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La OCDE señala a España como la economía avanzada que más crecerá este año y la que menos sufrirá por la guerra arancelaria

El organismo mejora tres décimas las previsiones de PIB para nuestro país hasta el 2,6% para este año, mientras que recorta el de la eurozona hasta el 1%

Trabajadores en una obra pública en Santiago de Compostela.
Trabajadores en una obra pública en Santiago de Compostela.ÓSCAR CORRAL
Laura Delle Femmine

Cómo navegar a través de la incertidumbre. Con esa frase tan corta como elocuente, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) titula su último informe sobre perspectivas globales de crecimiento, en el que recorta su pronóstico para este año y el que viene y avisa de que las ansias proteccionistas están empujando la actividad mundial hacia un terreno minado con muchas aristas. España, pese a todo este torbellino, destaca en el sentido opuesto: es el país desarrollado que más crecerá, con un pronóstico mejorado en tres décimas para este año, hasta el 2,6%, en medio de una eurozona que arrastra los pies y que avanzará menos de lo previsto.

La OCDE lanza una advertencia clara: tras un 2024 relativamente sólido, el crecimiento económico mundial se debilita, las tensiones comerciales aumentan y la inflación, que se estaba desinflando, vuelve a suponer un riesgo. Según el informe de perspectivas de marzo de 2025, el PIB global crecerá un 3,1% este año y caerá al 3% en 2026, cifras inferiores a las dibujadas en las anteriores previsiones, que reflejan una economía que pierde fuerza en un contexto de incertidumbre geopolítica y medidas proteccionistas que amenazan con fragmentar el comercio internacional, máxime desde la vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca.

Estados Unidos, que experimentó una expansión robusta el año pasado, verá desacelerada su economía hasta un 2,2% en 2025 y un 1,6% en 2026, un recorte de dos décimas y medio punto, respectivamente, con respecto a las estimaciones de hace unos meses. China, acérrimo enemigo comercial del nuevo inquilino de la Casa Blanca y con un mercado interno estancado, seguirá una senda descendente, con un crecimiento del 4,8% este año y del 4,4% el próximo. El recorte ha sido de dos décimas para el bloque del G-20 (que se apuntará un 3,1% en 2025 y un 2,9% en 2026) y de hasta tres décimas para la eurozona, que este 2025 apenas avanzará un 1%. España, en cambio, destaca entre tanta revisión a la baja y ve mejorar sus previsiones en tres décimas para 2025 y en una para 2026, ejercicio en el que se apuntará un 2,1% pese a la ralentización generalizada, un resultado que se explica por la resiliencia del mercado laboral y el consumo y la menor exposición a la guerra arancelaria.

Todas las grandes economías europeas, con la excepción de España, han sufrido de hecho un recorte en sus previsiones de crecimiento. Alemania, el gran motor de la actividad comunitaria que ha entrado en crisis existencial, con un sector industrial que antaño fue su pilar y que ahora no logra reflotar, seguirá siendo el farolillo rojo del grupo. El organismo con sede en París vaticina que su economía seguirá en horas bajas después de entrar en terreno negativo en 2024. Este año solo avanzará un anémico 0,4% —tres décimas por debajo de lo estimado en noviembre—. El año que viene lo hará un 1,1%, una décima menos de lo previsto.

Italia también arrastra los pies. El club de los países ricos prevé que su PIB crecerá un tímido 0,7% este año —lo mismo que en 2024—, un recorte de dos décimas, y se quedará estancada en el 0,9% el próximo. Francia tampoco brillará por su desempeño, aunque es la economía grande del euro que ha sufrido los menores ajustes en los pronósticos: su actividad avanzará un 0,8% en 2025, menos que el año pasado. La estimación supone un recorte de una décima con respecto a las previsiones de noviembre. De cara al próximo ejercicio, la OCDE mantiene su pronóstico de un avance del 1%.

Del otro lado del Atlántico, Canadá se tragará uno de los bocados más amargos. En pleno duelo comercial con EE UU, la OCDE ha recortado sus estimaciones de crecimiento en más de un punto, dejándolas en el 0,7% para este año. Pero será México el gran perdedor de la guerra arancelaria y la nueva época de incertidumbre. Sus previsiones de crecimiento se reducen en dos puntos y medio para este año: su economía se contraerá un 1,3% en 2025, según el organismo, y un 0,6% en 2026.

“Los indicadores recientes de actividad han comenzado a indicar un debilitamiento de las perspectivas de crecimiento mundial”, señala la OCDE, subrayando cómo la confianza empresarial y del consumidor se ha debilitado en algunos países, a la vez que los indicadores de incertidumbre en materia de política económica han repuntado en todo el mundo. “Se han producido cambios significativos en las políticas comerciales que, de mantenerse, afectarían el crecimiento mundial y elevarían la inflación. Una mayor fragmentación de la economía global es una preocupación clave. Un aumento mayor y más amplio de las barreras comerciales afectaría el crecimiento a nivel mundial y aumentaría la inflación”, sentencia el organismo.

La OCDE advierte que si la guerra comercial se intensifica, el comercio global se contraerá en un 2% y la inflación podría aumentar en 0,4 puntos porcentuales anuales en los próximos tres años. En un escenario más benigno, donde los aranceles se moderen, el crecimiento global sería ligeramente superior y la inflación más contenida.

Inflación

El informe de la OCDE también alerta sobre un posible aumento en la volatilidad financiera, una mayor fragmentación de la economía mundial y una inflación que se mantenga elevada por más tiempo. Si los bancos centrales se ven obligados a endurecer sus políticas monetarias, la desaceleración podría ser más pronunciada. “Una inflación superior a la prevista impulsaría una política monetaria más restrictiva y podría dar lugar a una revalorización disruptiva de los precios en los mercados financieros”, destaca el organismo.

El impacto de los aranceles sobre los precios puede ser particularmente incisivo. Aunque las tasas generales muestran una tendencia descendente, siguen siendo superiores a lo esperado. En el conjunto del G-20, la inflación caerá del 3,8% en 2025 al 3,2% en 2026, pero el descenso no es suficiente para aliviar la presión sobre los bancos centrales. En España, la inflación se mantendrá en un 2,5% este año y bajará levemente al 2,1% en 2026. Sin embargo, los servicios siguen impulsando la presión inflacionaria.

“Un entorno político más estable reduciría la incertidumbre, y los acuerdos que reduzcan los aranceles con respecto a los niveles actuales y las reformas estructurales más ambiciosas podrían impulsar el crecimiento. Un mayor gasto público en defensa también podría impulsar el crecimiento a corto plazo, pero potencialmente aumentaría las presiones fiscales a largo plazo”, alerta el organismo. Un escenario que tensionaría sobre todo las finanzas de los países con cuentas poco saneadas, como España, que tiene una tasa de deuda por encima del 100% del PIB y un déficit que, a la espera de conocerse el dato de cierre de 2024, coquetea con el 3%.

La OCDE insta a los gobiernos a mantener la disciplina fiscal, evitar una escalada proteccionista y reforzar las cadenas de suministro. Indice en que la cooperación internacional será clave para mitigar los efectos de las tensiones comerciales y sentar las bases de un crecimiento sostenible. Sin embargo, en un mundo donde la incertidumbre se ha convertido en la norma, la senda hacia la estabilidad económica parece, una vez más, cuesta arriba.

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Sobre la firma

Laura Delle Femmine
Es redactora en la sección de Economía de EL PAÍS y está especializada en Hacienda. Es licenciada en Ciencias Internacionales y Diplomáticas por la Universidad de Trieste (Italia), Máster de Periodismo de EL PAÍS y Especialista en Información Económica por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.
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