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François Pérol (Rothschild): “El reto es mantener unida a la sociedad. Que el crecimiento llegue a todos”

El socio director de la gestora de grandes patrimonios trabajó tres años con Nicolas Sarkozy. “Me siento un poco triste cuando veo todo lo que está sucediendo”, dice sobre su condena

François Perol
François Pérol, socio director de Rothschild & Co, en su visita a Madrid.Víctor Sainz
Miguel Ángel García Vega

El multimillonario estadounidense Andrew Carnegie enseñó que “no hay mayor fracaso en la vida que morir rico”. ¿Lo comparte? Sonríe. François Pérol (Le Creusot, Francia, 1963), responsable de la firma de asesoramiento que lleva el apellido Rothschild, sabe que no es una boutade. “Entiendo la pregunta. Yo no soy un Rothschild. Solo gestiono la compañía. No pertenezco a la familia. Pero para ser un miembro de ella, tienes que trabajar y tienes que dar. Si no participas en el mundo, no creas empresas, no trabajas y no devuelves a la comunidad lo que has recibido: entonces no eres parte de ellos”, dice.

Hace dos años que no venía a Madrid y se ha sorprendido de ver una T-4 más animada. “Es señal de actividad”, sostiene. Pide un té, que ni siquiera tocará durante los 45 minutos de la entrevista. Tiene mucho que contar. Incluso de su amigo, Nicolas Sarkozy. Para eso hay tiempo. Ahora explica que la compañía entra en el competitivo negocio de la gestión de patrimonios en España. Su nueva oficina de Wealth Management despega en Madrid. Asesoramiento independiente, gestión del patrimonio familiar, emprendedores, organizaciones benéficas. No hay un tique de entrada. Quieren conquistar un espacio que conocen desde hace décadas. Han traído profesionales, sobre todo españoles, de Ginebra, para las nuevas oficinas.

Pregunta. ¿Por qué España? ¿Por qué ahora? ¿Hay más millonarios después de la crisis de la covid?

Respuesta. Era el único país de Europa donde no teníamos una estructura de gestión de altos patrimonios. Estamos en el Reino Unido, Suiza, Italia, Francia. Faltaba España. Es una tierra que conocemos muy bien, porque creamos hace 30 años nuestro negocio de asesoramiento. Además tenemos muchos clientes españoles en Suiza a quienes manejamos su dinero. Era más lógico entrar en Madrid. Nuestra estrategia es crecer orgánicamente.

P. ¿Pero saben que es un espacio repleto de competidores?

R. Dígame un mercado donde no los haya. España no resulta diferente.

P. Ahora la sociedad exige a las empresas que tengan un propósito que aportan a lo colectivo. ¿Qué ofrece Rothschild?

R. Este es un negocio familiar y lo que vamos a dar al cliente es un asesoramiento global. A los inversores, en las operaciones de fusiones y adquisiciones, en las decisiones de inversión. Lo que tratamos de hacer es que todo nuestro negocio resulte sostenible. Esto significa introducir criterios [ESG, medio ambiente, sociales y de gobernanza, en su traducción española] en nuestra política de inversiones, aunque aún las métricas no estén nada claras de lo que es y no es sostenible. Pero desechamos proyectos de carbón. Un ejemplo. Estamos trabajando en una familia de fondos de impacto neutro en la huella de carbono. Somos pequeños. No podemos cambiar el mundo. Sin embargo, tenemos la responsabilidad de introducir y tener en cuenta los cambios en la forma de hacer negocios.

P. ¿Está aumentando la brecha entre quienes tienen dinero para invertir en Bolsa, y beneficiarse de unas ganancias enormes, y quienes no?

R. Sí. Y es una preocupación para todo el mundo. Surgen varios desafíos. ¿Cómo crear una transición medioambiental sostenible? Porque el cambio climático ya está sucediendo. Es muy complicado, mucho más de lo que habíamos pensado inicialmente. Ahí están los precios del gas. Es parte de la ecuación. ¿Cómo lo gestionamos? El otro reto es la habilidad para mantener a la sociedad unida, que todo el mundo se beneficie del crecimiento económico. Algo que no está sucediendo. Pero creo, de verdad, que podemos conducir los negocios de forma sostenible.

P. Regresemos a los números. ¿Qué previsiones maneja para este año y el siguiente?

R. Es muy complicado. No tengo una bola de cristal.

P. ¿Pero será pesimista o lo contrario?

R. Es un momento variable. Los mercados pueden mostrarse nerviosos por la subida de los tipos de interés, la inflación: pero diría que la economía se está recuperando.

P. ¿Pese a los cambios geoestratégicos? En la última década ha habido infinidad de transacciones con destino a China, ¿con el cambio de rumbo de su presidente, Xi Jinping, habrá menos inversiones?

R. No vemos un gran momento para operaciones internacionales (cross-border, en la jerga financiera) con China. Hace una década sí. Pero ahora existe desconfianza. Entre Estados Unidos, Europa y el país asiático. Esto tendrá consecuencias, sobre todo en industrias estratégicas.

P. ¿El gigante asiático se está encerrando?

R. Hay una preocupación por la relación entre Estados Unidos y China. Va a redefinir los próximos 20 o 30 años del mundo. Es algo muy importante que, sin duda, llegará. América está preocupada porque China se convierta en la primera potencia económica y política del mundo.

P. Ese cambio puede ser cierto; otros, como los inversores activistas, ya están aquí. Quitan y ponen consejeros delegados. Los vimos con Danone.

R. Era una tendencia en Estados Unidos y ha llegado a Europa. Estamos asesorando a un buen número de clientes cuando los fondos activistas entran en el capital. Los accionistas hacen preguntas y quieren respuestas.

P. Durante muchos años han sido muy activos en fusiones y adquisiciones, y, con la pandemia, el sector de reestructuraciones aportó mucho a la cuenta de resultados.

R. Nuestro negocio es global. Hay vientos a favor. Financiación y tipos de interés bajos. Esto se combina con tendencias estructurales: la crisis sanitaria ha hecho pensar a muchas compañías que tienen que acelerar su transformación, ya sea digital o hacia cero emisiones en carbono. Todas las empresas tienen interés en estas áreas. Pero también sabemos, por experiencia, que esta industria es cíclica. Sin embargo, nuestra marca es muy fuerte.

P. Ha trabajado durante tres años en el Ministerio de Economía francés, con el expresidente galo Nicolas Sarkozy, condenado a un año de prisión por la financiación ilegal de su campaña en 2012. ¿Cómo se siente?

R. Tengo una excelente relación profesional con él y es alguien a quien, personalmente, aprecio. Estoy muy orgulloso de lo que hice cuando estábamos lidiando con la crisis de 2008. Me siento un poco triste cuando veo lo que está sucediendo. Tengo la sensación de que está concentrando mucha, demasiada, atención. Eso es todo lo que tengo que decir.


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Sobre la firma

Miguel Ángel García Vega
Lleva unos 25 años escribiendo en EL PAÍS, actualmente para Cultura, Negocios, El País Semanal, Retina, Suplementos Especiales e Ideas. Sus textos han sido republicados por La Nación (Argentina), La Tercera (Chile) o Le Monde (Francia). Ha recibido, entre otros, los premios AECOC, Accenture, Antonio Moreno Espejo (CNMV) y Ciudad de Badajoz.

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