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Arturo Gonzalo (Enagás): “España pasará el invierno sin problemas; podemos descartar por completo una crisis de suministro”

El jefe del gestor del sistema gasista se muestra “convencido” de que las nuevas interconexiones con Francia, Italia y Portugal serán una realidad antes de que termine esta década

Arturo Gonzalo, fotografiado en Madrid el pasado miércoles.
Arturo Gonzalo, fotografiado en Madrid el pasado miércoles.Santi Burgos
Ignacio Fariza

El nuevo primer ejecutivo de Enagás, Arturo Gonzalo (Madrid, 1963) atiende a EL PAÍS en plena vorágine, un día después de presentar la nueva hoja de ruta del gestor del sistema gasista español —que implica un giro radical en sus objetivos, con la seguridad de suministro como primera prioridad— y entre reunión y reunión con inversores internacionales. La conversación, en su despacho, se extiende por más de una hora: con el suministro de gas en duda en toda Europa, la energía lo inunda prácticamente todo.

Pregunta. El plan estratégico contempla tres nuevas interconexiones de gas: con Francia, con Portugal y, la mayor novedad, con Italia. ¿Está seguro de que van a salir las tres adelante?

Respuesta. Las tres están incorporadas al RepowerEU, que es la visión que tiene la UE de cómo responder a la actual situación de emergencia energética causada por la invasión rusa de Ucrania. Para Enagás es una obligación responder a ese plan con una propuesta solvente, técnicamente trabajada con nuestros vecinos, y que garantice las capacidades de gas e hidrógeno. Estamos convencidos de que estas infraestructuras se van a realizar, porque Europa ha entendido que son necesarias para la autonomía energética y la descarbonización. Europa necesita que ocurran.

P. ¿Está seguro, entonces, de que ambos verán la luz?

R. Estoy convencido, aunque puedan concretarse en calendarios que no acaben siendo exactamente iguales a los que hemos propuesto. Quizá en el análisis comunitario se vea que se tiene que adelantar o retrasar alguno, pero creo que tenemos que actuar con la certeza de que estas grandes infraestructuras van a ser realidad.

P. ¿Cuándo entrarán en funcionamiento?

R. Tanto la interconexión de Francia como la de Portugal empezarán a transportar gas en 2025 e hidrógeno a partir de 2030. La de Italia entrará en funcionamiento algo más adelante, en 2028. Transportará gas hasta 2039 e hidrógeno a partir de 2040.

España tiene una infraestructura formidable de plantas de regasificación, en la que tanto los consumidores como los actores públicos y privados hemos hecho una gran inversión.

P. Como solución de emergencia para suministrar gas al resto de Europa, entonces, solo serviría el llamado Midcat: el anhelado gasoducto con Francia, que ha sido frenado durante años.

R. Estamos hablando de un proyecto distinto. El antiguo Midcat estaba concebido para un flujo norte-sur y exclusivamente para gas. Este no: es un flujo sur-norte, pensado para hidrógeno aunque durante una fase inicial pueda transportar gas. Está muy maduro, porque ya tenemos adquirido parte del material y el suelo para la estación de compresión. Hay mucho ya hecho, y por eso sería el que antes podría entrar en servicio.

P. ¿Qué sentido tiene la interconexión con Italia? Hasta hace dos meses Bruselas ni la consideraba.

R. En 2021 Europa consumió 500 bcm [millardos de metros cúbicos] de gas, 150 de ellos de procedencia rusa. Una vez que la UE ha decidido eliminar su dependencia energética de Rusia, buena parte de ese esfuerzo se ha propuesto llevarlo a cabo reduciendo el consumo. Pero hará falta más. La forma más eficiente de poder llevar esos volúmenes a los mercados que van a dejar de recibir el gas ruso es utilizar la infraestructura existente, y lo más versátil, lo más flexible y lo que mejor asegura la seguridad de suministro son las plantas de regasificación, que permiten traer desde cualquier lugar del mundo. España tiene una infraestructura formidable de estas plantas, en la que tanto los consumidores como los actores públicos y privados hemos hecho una gran inversión. Disponemos de una gran capacidad excedentaria de regasificación, de aproximadamente 20 bcm. Y creemos que hay una oportunidad para hacer llegar ese gas a los mercados europeos de forma competitiva. Europa va a seguir necesitando gas, como vector energético de transición, hasta 2050.

P. ¿Se están inspirando en algún gasoducto para construir ese tubo bajo el Mediterráneo?

R. En el gasoducto transadriático, del que somos socios y que hoy está permitiendo que Grecia, Bulgaria e Italia tengan una fuente de suministro segura. Ese es el ejemplo en el que nos estamos mirando.

P. Los principales beneficiados de la interconexión con Italia serán los países centroeuropeos. ¿Puede garantizar que no lo acabará pagando España?

R. No lo va a pagar España, lo afirmo rotundamente.

P. ¿Hay motivos para temer por el suministro de gas en invierno en Europa?

R. En Europa, sin ninguna duda. Hay un plan de llenado de los almacenamientos subterráneos que se está ejecutando, pero si se mantiene la actual reducción de flujos de gas desde Rusia y, sobre todo, si se interrumpe de forma más o menos definitiva por el Nord Stream 1, tendrá una gran dificultad para afrontar el próximo invierno. Por eso, los países más expuestos, entre los que no está España, ya están anticipando planes de contingencia muy severos.

P. ¿Incluso si se cumple con la hoja de ruta de llenado de los depósitos —del 80% en octubre y del 90% en noviembre— puede haber problemas?

R. Los almacenamientos subterráneos son una pieza clave para afrontar el invierno con tranquilidad, y desde luego que los países europeos se van a sentir mucho más cómodos si son capaces de llenarlos. Pero el riesgo no desaparece: si el suministro se interrumpe, tener los almacenamientos llenos da confort, pero no es suficiente.

P. ¿España puede descartar por completo un problema de suministro este invierno?

R. Sí, podemos descartar por completo una crisis de suministro: España pasará el invierno sin problemas. Aquí, el gas ruso viene por barco, no por tubo, y se puede reemplazar por el procedente de otros orígenes.

Argelia se ha hecho acreedora de nuestra confianza; ha honrado sus contratos y ha declarado una y otra vez que lo va a seguir haciendo.

P. Sin embargo, a diferencia de en otros países, aún no se ha puesto todavía en marcha un plan claro de ahorro energético. Incluso siendo un caso diferente, como dice, debería imperar un cierto criterio de solidaridad con el resto de Europa.

R. Creo que estamos recibiendo un mensaje de concienciación, de que tenemos que adoptar cambios de hábitos que reduzcan el consumo del modo más rápido y efectivo posible. Ese mensaje lo está dando consistentemente el Gobierno. Los planes de contingencia responden a la incertidumbre de suministro que tiene cada país, y España está actuando correctamente.

P. ¿Qué ocurrirá con el suministro de gas argelino? Los envíos han bajado mucho en lo últimos meses.

R. Es habitual que en verano se recurra a menos gas [argelino] que en otros momentos del año: se está actuando 100% de acuerdo a la previsión, a los contratos y a la calendarización. Argelia se ha hecho acreedora de nuestra confianza; ha honrado sus contratos y ha declarado una y otra vez que lo va a seguir haciendo. Siempre ha cumplido: siempre, en toda circunstancia, desde 1996 y hasta el día de hoy. No tengo ninguna duda ni ninguna inquietud al respecto.

P. La contracara es Rusia, que en junio, en plena guerra, ha sido el segundo proveedor español.

R. Es algo coyuntural. Rusia, por término medio, representa aproximadamente el 10% del gas que consume España. Viene en barco, como GNL [gas natural licuado], algo que está perfectamente aceptado en el régimen de sanciones de la UE. No hay una razón de fuerza mayor que haga interrumpir esos contratos. Todos los años ocurre que en junio, por la calendarización de los contratos, hay un repunte en el número de barcos que vienen de Rusia. Esta vez, además, se ha producido un elemento adicional: la parada por mantenimiento de plantas de regasificación francesas ha hecho que dos barcos se enviaran a Bélgica y a España. Es algo de un carácter excepcional, puntual, y en julio ya estamos viendo cómo se vuelve a la normalidad.

P. ¿No le parece paradójico que España esté recibiendo tanto gas de Estados Unidos, cuando el fracking está prohibido en Europa?

R. Entiendo que pueda parecer paradójico, pero, sinceramente, creo que no lo es. Cada país tiene sus circunstancias y ha hecho sus apuestas energéticas, que responden a su territorio, a su marco normativo y a sus características de propiedad de los recursos... EE UU es algo muy singular, porque allí el propietario de un terreno es también propietario del subsuelo. En Europa y en España no es así: aquí el propietario del subsuelo es el Estado. El fracking implica una ocupación muy intensiva del territorio, y viendo la estructura demográfica de Europa y el marco normativo es muy difícil imaginar que ocurra a gran escala. Además, básicamente, el recurso brilla por su ausencia.

P. EE UU ya es el primer suministrador español de gas natural. ¿Se va a mantener esta tendencia?

R. Va a seguir siendo el primer proveedor, y eso nos da mucho confort. Es un socio estratégico de Europa como ningún otro. Tanto para España como para Europa es un elemento de gran confianza.

P. España está enviando gas a Marruecos desde hace semanas. Es un tema delicado: Argelia ya ha amenazado con cerrar el grifo si una sola molécula suya llega a ese país.

R. Hemos certificado que ese gas no tiene origen en Argelia, y podemos dar total garantía de que es así.

P. Uno de los pilares de su nuevo plan estratégico es el hidrógeno verde. ¿Cuándo discurrirá más hidrógeno que gas natural por la red de Enagás?

R. En 2030 el hidrógeno ya representará una parte muy significativa.

P. ¿Cuánto de significativa?

R. En términos de volumen es fácil pensar que, entonces, ya estaremos moviendo cantidades parecidas de gas natural y de hidrógeno. En contenido energético todavía será menor, porque es menos denso.

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Sobre la firma

Ignacio Fariza
Es redactor de la sección de Economía de EL PAÍS. Ha trabajado en las delegaciones del diario en Bruselas y Ciudad de México. Estudió Económicas y Periodismo en la Universidad Carlos III, y el Máster de Periodismo de EL PAÍS y la Universidad Autónoma de Madrid.

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