Michel: “Ahora es muy difícil un acuerdo sobre los eurobonos para financiar las inversiones que precisa la UE”
El presidente del Consejo Europeo cree que la siguiente Comisión Europea deberá tener la economía y las finanzas entre sus grandes prioridades
A la legislatura europea apenas le quedan unas semanas, pero desde todas las instituciones de la UE se afanan en marcar por dónde tiene que ir el camino de la siguiente. Y, la verdad, hay bastante consenso: preparar a la Unión para la próxima gran ampliación, con el gran reto de absorber a Ucrania; reforzarse en Seguridad y Defensa y estimular la competitividad de la UE para que no pierda el paso en la doble transición (verde y digital) frente a China y Estados Unidos. A este último asunto está dedicado el próximo Consejo Europeo; y su presidente, el belga Charles Michel, llega con la “intención de proponer un New Deal para Europa sobre competitividad”, anuncia a un grupo de periodistas de diferentes medios de la Unión, entre ellos EL PAÍS.
Michel, como tantos otros, esgrime ese concepto histórico creado hace casi 100 años por el presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt para combatir la Gran Depresión. Pero cuando explica en qué consiste su propuesta, empieza a alejarse de Estados Unidos. No cree que en la Unión se pueda resucitar a Alexander Hamilton, el primer secretario del Tesoro en Washington y quien mancomunó las deudas de las 13 primeras colonias norteamericanas tras su guerra de independencia para sembrar lo que hoy es Estados Unidos: “Yo soy muy belga. Eso significa que soy muy pragmático. Sé que a muy corto plazo es muy difícil llegar a un acuerdo sobre los eurobonos porque hay algunos países absolutamente reticentes a esa idea”. Habla de Alemania, Países Bajos, Austria y otros países de los llamados halcones fiscales, que cuando surge la idea afilan las garras.
No será la única vez que responda así a los periodistas, que le preguntarán varias veces y de diferentes formas sobre la posibilidad de financiar con deuda mancomunada la ingente cantidad de dinero que necesita Europa para financiar la doble transición sin perder competitividad. “Esto no significa que nunca vayamos a hablar del tema, pero a corto plazo, es difícil imaginar que podamos tomar una decisión sobre eurobonos”.
Quien también fuera primer ministro belga busca una alternativa más pragmática y la defiende con entusiasmo. Esta pasa por profundizar en el mercado único, un clásico de Bruselas. Y plantea avanzar hacia la Unión del Mercado de Capital, es decir, que haya realmente un mercado común de emisiones de deuda que permita captar el ahorro o una mayor integración bursátil. Para esto ha encargado un informe al ex jefe de Gobierno italiano Enrico Letta que este último presentará a los líderes de la UE en la cumbre.
La Unión de Capitales la lanzó hace 10 años el expresidente de la Comisión Europea Jean Claude Juncker. “Hemos perdido mucho tiempo”, admite Michel. ¿Por qué va a ser diferente ahora? “Creo que se ha dado un salto cualitativo en el tema […]. Hemos avanzado mucho políticamente con los jefes de Estado y de Gobierno en este tema”. Esos pasos adelante, al menos sus ideas muy generales, pueden leerse en el borrador de conclusiones que prepara para este Consejo, que coinciden mucho con las aprobadas en marzo por los ministros de Finanzas.
El presidente del Consejo piensa que por esta vía la UE puede movilizar parte de los cientos de miles de millones de euros que necesita para descarbonizar su economía sin que los precios se disparen. Y que las compañías europeas puedan lograr el capital que necesitan para invertir y así competir, al menos, en igualdad de condiciones frente a las del resto del mundo. “Hay [con esta unión] una manera, basada en el sentido común, de movilizar mucho dinero, para alimentar la economía europea. Haciendo más fácil para las empresas movilizar billones de euros del ahorro [de los europeos]”.
Pese a que parece convencido de que esta es la vía —y lo responde una y otra vez— sabe que esa tarea le corresponde a quienes estén al timón en el futuro próximo. “En el próximo ciclo institucional, la próxima Comisión, la siguiente Presidencia de la Comisión, tendrá que movilizarse mucho en cuestiones económicas y financieras”.
Junto a la profundización en el mercado único, Michel también muestra mucha fe en el Banco Europeo de Inversiones (BEI). “Puede ser un bazuca [financiero]. Necesitamos un bazuca”. Y con este propósito se muestra convencido de que “tarde o temprano” los Estados miembros tendrán que aportar más capital a la institución que ahora preside la española Nadia Calviño. “No tengo dudas sobre esto”.
Su pragmatismo belga impregna casi todas las ideas que lanza, también las que atañen a los tratados comerciales y a las vías que debe explorar la UE para asegurarse el suministro de materias primas clave para la transición ecológica. Para los acuerdos comerciales, pide a la Comisión más transparencia durante las negociaciones para poder implicar a las partes afectadas. Pero es sobre todo en las cadenas de suministro donde aflora el espíritu belga. “A nivel internacional, queremos promover nuestros valores democráticos. Y hay razones para promoverlos. Por otro lado, tenemos que defender nuestros intereses. Tal vez no sea agradable oírlo”. Viene a decir en estas palabras que si algunos principios (democráticos, medioambientales o de género) se ponen por encima de todo, será difícil “trabajar y asociarse” con Estados alejados de estos valores que, en cambio, son ricos en materias primas y minerales.
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