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Las dos Españas del agua: la hidroeléctrica, en máximos pese a la dura sequía en el Mediterráneo

Los saltos de agua, ubicados mayoritariamente en la vertiente atlántica, florecen tras las recientes lluvias. La intensidad de los frentes, mucho menor en el sur y el este peninsular, mantiene la situación de escasez allí

Compuertas abiertas en la central hidráulica de Belesar (Lugo), en el río Miño, a principios de marzo.
Compuertas abiertas en la central hidráulica de Belesar (Lugo), en el río Miño, a principios de marzo.EFE/eliseo trigo (EFE)

Son las dos Españas del agua: una cuenca atlántica rebosante y un Mediterráneo cada vez más seco. Uno de los ámbitos en los que mejor se percibe esta creciente asincronía es el de la energía hidroeléctrica, la tercera pata de la revolución renovable tras la eólica y la solar fotovoltaica. Con medio país en situación de sequía —en especial Cataluña, la costa mediterránea y los archipiélagos—, el buen tono de precipitaciones en el norte y el oeste están propiciando uno de los mejores tramos finales de invierno de turbinación desde que hay registros.

La energía producida por los saltos de agua ha batido estas últimas semanas del invierno su máximo desde finales de febrero de 2021, según las cifras de Red Eléctrica de España (REE). En clave diaria, el pico es aún mayor: la generación fue la mayor desde marzo de 2016, según los datos recopilados por Pedro Cantuel, analista de Ignis Energía. Y está, atención, a un solo paso de su máximo histórico. “Los seis últimos meses han sido muy lluviosos en las principales cuencas con centrales hidráulicas (Miño-Sil, Duero y Tajo) y, tras el temporal de las últimas semanas, por cuestiones técnicas y de seguridad es habitual que suba mucho la generación hidroeléctrica”, explica Cantuel. Las reservas de esas demarcaciones, recuerda, están al 80% o al 90% de su capacidad, con algunos embalses incluso por encima de esas cotas.

“Lo que estamos viendo en los últimos días en la hidro es una situación de récord: tanto la cuenca del Duero como la de Galicia están muy bien, mientras que en otros sitios de España la cosa está fatal”, profundiza José Luis Sancha, profesor de Modelado de Sistemas de Energía en ICAI. “Se habla mucho de sequía, porque la hay en muchas zonas del país, pero esta diferencia entre hidroeléctrica y nivel general de los embalses quiere decir que la producción hidroeléctrica está donde tiene que estar: donde hay recurso. Igual que a nadie se le ocurriría placas solares en un sótano, no tendría sentido centrales hidroeléctricas donde suele haber sequía”, completa Francisco Valverde, analista independiente y uno de los mayores conocedores de los intríngulis del mercado eléctrico.

Sequia
El cauce del río Cardener (Lleida), a principios de febrero, en situación de sequía extrema.Massimiliano Minocri

Los embalses hidroeléctricos están al 83% de su capacidad en volumen de agua y a más del 76% en términos de energía disponible, según la última actualización del Ministerio para la Transición Ecológica. Las diferencias entre la vertiente atlántica —donde está casi el 90% de la capacidad hidroeléctrica total española— y la mediterránea —donde apenas hay centrales— son abrumadoras: en la primera, el grado de almacenamiento de energía ronda el 82%; en el segundo, muy baqueteado por la falta de lluvias, supera por poco el 50%.

En términos agregados, España tiene hoy acumulada agua por el equivalente a 14.700 gigavatios hora (GWh), una cantidad suficiente para cubrir íntegramente el consumo nacional de electricidad durante alrededor de tres semanas. Este volumen de energía embalsada es un 21% superior a la media de los cinco últimos años y un 13% mayor que en la media de la última década. Está, asimismo, a apenas un 2% del pico de finales del invierno de 2021, cuando tanto las lluvias como el deshielo fueron sustanciales.

En lo que va de marzo, la hidráulica es la segunda mayor fuente de electricidad en España, solo por detrás de una eólica en zona de máximos históricos y a una distancia cada vez mayor de su más inmediata perseguidora, una nuclear que está empezando a tener que bajar potencia para dar cabida a unas renovables exuberantes. En estas dos primeras semanas largas de mes, el agua está cubriendo, por sí sola, más de la quinta parte de la generación total, exportaciones incluidas.

Balance de invierno

Según el balance climático del invierno presentado el viernes por la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), el último trimestre ha sido en su conjunto normal en cuanto a precipitaciones, con un valor medio sobre la España peninsular de 170,5 litros por metro cuadrado, el 90% de lo que suele llover en esta estación del año en el periodo de referencia 1991-2020. Febrero sí fue especialmente húmedo, pero no así diciembre y enero.

Ahora bien, si se toma como referencia los primeros seis meses del año hidrológico, que comenzó el 1 de octubre de 2023 y termina el 30 de septiembre de 2024, hasta ahora han caído en la Península 397 litros por metro cuadrado, lo que representa un 10% más de lo que suele llover en ese mismo periodo del año, que son 362 litros. Es, claro, una media: el reparto de estas precipitaciones han sido muy desigual por España. Como ha resumido Rubén del Campo, de Aemet, “las lluvias han estado claramente por encima de lo habitual en el noroeste de la Península y claramente por debajo en el tercio oriental, sobre todo en las regiones mediterráneas y en los archipiélagos”.

El resultado es que las reservas totales de agua en el conjunto de la Península, considerando tanto los embalses hidroeléctricos como los utilizados para riego o consumo humano, están hoy al 56,8% de su capacidad. Sin embargo, mientras en la España más húmeda el nivel de los pantanos de las Cuencas Internas del País Vasco se encuentran al 95,2% de su capacidad, los del Cantábrico Oriental al 93,2%, los de Galicia Costa al 92% y los de Cantábrico Occidental al 90,4%, en el otro extremo, en la península que más sufre ahora mismo los estragos de la sequía, los de Guadalete-Barbate están al 20,2%, los del Segura al 19,5% y los de las Cuencas Internas de Cataluña al 14,6%. Al mismo tiempo que en Cataluña siguen en emergencia y en otras zonas del mediterráneo continúan con las restricciones, en otras partes del país las centrales hidroeléctricas aprovechan sus abundantes reservas para soltar agua y producir electricidad.

Precios más bajos de la luz

El fuerte aumento en la actividad hidroeléctrica se ha dejado sentir, y de qué manera, en los precios. Más allá del viento, propiciado por los últimos frentes, y del sol, con cada vez más potencia fotovoltaica instalada, los saltos de agua fluyentes (no regulables) están siendo una pieza clave en el reciente descenso del mercado eléctrico español, que acaba de batir su mínimo semanal desde que hay registros.

La buena noticia de las lluvias recientes, además, es que están permitiendo hacer acopio para los próximos meses, cuando la subida de las temperaturas hará crecer la demanda y hará más necesaria el agua embalsada para cubrir la demanda en las horas en las que más electricidad requiera el sistema. La correlación entre agua y gas suele ser directa: cuanto mayor es la cantidad embalsada, menor es la necesidad de tirar de las centrales de ciclo combinado, las que cubren la demanda cuando las renovables y la nuclear no dan abasto.



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