millones de euros— y previsible que encuentra su atractivo en el reparto de buena parte de sus beneficios (dividendos). Pero los problemas de suministro de gas que han afectado a Europa y la crisis energética junto con la necesaria transición hacia productos no contaminantes, abren nuevos caminos a Enagás. Una visión que sigue los pasos del plan REPowerEU que inició la Comisión Europea en mayo de este año con el fin de independizar a Europa de los combustibles fósiles rusos mucho antes de 2030 y adelantar la transición ecológica.
Arturo Gonzalo Aizpiri, consejero delegado de Enagás, apunta que el foco de la compañía “está en Europa como recoge el plan estratégico 2022-2030″. El directivo considera que a corto plazo “hay que garantizar” el suministro de gas en España y Europa, y “avanzar en la descarbonización”, impulsando el desarrollo de los gases renovables —hidrógeno y biometano—, “imprescindibles para alcanzar los objetivos de la UE en este ámbito”.
La venta de activos ha sido responsable en gran medida del crecimiento de un 15% de los beneficios en el tercer trimestre del año de Enagás, que fueron de 353,4 millones. Consiguió 250 millones de plusvalía por la desinversión en GNL Quintero en Chile y 50 millones por Enagás Renovable. Sin estas ventas, los resultados habrían caído un 17% por los mayores costes derivados de la inflación, los menores ingresos regulados y la menor contribución de su filial estadounidense Tallgrass. Asimismo, la compañía ha conseguido reducir su deuda neta en los primeros nueve meses del año hasta los 3.583 millones de euros frente a los 4.277 millones de euros en diciembre 2021. Una deuda que, según Enagás, no se verá impactada por la subida de tipos: el 80% está a tipo fijo con una vida media superior a los cuatro años. Ahora bien, como indica el analista de Renta 4, Ángel Pérez Llamazares, las nuevas inversiones “exigirán un fuerte apalancamiento que habrá que hacer con tipos más altos y eso penaliza a Enagás”.
El plan estratégico 2022-2030 presentado en julio preveía una inversión de 2.775 millones para asegurar el suministro y avanzar en los gases renovables, aunque dos meses después de anunciarlo el Gobierno acordó con Francia y Portugal el proyecto BarMar (tubería para transportar hidrógeno entre Barcelona y Marsella), lo que obligó a Enagás a reformular su plan. Arturo Gonzalo explica que el gas va seguir siendo imprescindible en el camino hacia un futuro neutro en carbono. “Hoy más que nunca estamos viendo cómo, gracias a la capacidad de las plantas de regasificación españolas que pueden traer gas natural licuado (GNL) de cualquier punto del mundo, España tiene un suministro seguro y diversificado. En lo que llevamos de año, hemos recibido gas de 18 orígenes diferentes”, añade.
También hay planes de inversión para su filial de renovables de 290 millones hasta 2030. Una apuesta que se ha preferido hacer de la mano de otros socios. Actualmente, la matriz tiene un 60% del capital y ha dado entrada en Enagás Renovables a inversores como Clean H2 Infra Fund, una joint venture de Ardian y FiveT Hydrogen, con un 30% del capital, y Pontegadea (sociedad de Amancio Ortega) y a la pública Navantia con un 5% cada una. El fundador de Inditex ya desembarcó en la matriz en 2020 de la que posee el 5% del capital y junto con la SEPI con otro 5% son los mayores accionistas, mientras el 90% del capital restante se negocia en Bolsa.
Apuesta verde
Los planes de Enagás para convertirse en parte activa del mercado del hidrógeno verde ofrecen muchas incertidumbres, según la visión del analista de Renta4. “El mercado se está creando ahora. ¿Cómo se va a retribuir el transporte del hidrógeno? ¿Servirán los tubos que funcionan para el gas? ¿Será necesario el transporte o se producirá donde se consume? ¿Será también un mercado regulado? Son preguntas que aún no están resueltas. Aunque la perspectiva es favorable, la visibilidad del negocio es aún reducida”, explica Pérez Llamazares.
Pero Enagás ya ha puesto en marcha proyectos de hidrógeno que están muy avanzados como el HyDeal, en Asturias y Castilla y León, donde participa en un consorcio que ya tiene asegurados los clientes del nuevo combustible: Arcelor y Fertiberia. También está involucrado en la primera planta industrial de hidrógeno renovable de España que suministrará el combustible a los autobuses urbanos de Palma de Mallorca y a una cadena hotelera balear. Además, hay planes que traspasan las fronteras como el acuerdo para desarrollar el corredor de energía verde (H2MED) entre Portugal, Francia y España. Un nuevo combustible que tanto como generador de electricidad como en su uso industrial se ofrece como alternativa a los fósiles de los que Europa se quiere despedir lo antes posible.
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