El IVA de la luz apunta de nuevo al 10% a partir de julio por la subida en el mercado mayorista
La rebaja en el tipo fiscal aplicará a prácticamente todos los consumidores domésticos y las pymes, tanto en el mercado libre como en el regulado
Nuevo giro de guion en el cambiante panorama de la fiscalidad energética en España. Tras cuatro meses con el IVA de la luz de nuevo en el 21% —su cota habitual antes de que la invasión rusa de Ucrania incendiase los mercados—, este impuesto apunta de nuevo al 10% a partir de julio. ¿El motivo? En la última revisión del paquete de medidas anticrisis, en diciembre, el Gobierno incluyó una cláusula por la cual esta figura fiscal cae hasta ese nivel siempre que el precio de la electricidad haya promediado más de 45 euros por megavatio hora (MWh) el mes anterior. En lo que va de junio se superan con creces los 50 euros y el mercado de futuros apunta en la misma dirección para las próximas semanas. Una tendencia que tiene visos de continuar al menos hasta el otoño.
De cristalizar, la nueva rebaja en el IVA de la luz empezará a aplicarse a todos los consumidores con menos de 10 kilovatios (kW) de potencia contratada. Es decir, prácticamente todos los hogares y también un buen número de pymes. La primera factura que pasará a estar gravada con el 10% —el tipo reducido, que ya estuvo vigente en enero y en febrero, antes de que el precio de la electricidad se hundiese gracias al sol, el viento y, sobre todo, el agua— será la de julio.
El nuevo tipo impositivo aplicará tanto a los recibos del mercado libre como a los del mercado regulado. Se dará, así, una paradoja: los primeros, que optan mayoritariamente por contratos fijos —invariables pase lo que pase lo que pase en el mercado mayorista hasta que les toca renovar— verán sustancialmente reducida su factura pese al encarecimiento de la luz en origen. En cambio, quienes optan por la segunda opción, también conocida con las siglas PVPC, sí se verán afectados por la reciente subida en el mayorista; así que la bajada del IVA sí les permitirá amortiguar el impacto sobre su bolsillo.
El principal damnificado de esta nueva bajada automática en el IVA del recibo eléctrico será el erario. Entre julio de 2021 y diciembre de 2023, un periodo en el que este impuesto estuvo a caballo entre el 5% y el 10%, Hacienda dejó de percibir unos 2.500 millones de euros.
No obstante, en esta nueva etapa de tipo reducido, incluso si se mantuviera hasta finales de 2024 —algo que está por ver—, el impacto sobre las cuentas públicas será menor. Por un motivo: pese a esta reciente alza, el precio de la luz —que, en este caso, es la base imponible— es notablemente menor que en los días más crudos de la crisis energética. Y nadie contempla, ni remotamente, un regreso a los valores de aquellos días, en los que la brújula energética europea se desimantó por completo.
Son varios los factores que hay detrás de este reciente repunte del pool eléctrico español. El primero es la cotización del gas natural, que en apenas dos meses ha pasado de 25 a 35 euros por MWh y que tiene traslación directa sobre el precio de la luz en las horas en las que las centrales de ciclo combinado marcan precio —en el desayuno y la cena, cuando las renovables y la nuclear necesitan un complemento—, presionando al alza todo el mercado.
El segundo tiene que ver con los derechos de emisión de dióxido de carbono (CO₂), que desde su desplome a mínimos de casi tres años en febrero han vuelto a pisar el acelerador en las últimas semanas y que encarecen esos mismos tramos horarios. Y el tercero, aunque menos importante, es la demanda de electricidad, que tras muchos meses de caídas —hasta el punto de haber regresado a los niveles de hace dos décadas, que se dice pronto— empieza a picar para arriba.
Tras una de las primaveras más baratas de la historia del mercado ibérico, los futuros apuntan a un verano algo más movido en precios, aunque a años luz del de 2022, cuando cualquier cábala racional saltó por los aires. Para el mes que viene, las previsiones apuntan a unos 74 euros por MWh. En agosto, los futuros apuntan a 77 euros. Y en septiembre, a poco más de 81. Con la llegada del otoño —cuando la demanda suele caer, dado el menor uso de los aires acondicionados y la menor afluencia de turistas, y la oferta barata crece, gracias a la mayor generación eólica—, el suflé debería ir desinflándose. En ese escenario, el IVA tiene muchas papeletas de regresar al 21%. Una montaña rusa fiscal que parece no haber dicho su última palabra.
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