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La quinta edición de EnlightED aborda los retos del aprendizaje y la educación en la era digital

Expertos mundiales en tecnología, salud, emprendimiento y habilidades digitales debaten en Madrid acerca de las oportunidades y los desafíos que darán forma a la educación del futuro

Ousman Umar, fundador de NASCO Feeding Minds.
Ousman Umar, fundador de NASCO Feeding Minds.NASCO Feeding Minds
Nacho Meneses

El improbable periplo de Ousman Umar, un joven ghanés que llegó a Barcelona en 2005 con apenas 18 años y sin saber leer ni escribir, que hizo amigos de Ingeniería Industrial haciendo castellets y que acudía a una biblioteca universitaria a medianoche con sus apuntes de castellano, podría calificarse de milagro con propósito. Porque si llegó analfabeto y durmiendo en la calle, en solo seis años conseguía aprobar la selectividad y acceder a la universidad, graduándose en Relaciones Públicas y Marketing antes de completar un máster en Cooperación Internacional en ESADE. Fundador de NASCO Feeding Minds (alimentando mentes, en español) y CEO de NASCO Tech, hoy se dedica a brindar a los jóvenes de Ghana la oportunidad de labrarse un futuro mejor gracias a la educación digital. Umar es uno de los invitados a la quinta edición de EnlightED, la conferencia mundial de educación, tecnología e innovación que se reúne este miércoles 16 y jueves 17 en Madrid, con el apoyo de Fundación Telefónica, IE University, South Summit y Fundación La Caixa.

“Cuando llegué a casa de Montse y Armando, la familia que me acogió en un pueblo a 20 minutos de Barcelona, llevaba dos meses viviendo y durmiendo en la calle, comiendo de los contenedores... De un día para otro estaba en una casa con calefacción, agua caliente, ropa limpia y una familia que me quería. Cuando me metí en la cama, lloré como un niño”, recuerda Umar. A la mañana siguiente, y tras pasarse llorando toda la noche, sin entender por qué había sufrido tanto, llegó a la conclusión de que la pregunta no tenía que ser “por qué”, sino “para qué”. “Yo no había llegado hasta allí por ser el más fuerte; de los 46 que cruzamos el desierto, solo seis llegamos vivos a Libia, y yo era el más pequeño”. Luego vinieron cuatro años terribles y un viaje en patera donde sobrevivió, sin saber cómo, a dos naufragios. “Creo que he llegado porque tengo dos propósitos: uno, ser la voz de todos los que no llegaron con vida; y dos, evitar que otros sufran lo que yo tuve que sufrir”.

El testimonio de Umar es único, pero no solo por la tragedia que le había tocado vivir. Lo es porque, tras encontrar un nuevo hogar junto a una familia campesina de tres hijos (de los que solo su hermana hizo estudios superiores), tuvo siempre claro que la educación era el único camino posible. Un camino que le llevaría a ahorrar 1.200 euros con los que hizo un primer viaje de vuelta a Ghana, compró 45 ordenadores, varias mesas y contrató a dos profesores para poner en marcha la primera aula informática. Diez años después, y a través de NASCO Feeding Minds, trabaja con 43 colegios en Ghana que comparten un total de 14 aulas informáticas por las que ya han pasado 20.000 niños y niñas, y solo en el curso 2022-2023, tienen 6.400 alumnos. Además de las donaciones y patrocinios por parte de empresas, se mantienen gracias a los ingresos que proporcionan la venta de sus libros (el primero de ellos, Viaje al país de los blancos, se publicó en 2019), conferencias y cuotas de socios.

La quinta edición de EnlightED, que recupera este año la presencialidad, junta a un nutrido grupo de expertos mundiales que debatirán, a lo largo de dos días, sobre el rol que la tecnología juega en el aprendizaje y los distintos retos que afronta la educación del futuro, desde la salud mental y emocional a las habilidades digitales más necesarias, el emprendimiento social y la inclusión. De Ousman Umar a la psicóloga sudafricana Susan David, autora de Emotional Agility; el psiquiatra Alok Kanojia, fundador de Healthy Gamer; y Bisila Bokoko, fundadora de African Literacy Project son algunos de los ponentes más destacados. La sede de 42 Madrid mostrará, además, su innovador método educativo a través de una experiencia inmersiva de 24 horas.

Umar, que sigue residiendo en Barcelona, no quiere dejar pasar la oportunidad de reivindicar un cambio radical de perspectiva en la cooperación internacional. “Fíjate que, desde que se acabó la Segunda Guerra Mundial, en 1945, se han destinado 2,5 trillones de dólares a ayuda humanitaria. Entonces, ¿cómo es posible que África sea hoy más pobre de lo que era hace 50 años? Es una locura”, señala. “Y eso sucede porque se han dedicado a alimentar estómagos, y eso está muy bien, pero es necesario reconocer que no es suficiente con levantar a quien está sufriendo en el suelo, si no puedes ayudarle a mantenerse de pie... porque la segunda caída, a veces, es incluso peor”.

Para Umar, es incomprensible que, en una época de acceso sin precedentes a la formación e información, sigan muriendo tantos millones de personas. “La ayuda humanitaria está bien, pero además hay que hacerlo bien, y la mejor manera de conseguirlo es a través de la educación, alimentando sus mentes”. Por eso fundó NASCO Feeding Minds y NASCO Tech, una empresa social que hizo posible que hoy haya 14 programadores en Accra, Ghana, trabajando para seis empresas españolas. Su iniciativa persigue no solo potenciar la educación de los niños a través de la tecnología, sino también demostrar que es posible ofrecerles oportunidades de futuro en su propio país: “Las grandes batallas no se ganan desde fuera, sino desde dentro: son los jóvenes africanos los que van a cambiar África, ni tú ni yo lo vamos a hacer”, afirma.

Tecnología y salud mental

La incorporación de la tecnología al proceso de aprendizaje ha cambiado para siempre el panorama educativo, pero también ha supuesto la aparición de una serie de desafíos difíciles de superar. Entre ellos, el de la salud mental y el bienestar emocional, un aspecto que abordará en EnlightED Alok Kanojia, psiquiatra graduado en Harvard, exadicto a los videojuegos y fundador de la plataforma de salud Healthy Gamer. “La tecnología nos facilita las cosas. Antes, por ejemplo, para hacer un trabajo de investigación tenía que acudir a la biblioteca, pero ahora me puede valer hacer una búsqueda en Google. El problema es que, a medida que las cosas se vuelven más y más fáciles para nosotros, empezamos a ser dependientes de la tecnología, y ahí la cosa se complica”, cuenta por videoconferencia.

“Otro ejemplo: hay investigaciones que demuestran que jugar videojuegos reprime la negatividad emocional en nuestro cerebro. Así que, si salgo estresado del trabajo un viernes a las cinco de la tarde, y me pongo a jugar al llegar a casa, empezaré a pasármelo bien. Pero si esa se convierte en la única forma de aliviarme, y uso más y más la tecnología, me volveré dependiente de ella, y al final no solucionaré ninguno de los problemas que me causan estrés, y necesitaré jugar aún más”. La solución, esgrime, pasa por establecer unos límites saludables. Pero no es tan fácil como parece, “porque las plataformas tecnológicas han desarrollado herramientas muy sofisticadas para conseguir lo contrario, que es mantenerme conectado. Si yo paso una hora en TikTok, YouTube o Facebook, genero ingresos publicitarios, y por eso las plataformas compiten entre ellas por mi atención, haciendo que para mí sea más y más difícil dejar de usar la tecnología”.

Las adicciones son precisamente uno de los peligros asociados con el uso de internet que más han crecido a lo largo de la última década. Hacia 2010, aproximadamente el 6 % de la población mundial era adicta a los videojuegos, “un porcentaje similar al tabaco o el alcohol”, sostiene Kanojia. “Pero en los últimos 10 años, esa cantidad por lo menos se ha doblado. Y eso sin contar con otras adicciones online o con las redes sociales”. Sobre estas últimas, el experto advierte del papel que tienen en la epidemia de soledad que inunda nuestra sociedad: “Al principio, las redes sociales surgieron como una forma de conectar con otros seres humanos que están lejos de nosotros. Pero, paradójicamente, cuanto más tiempo pasamos en las redes, más relaciones reales perdemos; hasta el punto de que experimentamos una atrofia de habilidades sociales”. Una dependencia que, asegura, tiene efectos negativos sobre nuestra autoestima, según la acogida o el número de likes que tenga cada contenido que publiquemos.

La educación, herramienta clave

Como las herramientas tecnológicas han llegado para quedarse, hacer un uso saludable de ellas pasa necesariamente por la educación, de manera que aprendamos a gestionar nuestras emociones y el efecto que la tecnología tiene sobre nosotros. Un problema que sea agrava por el hecho de ser un fenómeno relativamente nuevo: “Muchas de las estrategias parentales se basan en cómo fueron educados ellos mismos, y que se pasan de generación en generación. Pero esto no sucede con las pantallas”. La consecuencia, recuerda, es que muchos padres no son capaces de detectar el problema a tiempo.

“Hay que ser plenamente conscientes de por qué uso la tecnología y de la razón por la que me es difícil dejarla de lado. Y hacerse las preguntas adecuadas: ¿qué me hace feliz? ¿Qué me hace sentir bien o mal? ¿Qué emociones experimento cuando uso algo? ¿Cómo cambian esas emociones? Es necesario transformar la educación hacia un espacio casi espiritual, enseñar autocontrol y poner límites”, afirma Kanojia. “Cuanto antes lo hagamos, mejor, pero nunca es tarde. En Healthy Gamer, la edad media es 24 años”. Un uso excesivo y descontrolado de la tecnología, añade, puede tener efectos negativos sobre la vida de las personas, su rendimiento académico y profesional e incluso sus relaciones de pareja: “Hay un término [en inglés] que hace referencia al celibato involuntario, incel. Esto sucede cuando la gente tiene unas habilidades sociales tan pobres que son incapaces de involucrarse en ningún tipo de relación romántica”.

Kanojia sugiere varias estrategias para limitar el uso excesivo de la tecnología: “Cuando los jóvenes estudian, por ejemplo, conviene que silencien sus móviles o que incluso los apaguen. Porque si hace 30 años yo me distraía estudiando, el coste era mínimo, quizá cinco minutos. Pero ahora, si me distraigo y cojo mi móvil, puedo perder una o dos horas. Perder tiempo es demasiado fácil”. Otra posibilidad, al trabajar con un ordenador, es configurar dos accesos diferentes, uno para el estudio o trabajo y otro para el ocio, de manera que sea más difícil pasar de uno a otro. Desactivar las notificaciones o usar una app para cambiar la configuración de colores (y usar combinaciones de tonos grises) también puede ser medidas efectivas, ya que los colores llamativos tienen una mayor capacidad de captar la atención y alejarnos de nuestras tareas.

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Sobre la firma

Nacho Meneses
Coordinador y redactor del canal de Formación de EL PAÍS, está especializado en educación y tendencias profesionales, además de colaborar en Mamas & Papas, donde escribe de educación, salud y crianza. Es licenciado en Filología Inglesa por la Universidad de Valladolid y Máster de Periodismo UAM / EL PAÍS

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