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La odisea de alquilar habitación: “Es como buscar trabajo”

El arrendamiento por estancias dispara los precios mientras los propietarios tratan de esquivar la Ley de Vivienda

Ana Pac y Gonzalo Bernal, en el apartamento que alquilan en la calle de Rocafort (Barcelona).
Ana Pac y Gonzalo Bernal, en el apartamento que alquilan en la calle de Rocafort (Barcelona).Gianluca Battista
Josep Catà Figuls

Habitación con baño compartido en la mismísima Puerta del Sol de Madrid: 875 euros al mes. La habitación, anunciada en el portal pisocompartido.com, es una de las seis que tiene el apartamento. Si todas se alquilan por el mismo precio, la renta mensual que se lleva el propietario sale a 5.250 euros, más del doble de lo que, según el portal Idealista, cuesta de media el alquiler convencional en esa zona, y casi 2,5 veces más que el salario medio de la comunidad. La propietaria, además, especifica que no vive en el piso: lo alquila por habitaciones. Contactada por este periódico, no contesta ni por qué ha optado por esta fórmula, ni qué tipo de contrato usa con los inquilinos. Otro anuncio de una habitación, en Chamartín, lo pone directamente un agente inmobiliario: 600 euros incluyendo gastos, un mes de fianza y “gastos administrativos” de 250 euros. Eso sí, el propietario proporciona la cuenta de Netflix.

Los portales inmobiliarios alertan de que cada vez hay más anuncios de habitaciones, y de que su precio se ha disparado: el alquiler medio de una habitación en España es de 405 euros al mes, según Pisos.com, casi un 6% más que el trimestre anterior. Barcelona es la ciudad donde son más caras (631 euros de media), seguida de Madrid (477 euros), Palma (473) y Vitoria-Gasteiz (448).

Ante estos precios, quienes buscan habitación acuden primero al boca oreja y a las redes sociales, especialmente ahora, con el nuevo curso universitario a punto de empezar. “En este tipo de anuncios suelen caer más los extranjeros, que se lo pueden permitir. Pero sí que es cierto que al pagar estos precios contribuyen a crear un mercado de la vivienda que la gente no puede pagar”, dice Igone Franco, de 25 años. Es de Bilbao, pero desde hace varios cursos se traslada en septiembre a Barcelona y busca piso o habitación. “Este verano no quería buscar un piso entero y preferí buscar una habitación. La busqué por Instagram. Puede ser bastante violento, es como buscar trabajo, se crean dinámicas un poco raras”. Al final encontró una habitación por 330 euros con gastos incluidos. “De precio está bien, pero no es muy grande y es un entresuelo”, dice.

Gonzalo Bernal, de 21 años, también tuvo suerte al encontrar una habitación en la capital catalana por 240 euros, porque el piso era de la familia de un compañero de carrera. Pero este septiembre alojará a un amigo en una especie de trastero porque no encuentra ningún sitio decente y barato: “Este año se ha notado mucho, la gente ha tenido que irse a barrios alejados, ya que en algunos sitios los precios han crecido mucho. Todo el mundo tiene alguna mala experiencia: revisiones de contrato cuando no toca o problemas para recuperar la fianza”.

En ciudades como Málaga los precios también se han disparado. Marta Beltrán, de 22 años, busca una habitación por un máximo de 350 euros, ya que vivirá en la ciudad para trabajar en un empleo mileurista. Ha preguntado por Twitter e Instagram, porque a estas alturas “ya está todo alquilado, y lo que queda es muy caro”. Desde 2019, cada curso busca habitación en Málaga, y reconoce que en este tiempo los alquileres han ido subiendo. “Una vez pagué mucho dinero para entrar en una habitación que encontré por una inmobiliaria, y era una habitación en muy malas condiciones. Los caseros se han vuelto unos aprovechados”, afirma.

Con la estrategia de alquilar por habitaciones, algunos propietarios persiguen una rentabilidad aún mayor que la del alquiler de pisos enteros, aunque estos también están en precios muy elevados, especialmente en las ciudades. Los alquileres se encarecieron un 20% entre 2016 y 2021, según los datos del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana. En Barcelona, según los datos extraídos por la Generalitat de las fianzas depositadas, cuesta 1.087 euros al mes de media.

Ferran Font, director de estudios de Pisos.com, cree que esta tendencia de alquilar por habitaciones no busca solo una mayor rentabilidad, sino esquivar la Ley de Vivienda, que entró en vigor en mayo. Aunque una parte de las medidas de esta norma depende de su aplicación por parte de las comunidades autónomas (sobre todo, el control de los precios), la ley sí establece un tope al aumento de los alquileres para los próximos años, normas para grandes tenedores y la obligación de que los honorarios de las agencias inmobiliarias los pague el arrendador y no el inquilino.

Falta de regulación

“Los propietarios se ven indefensos e intentan esquivar la ley sacando su inmueble del alquiler convencional de larga duración. Así ha surgido el alquiler de corta duración y el alquiler por habitaciones, fórmulas que no están previstas en ninguna ley”, resume Font, que piensa que estas casuísticas deberían tener una regulación más homogénea. El precio del alquiler de habitaciones solía crecer entre un 1% y un 2% cada año, pero ahora está disparado, explica Font: “Sobre todo en Madrid y Barcelona, pero también en ciudades como Valencia, Málaga o Granada. Históricamente, era un mercado muy relacionado con la actividad estudiantil, pero ya no es solo este colectivo el que lo necesita”.

De hecho, según un estudio de Fotocasa, el 44% de los españoles que comparte piso lo hace no por gusto, sino porque no puede pagar uno completo. Y además, es el grupo más desprotegido: un estudio de mayo del Instituto de Investigación Urbana de Barcelona (institución vinculada al Sindicato de Inquilinos) apuntaba que casi el 70% de las personas que no tienen contrato formal de alquiler en realidad lo que alquilan es una habitación.

“Ya advertimos que la Ley de Vivienda está incompleta y tiene demasiados agujeros”, explica Jaime Palomera, cofundador del Sindicato. Palomera recuerda que el alquiler de habitaciones “no es nuevo, pero crecerá, como todas las fórmulas que no están reguladas”, y resalta las dificultades de no tener contrato: “Implica que será más complicado recuperar la fianza o evitar que te obliguen a pagar los honorarios. Si el mercado de alquiler ya es una jungla, el de habitaciones aún lo es más”.

Palomera define de una manera distinta lo que Font califica de “indefensión” de los propietarios: “El legislador era consciente de estos agujeros, pero no los quiso regular. Había gente que decía que había que dar una vía de escape al sector. Hay actores en el mercado inmobiliario que esperan sacar una rentabilidad del alquiler muy superior a la de muchos productos financieros, y ahora esto se sistematiza en aplicaciones móviles en las que puedes invertir comprando habitaciones”.

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Sobre la firma

Josep Catà Figuls
Es redactor de Economía en EL PAÍS. Cubre información sobre empresas, relaciones laborales y desigualdades. Ha desarrollado su carrera en la redacción de Barcelona. Licenciado en Filología por la Universidad de Barcelona y Máster de Periodismo UAM - El País.

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