La sequía asfixia al campo: “Nunca habíamos tenido un año tan catastrófico”
La falta de lluvias reduce las cosechas y lleva las indemnizaciones por daños a un récord histórico. Los altos costes y la tendencia a la baja de algunos precios internacionales lastran al sector agrario
En el campo están acostumbrados a tener un mal año, pero 2023 va camino de batir récords. “Llevo toda la vida en esto y nunca habíamos tenido una situación tan catastrófica”, remarca Javier Fatás, productor de cereales en el municipio de Cadrete (Zaragoza). “Es un año excepcional”, insiste. La sequía ha asfixiado sus tierras: apenas ha logrado cosechar un 25% de la superficie habitual. “Es una situación dura, por la falta de agua y por las olas de calor, pero además los costes siguen disparados y los precios de los cereales, que los marca el mercado internacional, van a la baja”, explica el agricultor, que también es responsable de Agua y Medio Ambiente de la organización agraria COAG.
El panorama es complicado. La sequía ha supuesto un duro golpe para el campo y las lluvias caídas recientemente no han arreglado gran cosa. Al impacto de la falta de agua, que se ha traducido en una reducción de las cosechas, hay que añadir el fuerte incremento de los costes que afrontan agricultores y ganaderos, con subidas medias del 30% sobre todo por los precios del gasóleo y de los fertilizantes. En este bucle de factores negativos para el sector agrario, hay que tener en cuenta un tercer elemento: si en 2021 y 2022, las cotizaciones en los mercados internacionales, que determinan buena parte de los precios de los cultivos, iban al alza en general por los efectos de la guerra en Ucrania, ahora la tendencia ha cambiado y no compensan los menores ingresos que tiene el campo por la caída de la producción.
En este escenario, los cereales se llevan la parte más negativa. La cosecha alcanzará este año 10,2 millones de toneladas, un 42,36% menos respecto a la pasada campaña, según la última estimación de Cooperativas Agroalimentarias de España. La producción media habitual es de 17 millones. A esta situación se suma la caída de los precios desde el pasado otoño por la evolución del comercio exterior y las buenas producciones en otras zonas de la Unión Europea, Estados Unidos o Brasil. Los intereses de los grupos multinacionales del sector, que en los últimos meses han invertido en la producción de cereales atraídos por rentabilidades pasadas, ha incrementado la oferta y presionado a la baja los precios todavía más.
Para el cerealista español, la campaña ha sido una ruina por esa confluencia de elementos: cosecha corta, precios bajos y aumento de costes. “Los precios de importación marcan los de aquí”, puntualiza Javier Fatás. Esta situación se repite en el cultivo del girasol, con una producción bajo mínimos y los precios a la baja por las importaciones, especialmente del Este de Europa.
La lista de cultivos diezmados es larga. El viñedo sufre una reducción de cosecha entre el 20% y 40% sobre lo que se considera una producción media normal, según las estimaciones de COAG. La zona sur del país es la más perjudicada. “Todos los cultivos van a verse afectados, no solo por los recortes de este año, sino por el déficit que arrastran de la campaña anterior”, afirma Fatás. En frutos secos, en el caso de la almendra, la organización agraria prevé que la cosecha sea entre un 30% y un 50% menor sobre las previsiones realizadas en junio.
Menos abejas
Hasta los apicultores están alzando la voz de alerta. En muchas regiones no se ha dado una completa floración por la escasez de agua. Sin ella, las abejas tienen más difícil alimentarse. Lo sabe bien Juan José González, apicultor de 37 años de Ohanes (Almería). “Esto es desesperante. Entre la sequía y un ácaro, la varroa, las abejas no producen apenas”, explica por teléfono. Tiene cerca de 600 colmenas y la producción ha pasado de 12.000 kilos en 2022 a unos 3.000 este año. “No solo es el consumo individual, la miel se vende mucho para cosmética o para hacer turrones, y se importa mucha cantidad de otros países”, explica. Entre los principales países importadores, están Portugal, Uruguay, Alemania, China y Polonia.
Hay un caso que destaca sobre el resto: el olivar. En la campaña pasada, la cosecha se desplomó un 55% respecto a la anterior. Y esa tendencia continúa. Pero los precios no se han moderado como en el caso de los cereales, sino todo lo contrario: hay cotizaciones récord en origen, por encima de los ocho euros el kilo. En el caso del virgen extra, se puede encontrar por encima de los 10 euros en los supermercados. ¿A qué se debe esta excepción? España el primer país productor, por lo que su situación y mercado son la referencia mundial. Es decir, en el aceite, España marca el precio. “Desde que analizo el sector, en 1978, nunca había visto dos cosechas malas seguidas”, asegura Tomás García Azcárate, ingeniero agrónomo del CSIC y experto en política agraria europea.
La sequía ha afectado también muy negativamente al sector ganadero, fundamentalmente a las cabañas extensivas de vacuno y de ovino. También en la dehesa en el cerdo ibérico, fundamentalmente en la mitad sur de la península, por falta de pastos y transporte de agua al campo.
Indemnizaciones y mano de obra
Las bajas cosechas han disparado las indemnizaciones de los seguros agrarios, que garantizan al agricultor el cobro de una determinada cantidad. Así, en julio pasado, el importe total ascendía a 907 millones de euros, por encima de todo 2022, cuando ya se logró un récord histórico de 806,71 millones, según los datos de Agroseguro, que gestiona los seguros agrarios en nombre de las entidades aseguradoras. Los principales siniestros de este año van vinculados a la sequía del primer semestre. Además, las lluvias llegaron, en forma de tormenta, durante los meses de mayo, junio y la primera semana de julio, cuando ya era demasiado tarde para los herbáceos de secano (cereal de invierno, legumbres...) y causaron muchos daños en otras producciones por el efecto del pedrisco o las inundaciones. El solapamiento de las cosechas también ha provocado este verano algunos problemas de mano de obra.
Las indemnizaciones de los seguros —las primas contratadas por los agricultores están subvencionadas entre un 40% y un 70% por las administraciones— suponen un pequeño balón de oxígeno para el sector agrario, aunque la mayoría de la superficie agrícola no está asegurada. También pueden aliviar ligeramente la situación las lluvias recién caídas. “Le vienen bien a las hortalizas de otoño, aunque está volviendo a hacer calor. Creo que suponen un respiro, pero no van a cambiar el panorama”, advierte García Azcárate. Puede darse al menos una moderación general de los precios de los alimentos en los supermercados, aunque la incertidumbre es muy grande. También está la duda de qué consecuencias tendrán las restricciones de paso en el canal de Panamá por la sequía, y su impacto en la disponibilidad de algunos alimentos, según advierte el experto.
Todo apunta a que la era de los alimentos baratos ha tocado a su fin. “Las tensiones en los precios van a continuar, y esto va a tener incidencia en las crisis alimentarias e intensificar los fenómenos migratorios”, afirma Manuel Corrales, profesor de Economía y Empresa de la Universidad Europea. Cree que la situación se va a mantener “como mínimo hasta 24%”. El IPC de los alimentos se ha moderado, desde las subidas anuales superiores al 15% que se registraron en 2022, pero en julio seguían en el 10,8%. En los mercados internacionales, además, aunque la tendencia es a la baja desde hace meses, el nivel de precios sigue siendo históricamente alto. Es decir, puede que los precios se moderen o bajen en algunos casos, pero se mantienen muy elevados igualmente, a juicio del economista. “Estamos ante un problema muy gordo, que afecta a alimentos básicos y perjudica sobre todo a las rentas más bajas”, remata.
A medio plazo, los expertos coinciden en que el campo tendrá que ir adaptándose al cambio climático. Y, a corto plazo, la vía es, según García Azcárate, reforzar las ayudas públicas. Fuentes del Ministerio de Agricultura señalan que entre marzo de 2022 y mayo de 2023, se han acumulado un volumen de ayudas estimadas en más de 4.000 millones de euros, tanto para hacer frente a la sequía como a las dificultades por las que atraviesa el sector como consecuencia de la guerra en Ucrania. Este paquete de apoyos incluye ayudas directas extraordinarias del Gobierno (1.380 millones de euros), además de rebajas fiscales (módulos del IRPF y exención del IBI rústico para las explotaciones agrarias); incremento de la subvención a la contratación de seguros agrarios; líneas de financiación en condiciones ventajosas (ICO-MAPA-SAECA) y otras medidas de ámbito laboral y social.
La innovación como respuesta
Frente a la sequía, una de las respuestas más importantes en los últimos años se ha producido desde la innovación. Empresas integradas en la patronal Anove (Asociación Nacional de Obtentores Vegetales), trabajan en la edición de genes de los cultivos para reforzar las plantas de cara a que afronten mejor situaciones como la sequía o las plagas. Se trata de un sistema diferente de la acción transgénica, prohibida en la UE, que se basa en la introducción de genes ajenos a los cultivos. Gracias a este sistema se han logrado producciones importantes especialmente en cereales u oleaginosas con unas dosis mínimas de agua.
Contra la sequía se han desarrollado igualmente nuevos sistemas, pasando del riego a manta o por inundación a otros más localizados para producciones como el olivar, el viñedo, las frutas y hortalizas, y en riegos por aspersión en los herbáceos. Se avanza igualmente en la reducción del uso de agua en producciones ganaderas, siguiendo el ejemplo de países semidesérticos donde la genética ha logrado animales más resistentes a la sequía. En esta línea se halla la iniciativa comunitaria sobre Nuevas Técnicas Genómicas analizada en el martes pasado en la reunión de ministros de Agricultura de la UE en Córdoba.
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