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El campo busca pasar página a un año negro: la sequía hunde las cosechas de cereales, aceite o vino

Los agricultores sufren en 2023 una campaña ruinosa que ha provocado que el precio de los alimentos se dispare

Sequía 2023
Vista del embalse dela Sierra Boyera, en Córdoba.Salas (EFE)

Los graves efectos provocados por el cambio climático, especialmente por la sequía, fueron los principales protagonistas del sector agrario en 2023. La caída del volumen total de las producciones se estima en el 8%, pero con un incremento de los precios del 12%. La entidad UPA apunta que fue el peor año de la historia desde que hay registros por los efectos del clima. Desde diferentes organizaciones provinciales de Asaja se destacan los problemas de la sequía y los costes al alza. El ejercicio pasado estuvo marcado por los mayores costes derivados de las nuevas exigencias en materia de sostenibilidad de los suelos y de las medidas sobre bienestar animal. La campaña, según la asociación agraria COAG, estuvo dominada por la nueva Política Agraria Común (PAC), la inestabilidad y la incertidumbre, que golpearon especialmente a los cerealistas y a las explotaciones familiares. Lo hicieron en menor medida a las grandes corporaciones, que están desembarcando en el sector agrario para operar con economías de escala que les permiten sortear los problemas que tiene la pequeña explotación.

El clima adverso tuvo también otros efectos. La siniestralidad agraria registró su cifra más alta con 1.200 millones de euros, frente a unas primas de 800 millones que provocaron un debate sobre la viabilidad y las salidas al seguro agrario, donde las empresas barajan básicamente elevar las primas, reducir las coberturas y más subvenciones para ajustar resultados. Agricultura aportó 40 millones más de fondos hasta los 358 millones, pudiendo llegar las subvenciones hasta el 70% de las primas para jóvenes profesionales.

Frente a esta situación y para paliar sus efectos, desde el Ministerio de Agricultura se destinaron al campo, de forma extraordinaria, más de 1.000 millones de euros en ayudas directas fundamentalmente para paliar los efectos de la sequía y los derivados de la invasión de Ucrania. De estos, 300 millones fueron para compensar la compra de fertilizantes, 240 para apoyar la compra de gasóleo y 355 millones para ayudas a los sectores ganaderos, a razón de 157 euros por vaca de carne, 61 por vaca de leche, 18 por cabeza de ovino y caprino de carne y 11 por ovino y caprino de leche. Otros 268 millones se destinaron a los agricultores y cinco a los apicultores.

Por la sequía se hundió la cosecha de cereales a poco más de 10 millones de toneladas, frente a los 17 de la campaña anterior, y los 24 de 2021. En el olivar, por sequía y falta de agua para riego, ya se encadenan dos años de hundimiento de la cosecha de aceite de oliva con menos de 700.000 toneladas, a pesar del importante avance de las superficies en regadío y en espaldera por goteo. En este caso, a diferencia de los cereales, la caída en volumen se está compensando parcialmente con la subida disparada de los precios hasta más de ocho euros el litro. El impacto negativo es una reducción en la demanda en más del 40% tanto en el mercado interior como exterior.

Menor producción de vino

El vino fue otra de las producciones afectadas por la sequía, con una producción de solo 30,6 millones de hectolitros frente a los 35,7 de la campaña anterior. Al problema de la caída de la producción, se suma la permanente caída de la demanda en el mercado interior, hasta solo menos de 10 millones de hectolitros. También en el exterior se vende menos vino ante a la competencia de terceros países en el segmento bajo de las cotizaciones.

La falta de pastos por la sequía afectó al conjunto de las explotaciones de ovino y vacuno extensivo en todo el territorio al suponer unos mayores gastos en la compra de forraje, mientras, en la parte positiva, bajaban los precios de los cereales. Siguió la reducción de explotaciones, que en el vacuno de leche se situó ya en menos de 11.000. En el vacuno de carne, el sector se benefició de los ajustes en los precios de los cereales, si bien se mantuvo el recorte de explotaciones y censos por la reducción del consumo y un aumento de las importaciones más baratas desde otros países comunitarios como Polonia. Ovino y caprino siguen su línea de ajuste tanto en la producción como en demanda. La sequía afecta igualmente a los costes de producción del cerdo ibérico de la dehesa, con una reducción de los sacrificios en más de un 13%.

En el porcino de capa blanca, el problema no fue la sequía, sino los incrementos de los costes que se compensaban con un incremento de los precios de venta aupados por un aumento de las exportaciones, especialmente a China. La recuperación de la cabaña de ese país, tras superar la peste porcina, supone hoy un interrogante importante para el sector, con una producción elevada pensada en el exterior que trata de abrir nuevos mercados para seguir creciendo. En el sector ganadero en su conjunto destaca este año la aparición de la Enfermedad Hemorrágica Epizoótica que pasó de Andalucía a todas las comunidades autónomas.

Aplicación de la PAC

Hace un año por estas fechas, Agricultura sacaba contra reloj una importante batería de disposiciones para aplicar la reforma de la Política Agrícola Común (PAC) donde entre otros puntos novedosos destacan aspectos como la política redistributiva para las pequeñas explotaciones o los techos en las ayudas junto a nuevas medidas medioambientales como los porcentajes sobre barbechos, la rotación de cultivos y la implantación de los ecorregímenes o prácticas medioambientales más estrictas para acceder a mayores ayudas, donde un dato positivo es que se hayan acogido a los mismos agricultores ganaderos de forma masiva con más de 22 millones de hectáreas.

Entre otras actuaciones cabe destacar, por su interés para la rentabilidad de la actividad, la aplicación de la Ley de la Cadena para garantizar que la industria y los operadores pagan a los agricultores y ganaderos los costes de producción. El sector reconoce los avances, aunque considera que hay puntos negros y la necesidad de mayores controles.

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