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Francia y una veintena de países de la OCDE promueven una alianza para relanzar la nuclear

El comisario europeo Breton defiende el “papel central” de la atómica en la lucha contra el cambio climático y pide financiación pública internacional. Von der Leyen, abierta a dar ayudas al sector

Central nuclear de Gravelines, en el norte de Francia, el 22 de agosto.
Central nuclear de Gravelines, en el norte de Francia, el 22 de agosto.Thierry Monasse (Getty Images)

Francia, embarcada en un programa nuclear que debe llevar a la construcción de un mínimo de seis nuevos reactores, promueve una alianza global para desarrollar esta fuente energía. Una veintena de ministros de la Unión Europea y de aliados como Reino Unido, Estados Unidos, Canadá, Japón y Corea del Sur han defendido esta semana en París que, sin más reactores atómicos, será imposible alcanzar los objetivos de reducción de emisiones contaminantes. Y han reclamado financiación pública internacional para desarrollar este sector industrial cuestionado tras el accidente de Fukushima en 2011, y al que potencias económicas como Alemania han renunciado.

Con su presencia y sus palabras en la conferencia, titulada Nuevas hojas de ruta hacia lo nuclear, el comisario europeo del Mercado Interior, el francés Thierry Breton, dio a entender que Bruselas apoya la renuclearización. Pocos días antes, la presidenta de la Comisión Europa, Ursula von der Leyen, se había mostrado abierta a abrir la mano de las ayudas públicas al sector, consciente de que, hoy por hoy, sin ellas no es viable. Así lo dejó caer durante una visita a la República Checa, junto con Polonia y la propia Francia uno de los pocos países europeos que ha mostrado un interés firme por nuevas instalaciones nucleares.

En el comunicado final de la reunión, los países participantes piden a bancos multinacionales de desarrollo, instituciones financieras y organizaciones regionales que “consideren financiar la energía nuclear” y que, a la hora de determinar las inversiones limpias, la “clasifiquen” junto a “otras fuentes de energía de bajas o nulas emisiones”.

“Para descarbonizar necesitamos electricidad: mucha”, dijo Breton al inicio de la conferencia, celebrada en la sede parisina de la OCDE. Y añadió: “Las medidas de eficiencia energética y las inversiones masiva en renovables ayudarán, claro, pero sabemos que no bastará. Por eso, la energía nuclear tendrá un papel central”. El comisario dejó claro que para ello “se necesita intervención pública” y llamó al Banco Europeo de Inversiones (BEI), “que apoya las políticas de la Unión Europea, incluidas las climáticas” a “considerar su apoyo a los proyectos de energía nuclear”. Hasta ahora, las renovables centran la financiación energética del BEI. El organismo está en plena elección de un nuevo presidente, un proceso en el que el apoyo francés se antoja fundamental.

El encuentro de dos días en la capital francesa, que ha concluido este viernes y que se ha desarrollado casi íntegramente a puerta cerrada, sirvió a los países con industria nuclear para exhibir músculo. Se trataba de demostrar ante naciones como Alemania o España —que han cerrado sus centrales o que tienen un calendario nítido de cierre— que la energía nuclear no ha quedado obsoleta. Al contrario: el objetivo, dicen, debe ser movilizar esfuerzos para resucitar esta industria, cooperando en la tecnología, la innovación y la formación de personal. Participaron, además de ministros y representes de una veintena de países, dirigentes de empresas del sector.

Un informe de la Agencia de Energía Nuclear (NEA, por sus siglas en inglés), el organismo adscrito a la OCDE que auspiciaba el encuentro, junto al ministerio francés de la Transición Energética, señala que para alcanzar el objetivo de cero emisiones en 2050 “requiere triplicar la flota nuclear”.

El Gobierno francés: “La nuclear ha vuelto”

“Claramente, lo nuclear ha vuelto”, dijo la ministra francesa de la Transición Energética, Agnès Pannier-Runacher, en la apertura de la conferencia el jueves. “La energía nuclear es una ventaja importante a la vez para nuestra seguridad energética y para nuestros compromisos climáticos”.

En su defensa de la energía atómica, Pannier-Runacher dijo que “una estrategia de descarbonización” basada únicamente en las renovables “plantea problemas reales”. Citó “el carácter intermitente de las energías renovables”, lo que, al contrario que la energía nuclear, “no permite responder a la demanda de manera pilotada”. Y argumentó que, en el contexto de la guerra en Ucrania, la autonomía energética se ha convertido en una cuestión “estratégica” a la que la atómica permite responder: “No podremos limitar el calentamiento climático a 1,5 grados [respecto a la era preindustrial] sin la energía nuclear”.

En la UE, Francia ha impulsado una alianza por la energía nuclear que cuenta con 12 miembros —Bulgaria, Croacia, República Checa, Finlandia, Francia, Hungría, Países Bajos, Polonia, Rumanía, Eslovenia, Eslovaquia y Suecia— y dos observadores, Bélgica e Italia. Polonia, el país que más depende del carbón (de largo la fuente de electricidad más contaminante), acaba de desvelar sus planes para poner en marcha su primera central nuclear.

Aun considerando “necesaria” una estrategia conjunta en favor de la energía atómica en Europa, Henryk Anglart, profesor de Ingeniería Nuclear del Real Instituto de Tecnología de Suecia, no cree que ese vaya a ser el caso. Sí constata, en cambio, un notable cambio de tono en algunos países: ahí están, dice, los casos ya mencionados de Francia y Polonia, pero también los del Reino Unido, Finlancia o Suecia.

Escasez de constructores

“Con los Estados cortos de dinero y la capacidad del sector al límite, no parece que los ingredientes fundamentales para un revival estén sobre la mesa”, dice Mycle Schneider, consultor y ambientalista alemán que ha desarrollado la mayor parte de su carrera en Francia. Pone el foco, sobre todo, en la ausencia de empresas con experiencia en el sector: “La industria [nuclear] europea es hoy sencillamente inexistente. En los 30 últimos años solo se han iniciado dos reactores y uno de ellos, Flamanville 3 [precisamente, en Francia] sigue aún en construcción, con un retraso de unos 12 años respecto al calendario inicial: lo que era un proyecto para demostrar su competencia se ha convertido en una demostración de incompetencia y sobrecostes”, expone por correo electrónico.

Framatome —antiguamente conocido como Areva, el icónico desarrollador francés de centrales nucleares por excelencia— es filial de la eléctrica EDF, recientemente nacionalizada y que, recuerda Schneider, acumula una deuda neta de 65.000 millones de euros. “¿Otros potenciales constructores de reactores en Europa?”, se pregunta retóricamente. “Westinghouse cayó en bancarrota en 2017 y su negocio actual es el combustible [nuclear] y los servicios de decomisionado de centrales: un mercado seguro y promisorio”, desliza con sorna. “Los desarrolladores chinos CNNC y CGN están en la lista negra de EE UU, y eso hace virtualmente imposible que puedan trabajar en Europa. Y la coreana Kepco está muy endeudada, nunca ha trabajado aquí, y su única experiencia [internacional] es un proyecto en Emiratos Árabes Unidos en condiciones inimaginables en Europa”.

El futuro de la nuclear, en los emergentes

“No me extraña que la UE y muchos países europeos consideren seriamente la nuclear como una opción. Es lógico. Pero empezar a construir no lo veo: el futuro de esta energía está en China, en India, en Corea y en otros países emergentes. Hay un consenso en que el futuro de la energía nuclear no depende de Europa”, sostiene Alejandro Zurita, ex jefe de cooperación internacional de investigación nuclear de Euratom. “Las eléctricas europeas no están interesadas para nada en construir centrales nucleares por el riesgo financiero y económico que se podría producir por posibles cambios en contextos políticos o normativos durante una construcción”.

“La energía nuclear es una pieza clave en la infraestructura energética europea, aportando alrededor de la mitad de la electricidad libre de emisiones”, contrapone Jacopo Buongiorno, del Massachusetts Institute of Technology (MIT), que apunta al este del continente como lugar clave para su desarrollo futuro: “Polonia, Hungría, República Checa, Eslovaquia, Bulgaria, Rumania y Estonia ya tienen centrales o están planeando nuevas. Eso me lleva a pensar en un regreso de la nuclear a Europa en los cinco o diez próximos años”.

Tanto Buongiorno como Zurita, se cuentan entre los que creen que la energía atómica no está reñida con las renovables, sino que ambas son “complementarias”. “La nuclear ofrece un suministro estable las 24 horas del día, llenando los vacíos de la solar y la eólica, que sí son más baratas”, desliza el primero. “El debate sigue anclado 30 años atrás, cuando la disyuntiva era entre nuclear y renovables. Ya no es así: la nuclear tiene sus riesgos y el problema de los residuos, pero está claro que limita las emisiones de CO₂ y que es compatible con la solar y la eólica”, completa el segundo. “El futuro es renovable, no cabe ninguna duda y la apuesta de la UE en ese sentido es muy buena, pero eso no quiere decir que tengamos que cerrar las centrales en operación, como ha hecho Alemania”.

En el mundo hay hoy 440 reactores volcando electricidad a la red, y otros 45 más en construcción. Desde diciembre de 2019, justo antes de la pandemia, han empezado a construirse 29 reactores en todo el mundo: 18 en China y otros 11 a cargo de empresas rusas en países como la India, Egipto, Turquía y en la propia Rusia. La comparativa con las renovables, en cambio, es difícilmente sostenible: China, el país que más ha apostado por la atómica, conectó a la red eléctrica poco más de dos gigavatios de esta tecnología, frente a los 125 de solar y eólica.

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