Oliu, a Illa antes de Navidad: “President’, es el momento. Volvemos a Cataluña”
El presidente del Banco Sabadell tomó personalmente la decisión durante el mes de diciembre y la comunicó tanto al presidente de la Generalitat como al ministro de Economía
Era una pregunta clásica en cada rueda de prensa de la cúpula del Banco Sabadell: “¿Volverán a llevar la sede social a Cataluña?”. La respuesta de los responsables era siempre muy medida. Así lo fueron las palabras del consejero delegado, César González-Bueno, en la última presentación de resultados, en las oficinas que el banco tiene en la milla de oro madrileña, la calle Serrano. En ella se limitó a señalar que estaban cómodos con tener la sede social en Alicante y que no veían que aún se diesen las condiciones para retornar. Lo cierto es que en ese momento ya se habían movido algunos mecanismos dentro del banco en ese sentido y que en la cabeza del presidente, el histórico banquero catalán Josep Oliu, la idea ya bullía con fuerza.
Todas las fuentes consultadas coinciden en destacar que la vuelta del Sabadell a Cataluña es algo que se ha ido gestando durante mucho tiempo. Oliu, de 75 años, es toda una personalidad en el mundo económico y empresarial catalán. Además de presidente del banco —donde a finales de los años 80 sucedió a su padre como director general y una década después llegó a presidente—, es consejero de otras grandes empresas catalanas, como Puig. También es patrono de la Fundación Princesa de Girona y en el pasado ha sido un miembro destacado del Cercle d’ Economía. Prueba de todo ello es que la firma financiera es el sponsor de uno de los mayores acontecimientos deportivos de Barcelona, el torneo de tenis Conde de Godó. Todo este mundo económico susurraba desde hacía mucho tiempo a Oliu la conveniencia de que el Sabadell volviese a Cataluña, ante la posibilidad de que abriese una espita por la que el resto de empresas que migraron tras el referéndum del 1 de octubre. Pero no terminaba de tenerlo claro.
El banquero escuchaba. Jaume Guardiola era consejero delegado del Banco Sabadell en pleno bullicio independentista de octubre de 2017. Recuerda que la marcha del banco de Cataluña representó una convulsión: “Fue un momento muy triste y muy dramático para todos lo que vivimos aquello”. Hace cuatro años que cesó su relación laboral con la entidad y ahora está a punto de apartarse de la presidencia del Cercle d’Economia, pero no esconde que el regreso supone “una alegría”, y confía en que el efecto Sabadell “pueda ayudar a que otras compañías tomen el camino del regreso a Cataluña”.
Guardiola trabajó durante 13 años al lado de Josep Oliu y subraya que si el presidente del Sabadell ha tomado ahora la decisión de desandar el camino es para cumplir con una asignatura pendiente: “Tener que irse fue una decisión traumática, y encontrar el momento adecuado para regresar era un objetivo que tenía en la cabeza”. Por otro lado, Jordi Casas, presidente de la Asociación de Empresarios del Banco Sabadell revela que en los últimos años ha mantenido diversos encuentros con Oliu y que la salida del banco de Cataluña siempre fue un tema incómodo, que se dejó aparcado. “Íntimamente estaba convencido de que algún día volvería, porque lo lógico es que esté en su casa”, observa.
En la cronología de esta vuelta al hogar hay dos meses clave, mayo y diciembre de 2024. En el primero, el BBVA se lanzó una vez más a por el Sabadell, pero en este caso con una contundencia inusitada. Después de que el banco catalán rechazase por segunda vez su oferta de fusión, lanzó una opa hostil, la primera en la banca española en casi 40 años, para hacerse con la entidad. Esto provocó una conmoción en Cataluña, que unos pocos días después votaba en las elecciones autonómicas. El resultado de esos comicios, la victoria del socialista Salvador Illa —que fue investido pocos meses después, con el apoyo de ERC y Comuns Sumar—, certificaba la superación del procés, aquel que motivó la fuga del Sabadell de Cataluña a Alicante en 2017. El caldo de cultivo estaba servido.
El siguiente momento trascendental llega en diciembre, antes de fin de año. Es cuando Oliu se decide por trasladar la sede, según indican fuentes de mercado. La decisión la toma el presidente personalmente, si bien en 2020 dejó los plenos poderes ejecutivos y ostenta ya solo con la representación institucional. Contó con el apoyo de todo el equipo directivo de la entidad, empezando por el consejero delegado. Es el momento de ir preparando el movimiento y comunicar la buena nueva. En esas fechas prenavideñas, Oliu junto a González-Bueno tienen la cita más trascendental. Una reunión con Illa en Barcelona en la que el objetivo es comunicarle la decisión:
—President, es el momento. Volvemos a Cataluña.
Ya no había marcha atrás. El siguiente paso es el Gobierno central. Los dos banqueros se trasladan a Madrid para reunirse con el ministro de Economía, Carlos Cuerpo. La reacción tanto de Illa como de Cuerpo es muy positiva y recogen la decisión de buen grado, si bien un portavoz del Ministerio matiza que la decisión corresponde únicamente a la entidad. El papel del Ejecutivo central, que se ha mostrado siempre en contra de la opa en boca del propio Cuerpo, es clave para que la oferta fracase, puesto que pueden endurecer las condiciones que imponga Competencia hasta que la operación deje de tener sentido para el BBVA y bloquear una eventual fusión posterior entre ambas entidades. A nadie se le escapa que el hecho de que el Sabadell tenga de nuevo su sede social en Cataluña, un movimiento que el Gobierno espera que repliquen muchas más empresas, será tenido en cuenta.
La buena sintonía es compartida por representantes de todos los partidos políticos presentes en el Parlament. También con el PP catalán o con Junts. Prueba de que todos entendían lo trascendente de la cuestión está en que durante más de un mes guardaron silencio.
Para toda pieza que se mueva en el mundo económico catalán es clave el presidente de Foment del Treball, Josep Sánchez Llibre. Mantiene contactos frecuentes con el sector empresarial y con dirigentes políticos de distintos partidos. Sánchez llibre, que fue diputado por Convergència, trata de hacer de la discreción su mejor arma para abordar temas delicados con cada interlocutor. En diciembre de 2023, días después de la investidura de Pedro Sánchez, vaticinó en una entrevista en TVE que esta sería la legislatura del regreso de empresas a Cataluña. Cuando se pregunta en Foment si el presidente de la entidad conoció con mucha antelación cuál era la voluntad del Sabadell, el silencio es la única respuesta. Tras el gesto del Sabadell, Sánchez Llibre anticipa que entre este año y el que viene otras “compañías relevantes” seguirán los mismos pasos.
Una vez tomada la decisión, el siguiente elemento era fijar el calendario, una cuestión que no es baladí. La intención de Oliu es que la próxima junta general de accionistas se celebre ya en Sabadell. Será un momento de exhibir fuerza ante la ofensiva del BBVA, de mostrar que los accionistas —muchos de ellos sus propios clientes, pequeñas y medianas empresas que constituyen el tejido empresarial catalán— están de su lado y les respaldan en su defensa numantina del banco. Quieren que esa foto se produzca de nuevo en Cataluña.
Además, la junta de accionistas será el momento en el que el Sabadell despliegue toda la artillería contra el BBVA. Prevé aprobar toda una batería de emolumentos a los accionistas, incluido pagos en efectivos y recompras de acciones, así como su primer dividendo extraordinario con el que reparta todo su capital sobrante, tal y como publicó este periódico el jueves. Todo ello enmarcado en la promesa a sus socios para que rechacen la opa de pagarles vía dividendos 2.900 millones en dos años.
La ley marca que las sociedades anónimas convoquen sus juntas de accionistas al menos un mes antes de su celebración y que, antes de ello, publiquen sus cuentas anuales. Aunque tiene hasta el 30 de junio para celebrar la cita, para el Sabadell este año es importante adelantarse lo máximo posible y reunir a sus accionistas a principios del mes de marzo. Se espera que entre finales de ese mes e inicios de abril la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) dé su dictamen sobre la opa, previsiblemente imponiendo condiciones. A partir de ahí, la resolución de la oferta planteada por el BBVA se acelerará. La imagen de unión tras el equipo directivo debe producirse antes y el tiempo se acababa.
La cuestión estaba entonces en fijar fecha para la reunión del consejo de administración que tomaría la histórica decisión. Tenía previsto celebrar su cumbre ordinaria mensual el próximo miércoles, 29 de enero, para aprobar sus cuentas de 2024. Pero eso hubiese supuesto publicar las cifras al mismo tiempo que CaixaBank y el propio BBVA, y el Sabadell no quería que nadie le quitase el foco. Pospuso esta cita para la semana siguiente, el 6 de febrero, quizás demasiado tarde para votar el traslado de la sede, pero una fecha idónea para responder a los mensajes que el presidente del BBVA, Carlos Torres, les mande en su propia presentación de resultados. La solución final fue convocar un consejo extraordinario, con este asunto como único punto del día, para el pasado miércoles, 22 de enero.
Ya solo quedaba un cabo suelto, comunicar al Govern valenciano que movían la sede fuera de esa Comunidad Autónoma. Según informó el propio ejecutivo de Carlos Mazón, Olíu y González-Bueno le explicaron la decisión el martes. Intentaron calmar las aguas y le garantizaron un blindaje sobre el empleo y las oficinas en la Comunidad, así como sobre el centro tecnológico que tiene el banco en Alicante.
Finalmente, la reunión del consejo de administración se celebró el miércoles, en torno al medio día, tal y como estaba previsto. El ambiente fue calmado, dado que todos los consejeros asistentes —desde algunos pertenecientes al empresariado catalán, hasta otros llegados incluso de México, como el accionista David Martínez Guzmán— entendían la trascendencia del momento y compartían la decisión. El traslado de la sede social de vuelta a Sabadell, la ciudad donde nació el banco en el siglo XIX, fue acordado por unanimidad.
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