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El pueblo que pasó de prototipo rural a núcleo tecnológico por los fondos europeos de recuperación

Motilla del Palancar alberga una planta de complementos de vehículos eléctricos que ha consolidado su proyecto de ampliación con las ayudas europeas

Una de las naves de la empresa Mahle, en el término municipal de Motilla del Palancar.
Una de las naves de la empresa Mahle, en el término municipal de Motilla del Palancar.Mònica Torres
María Fabra

El Ayuntamiento de Motilla del Palancar se jacta de que se haga referencia al pueblo, de forma recurrente, como prototipo de la España rural. La Fundación COTEC destaca que el municipio, de apenas 6.000 habitantes, concentra el 50,24% del empleo tecnológico de la provincia de Cuenca. Entre ambas afirmaciones está la fábrica de componentes electrónicos Mahle, que se hizo con 25,5 millones de euros de los fondos europeos del PERTE del vehículo eléctrico, lo que a juicio del alcalde montillano, Pedro Tendero, ha servido para consolidar el proyecto de crecimiento de la compañía en La Manchuela conquense.

Con la pandemia, Mahle tuvo que parar la producción y el peor de los temores invadió la comarca y a las cerca de un millar de familias a las que sostenía la fábrica. Las cuentas de la empresa no arrojan saldos positivos -dentro de un grupo alemán que cerró 2023 con récord en ventas y un resultado positivo con 26 millones de euros- y la inyección del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia del Gobierno con fondos de la Unión Europea ha permitido abordar los planes de desarrollo que el fabricante alemán tenía ya en 2017, cuando se instaló en Motilla, y que la crisis del coronavirus había desdibujado. La meta es llegar a los 1.800 empleos en 2026, con lo que superaría a la población del municipio más cercano, Campillo de Altobuey. De las tres plantas con las que cuenta en Motilla, la más innovadora y avanzada fue construida en 2022. “Dicho proyecto se pudo adelantar en el tiempo gracias a los fondos provenientes del PERTE y todavía se encuentra en desarrollo”, aseguran fuentes de la empresa.

En Motilla existe una extensión de la Escuela Oficial de Idiomas en la que se imparte alemán, una gran parte de los cursos de Formación Profesional, en un instituto con 750 alumnos, están orientados a la electrónica, la robótica industrial y los vehículos. Su empleabilidad es del 100%. Hay tres agencias de viajes y dos concesionarios de camiones. Varios ingenieros han vuelto a su pueblo. El alquiler empieza a ser un problema y la tasa de paro es residual. El dinero del PERTE ha sostenido la esperanza del mantenimiento de una planta y el impacto es evidente. El empleo ha frenado la despoblación. Motilla perdió habitantes después de 2010, cuando la tasa de paro se situó en el 25%, y vuelve a estar en sus índices más altos. El alcalde explica que, además de los 6.100 vecinos censados, han contabilizado, con datos de consumo de agua y de generación de residuos, cerca de otras 2.000 personas que trabajan y viven en el municipio, aunque no están empadronadas. Es el caso de José Miguel Fernández, que trabaja y vive en Motilla desde hace cinco años pero no se ha empadronado. Su historia es el ejemplo del impacto de Mahle y de las ayudas que ha recibido. Él hizo un grado medio de FP y comenzó a trabajar en la planta antes de la pandemia. Cuando llegó el coronavirus todo se paró. Ahora, la empresa le ha posibilitado compatibilizar sus horarios de trabajo con los estudios del grado superior de Automatización y Robótica Industrial. Para ello acude al instituto de Motilla, al aula ATECA, donde aprende con una cadena de producción a escala y una estación de almacenamiento inteligente. “Me han dado todas las facilidades”, asegura.

Alumno y profesor de FP de Automatización y Robótica Industrial en Motilla del Palancar.
Alumno y profesor de FP de Automatización y Robótica Industrial en Motilla del Palancar.Mònica Torres

Mahle no es solo Mahle. Junto a ella han crecido otras empresas, de logística, de transporte o auxiliares de los componentes electrónicos para los automóviles. El vicepresidente de la Diputación de Cuenca y alcalde de Campillo, Francisco López, sostiene que medio centenar de miembros de familias campillanas trabajan en la fábrica alemana, lo que supone el 70% de la gente joven del pueblo en el que, además, se ha instalado otra multinacional de control de calidad que trabaja para Mahle y que da trabajo a alrededor de medio centenar de personas. “He sido alcalde 22 años y podemos querer hacer muchas cosas, pero lo más importante es el número de habitantes y este solo se mantiene o crece con empleo”, afirma López.

Mahle nació sobre una pequeña fábrica, Nagares, que Herminio Navalón construyó en Motilla del Palancar, ubicada en un punto estratégico entre Madrid y Valencia y apenas a una hora de las ciudades de Cuenca y Albacete. Dio trabajo a unas 400 personas de las que muchas eran mujeres, empleadas en la cadena de producción, tal como recuerda el alcalde de Motilla, que destaca el espíritu precoz de Navalón, quien diseñó y desarrolló, entre otros, un dispositivo electrónico para regular los intermitentes de los vehículos. Mahle era cliente de Nagares y llegó un momento en el que las peticiones de complementos para los sistemas de movilidad electrónica empezaron a ser desmedidos. Fue entonces, en 2017, cuando los alemanes adquirieron las instalaciones.

La implantación de Mahle, el impulso de las ayudas del PERTE y la alineación de las administraciones en favor del apoyo a la industria están creando un ecosistema empresarial en torno a la electrificación del vehículo eléctrico en la región. Precisamente ese era el objetivo de Mahle al entrar en el consorcio de empresas que postuló por el Plan de Resiliencia con “varios de sus proyectos más novedosos”, según fuentes de la propia empresa.

Con la idea de que este impulso multiplique sus efectos, ayuntamiento, Diputación y Junta de Castilla-La Mancha trabajan en dos vertientes: aprobar un polígono de un millón de metros cuadrados de suelo industrial y posibilitar la potencia eléctrica que precisará la implantación de futuras compañías con una subestación de 60 megavatios, suficiente, previsiblemente, para las próximas dos décadas. “Tenemos un polígono pequeño con parcelas pequeñas para empresas de logística, pero necesitamos más porque estamos convencidos de que llegarán empresas auxiliares del mundo de la automoción”, asegura el alcalde de Motilla que cuenta, además, que ya ha habido empresas que se han interesado por el polígono, que estará finalizado en algo más de un año, por la cercanía con el puerto de Valencia, donde está abierta la licitación para la ampliación norte, lo que supondrá doblar la capacidad del tráfico de contenedores que tiene ahora.

Sobre la energía eléctrica que precisa la implantación de fábricas, tanto el alcalde como el vicepresidente de la Junta, José Luis Martínez Guijarro, se lamentan de lo mismo. Pese a estar rodeados de parques eólicos, la energía producida se evacúa en otras estaciones, sobre todo de la Comunidad Valenciana, y la única posibilidad de garantizarse la potencia suficiente para el desarrollo de la zona es con una inversión de cinco millones de euros en una subestación. “Siempre se ha puesto las industria allí donde se producía energía, pero ahora no es así. Necesitamos un cambio de normativa para no perder la posibilidad de industrializar aquellas zonas amenazadas por la despoblación”, afirma Guijarro.

En Mahle son conscientes de que su presencia promueve la implantación de otras empresas en su entorno y sostienen que será esto lo que permitirá que la compañía sea “referente mundial en cuanto a la e-movilidad”.

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