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Finlandia, de rozar el pleno empleo a alumno rezagado en la lucha contra el paro

El bajo crecimiento, la austeridad y el cierre fronterizo con Rusia disparan el número de personas que busca trabajo y no lo encuentra. Está a un paso de desbancar a España como farolillo rojo de la UE

Un breve paseo por Helsinki basta para que salte a la vista lo evidente: ni un solo cartel de “se busca trabajador/a”. Nada que ver con París, Berlín o Madrid, donde restaurantes, hoteles y tiendas amplían plantilla mes sí mes también. La anécdota de la capital finlandesa es mucho más que eso; es síntoma de algo mayor: el país nórdico ha dejado de ser uno de los referentes europeos en la lucha contra el desempleo —con un modelo educativo a la vanguardia continental— a convertirse en todo lo contrario, algo así como un lastre para las estadísticas comunitarias.

En apenas tres años, la tasa de paro finlandesa ha pasado de poco más del 6% en la primavera de 2022, claramente por debajo de la media de la eurozona y no lejos de su nivel estructural, a superar el 10%, camino de duplicar la media continental y a un paso de rebasar a España como el país con más paro de los Veintisiete. La duda, más que si ocurrirá o no, es cuándo se producirá ese cambio de tornas. Si habrá que esperar a 2026 o si este final de año habrá sorpasso.

Son, sobre todo, dos los factores detrás de este giro, que no entraba —ni de lejos— en las quinielas de hace unos años. El primero y más evidente es la invasión rusa de Ucrania, que ha disparado el precio de la energía, con el gas natural como vector clave; ha llevado al Gobierno finlandés a cerrar la frontera con Rusia, la mayor del Este del continente (1.300 kilómetros), dañando muchos negocios que vivían de ese cruce y hundiendo la confianza de los consumidores; y ha obligado a Bruselas a aplicar sanciones drásticas sobre los intercambios comerciales con Moscú, golpeando sectores clave de la economía finlandesa como el forestal.

El segundo elemento clave es la austeridad. Tras años de peticiones de recortes para el resto, siempre en el bando de los frugales, el actual Ejecutivo conservador ha pasado a aplicarse el mismo librillo para sí, redirigiendo dinero de ayudas sociales —y, en general, de la economía real— al sector de la defensa. Menos inversión y gasto público, salvo en militares y armas, que daña un sector productivo que no pasa por su mejor momento.

“El recorte en los subsidios de la seguridad social y el aumento del IVA ha reducido aún más la demanda de trabajadores”, refrenda Niku Määttänen, profesor de Economía de la Universidad de Helsinki. “El calendario de los ajustes no ha sido el óptimo desde la perspectiva de la estabilidad macro”, critica por correo electrónico.

El aumento del desempleo llega en un contexto de crecimiento anémico. La economía finlandesa se contrajo un 0,9 % en 2023 y avanzó un pobre 0,4 % en 2024. Aunque para este año el Ministerio de Finanzas pronostica un crecimiento algo mayor, del 1% —a todas luces optimista, en comparación con lo que proyectan la mayoría de casas de análisis internacionales—, ese ritmo está demostrándose insuficiente para dar nuevos bríos al mercado laboral.

Tras caer ligeramente en mayo, el desempleo no ha dejado de subir desde entonces: en junio, en julio, en agosto y, de nuevo, también en septiembre. Una tendencia opuesta a la de países como España (que rondará el 3% de crecimiento económico este año), lo que amenaza con colocarle a la cola del empleo en la zona euro. Ver para creer.

Puertas adentro, el rápido aumento del paro está alimentando los análisis internos que buscan explicar lo ocurrido. Petteri Juvonen y Juho Peltonen, economistas del departamento de Política Monetaria e Investigación del Banco de Finlandia, firman uno de los más completos. Su tesis principal es que el país está siendo incapaz de absorber el aumento de la población activa. Con tres grandes factores detrás: trabajadores que se jubilan más tarde, más participación de los jóvenes y llegada de inmigrantes. “A principios de 2018, las personas en edad laboral nacidas en el extranjero representaban alrededor del 6% de la fuerza laboral total, mientras que en 2024 su número ya había aumentado hasta alrededor del 11%”, compara el texto.

El enfriamiento de la construcción, iniciado en 2022, tampoco ayuda. “La actividad en ese sector sigue claramente por debajo de los niveles anteriores, tanto por los altos tipos de interés como por la subida de costes”, explica Määttänen.

Despidos en varios sectores

En el lado positivo, eso se ha traducido en que se ha incrementado el número de personas trabajando, y la tasa de empleo de las personas de entre 20 y 64 años, aunque por debajo de los máximos de 2022, supera el 75%, unos niveles históricamente elevados. Sin embargo, las dificultades para integrar a muchos de esos potenciales nuevos empleados, unido al goteo de anuncios de despidos —este mes las empresas de productos forestales Metsä Group y Stora Enso, y la automovilística Valmet Automotive informaron de fuertes recortes—, están golpeando al mercado laboral.

Un reciente informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE, el think tank de los países ricos) alude a otros desafíos. “Las perturbaciones comerciales, en particular con Rusia, y las dificultades para escalar las empresas fronterizas han limitado aún más el crecimiento de la productividad, que se había desacelerado desde la crisis financiera mundial y el colapso de Nokia”, advierte. La última referencia no es menor: la caída en desgracia de la tecnológica, pionera en la fabricación de teléfonos móviles y referente durante décadas de la pujante economía finlandesa, ha hecho mucho daño a un país de apenas seis millones de habitantes. En los últimos años, los recortes de empleo han sido una constante en esa empresa.

Giro sur-norte

Como región, el sur de Europa dejó hace tiempo de ser el farolillo rojo del paro en la Unión Europea: el problema está, desde hace unos pocos trimestres, en el norte del continente. La novedad ahora es que la foto general por países también está cambiando, y de forma no precisamente menor: Finlandia está a un paso de superar a España en desempleo. Son apenas dos décimas (10,3% contra 10,1%).

Las trayectorias finlandesa y española van en claro rumbo de colisión. En lo que va de año, el país nórdico suma más de un punto porcentual a su tasa de paro, con subidas casi mes tras mes. El país mediterráneo, en cambio, ha reducido la suya en medio punto.

El propio curso económico de ambos países toma caminos contrapuestos desde hace varios trimestres. Frente al crecimiento español, boyante en clave europea, la economía finlandesa está completamente estancada. “La prolongada debilidad del PIB ha enfriado aún más el mercado laboral”, admite el banco central finlandés en su último pase de revista a la economía nacional, publicado el pasado día 1. “Las perspectivas de los parados de encontrar trabajo están en niveles históricamente bajos”.

El instituto emisor reconoce, además, que el reciente aumento del desempleo es incluso mayor de lo previsto en su anterior informe, en junio. Las 35.000 vacantes actuales son menos que nunca en ningún otro momento de la última década. No hay más que caminar un par de cuadras en Helsinki para darse cuenta.

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