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El cerco a Google se estrecha a los dos lados del Atlántico

La condena a Alphabet en Washington por monopolio consolida el giro hacia una mayor exigencia en Estados Unidos y la Unión Europea a los gigantes tecnológicos por sus prácticas agresivas en los mercados en que operan

Manuel V. Gómez
Un cartel de Google en un edificio de la compañía en Nueva York.
Un cartel de Google en un edificio de la compañía en Nueva York.Carlo Allegri (REUTERS)

Google recurrirá la sentencia del juez de Washington que dicta que es un “monopolio”. No se conforma, ni mucho menos, con la decisión. Pero este fallo consolida, de momento, el giro que ha dado Estados Unidos en los últimos tiempos en su vigilancia a las agresivas prácticas de las grandes tecnológicas norteamericanas. Estas prácticas hace mucho que son cuestionadas en paralelo en la Unión Europea, que incluso ha llegado a crear una norma ad hoc para actuar con más rapidez y contundencia ―el reglamento de mercados digitales (DMA, por sus siglas en inglés)― y a proponer que se fuerce a Alphabet, la matriz de Google, a dividir su negocio en el mercado publicitario. La firma del omnipresente buscador de Internet no es la única que suma cuentas pendientes por lo que las autoridades de Competencia tildan de “prácticas anticompetitivas”: también las tienen Amazon, Apple, Meta o Microsoft.

Después del fallo de este lunes en Estados Unidos, que todavía no llegado al momento de detallar el castigo, los focos se centran en Alphabet y su buscador. La empresa ya respondió al fallo que la propia sentencia “reconoce que Google ofrece el mejor motor de búsqueda”. “Teniendo en cuenta esto, y que la gente busca cada vez más información de más formas, tenemos previsto apelar”, anunció. Este nuevo recurso se suma a los que ya tiene abiertos en Bruselas, donde el grupo digital ha recibido un examen exhaustivo hasta ahora. Sobre él pesan las multas más cuantiosas de la historia de la Comisión Europea, más de 8.000 millones de euros por tres casos que, por ahora, apenas está logrando rebajar en los tribunales. Precisamente a la vuelta del verano se espera el fallo definitivo de uno de esos casos: el de Google Shopping, 2.424 millones por privilegiar en las búsquedas sus servicios de compra y los de sus anunciantes en las búsquedas de Internet.

Aunque la gran cuestión pendiente en Europa para la firma de Mountain View (California) es si la Comisión dará el paso de forzar la división de su negocio. Está planteado oficialmente en el pliego acusatorio publicado hace poco más de un año: su presencia en toda la cadena de la publicidad digital es tan abrumadora que llevó a los técnicos de la Comisión a concluir que se daba un “abuso de posición dominante” y que “solo la desinversión obligatoria por parte de Google de parte de sus servicios resolvería sus problemas de competencia”. En la capital comunitaria pocos dudan de que la vicepresidenta del Ejecutivo de la Unión y máxima responsable de Competencia, Margrethe Vestager, querrá tener listo el expediente antes de que llegue la nueva Comisión, en teoría el próximo 1 de noviembre, de la que ella no formará parte.

Si bien la amenaza de la división forzada sobre la actividad publicitaria de Google no solo está planteada en Europa. También el Departamento de Justicia de Estados Unidos y otros ocho estados (Virginia, California, Colorado, Connecticut, Nueva Jersey, Nueva York, Rhode Island y Tennessee) la exigen en una demanda pendiente en los tribunales de Virginia. “Eso sería un cambio estructural en el mercado”, apunta Juan José Ganuza, catedrático de Economía y Empresa en la Universitat Pompeu Fabra, que advierte de que en los últimos tiempos esta opción está encontrando más partidarios entre los académicos que estudian los mercados y la Competencia. El también director de Mercados, Regulación y Competencia de Funcas, un instituto de investigación económica español, señala que este tipo de “soluciones o remedies [nombre técnico de los arreglos en Competencia]” tienen más tradición en Estados Unidos que en Europa”.

Alphabet y sus filiales no están solas en el frente empresarial. De hecho, en Europa, en los últimos meses, han sido más otras las que han afrontado el escrutinio intenso de los reguladores. Por ejemplo, la Comisión Europea le abrió a Meta un expediente el primer día de julio por su modelo en Instagram y Facebook. Lo hizo amparada en ese nuevo reglamento que invierte la carga de la prueba para que las grandes compañías no puedan recurrir a dilatar los procesos de investigación y exigencia de cumplimiento de las normas de Competencia durante años hasta el punto de que cuando hay una resolución final el mercado ya ha cambiado. “Este razonamiento lo está aplicando todo el mundo ahora. También lo ha hecho Reino Unido”, explica Ganuza, que aclara que en Estados Unidos lo que ha pasado es que con la Administración Biden se han cambiado las líneas básicas que guían la política de los reguladores de Competencia para hacerlas más proclives al consumidor. De ahí que este profesor apunte a que las elecciones de noviembre entre Donald Trump y Kamala Harris también pueden tener impacto en este campo.

Mucho más calado para Meta tiene el frente abierto en Estados Unidos, allí la Comisión Federal de Comercio y 40 estados acudieron a los tribunales en 2021 exigiendo que se reviertan las compras de Instagram y WhatsApp.

Igualmente, Apple está bajo la lupa a los dos lados del Atlántico y en los expedientes abiertos hay similitudes, al menos, en su esencia final: el gigante tecnológico con sede en California dificulta que otras empresas puedan ofrecer productos alternativos a los suyos en su entorno. Hasta hace poco, Apple era una empresa que no había recibido grandes castigos de Bruselas, tampoco en Estados Unidos. Esto comenzó a cambiar este año, cuando la Comisión le impuso una sanción de 1.800 millones de euros, en torno al 0,5% de los ingresos mundiales de la empresa. Y ahora es la firma sometida a un mayor escrutinio por su actitud reticente, más que las otras, a la hora de seguir las exigencias de la DMA, algo que la compañía rechaza.

Amazon es otra de las empresas con asuntos pendientes en Estados Unidos y la Unión Europea. En cambio, Microsoft solo tiene cuentas abiertas por ahora en Bruselas. Lejos durante muchos años del foco del departamento de Competencia comunitario, tras ser protagonista de uno de sus casos más emblemáticos en el cambio de siglo, ha vuelto al centro de las investigaciones por abuso de posición dominante en su aplicación Teams, al vincularla por defecto en Office 365 y Microsoft 365.

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Sobre la firma

Manuel V. Gómez
Es corresponsal en Bruselas. Ha desarrollado casi toda su carrera en la sección de Economía de EL PAÍS, donde se ha encargado entre 2008 y 2021 de seguir el mercado laboral español, el sistema de pensiones y el diálogo social. Licenciado en Historia por la Universitat de València, en 2006 cursó el master de periodismo UAM/EL PAÍS.
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