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Los bancos centrales apuntalan el mensaje de mano dura contra la inflación

Los gobernadores del BCE, la Fed y el Banco de Inglaterra avanzan más subidas de tipos pese a suavizarse la escalada de precios y no descartan la recesión. La política de Fráncfort hace saltar chispas en Italia

De izquierda a derecha, Kazuo Ueda (Banco de Japón), Jerome Powell (Reserva Federal), Christine Lagarde (BCE), Andrew Bailey (BoE) y la periodista Sara Eisen.
De izquierda a derecha, Kazuo Ueda (Banco de Japón), Jerome Powell (Reserva Federal), Christine Lagarde (BCE), Andrew Bailey (BoE) y la periodista Sara Eisen.BCE (BCE)
Amanda Mars

La mano dura del Banco Central Europeo (BCE) contra la inflación ya ha hecho saltar las primeras chispas entre socios del euro. La primera ministra italiana, Georgia Meloni, calificó este miércoles de “simplista” la política restrictiva del Eurobanco, que lleva ocho subidas consecutivas de los tipos de interés, y alertó del daño que podía provocar en la economía, en línea con lo que el día anterior habían manifestado otros miembros de su Gobierno. Italia acaba de publicar su mejor dato de inflación en 14 meses, una tasa del 6,4% en junio, y la presidenta del BCE, Christine Lagarde, había dejado claro que iba a tardar en dar por terminadas las subidas del precio del dinero.

El episodio explica bien el momento que atraviesa el BCE y otros bancos centrales. La inflación se ha suavizado en la zona euro —especialmente en países como España, con una tasa del 2,9% en mayo en términos armonizados, cuando la meta es el 2%—, la actividad da ya muestras de clara ralentización —la zona euro se encuentra en recesión técnica— y la presión ambiental está creciendo sobre los timoneles de la política monetaria. Pero ni Fráncfort, ni Washington ni Londres ven cerca el momento de aflojar las bridas. El foro anual del BCE que terminó este miércoles en Sintra (Portugal) sirvió para apuntalar este mensaje, sobre todo ante unos mercados incrédulos en los últimos meses.

Tanto Lagarde, como el presidente de la Reserva Federal estadounidense (Fed), Jerome Powell, y el gobernador del Banco de Inglaterra, Andrew Bailey, avanzaron que con toda probabilidad vienen más subidas de tipos y que la estrategia restrictiva se mantendrá tanto tiempo como haga falta para asegurar el retorno al objetivo de inflación. “Aunque la política es restrictiva, puede que no haya sido lo suficientemente restrictiva y que no lo haya sido además durante el tiempo suficiente”, señaló Powell en una mesa redonda que puso fin al tradicional encuentro sobre banca central.

Subiendo los tipos de interés, los bancos centrales encarecen los préstamos, con lo que enfrían la economía y contienen la escalada de precios, pero una sobredosis de esta medicina puede provocar recesión y destrucción de empleo. Powell no la descartó en Estados Unidos, aunque aseguró que “no es el caso más probable”. Christine Lagarde, sin embargo, se mostró menos confiada en el caso de la zona euro. Las proyecciones oficiales del BCE contemplan un retorno a la meta de inflación sin entrar en recesión, pero la presidenta del Eurobanco las citó con distancia. Recordó que se han encadenado dos trimestres negativos, aunque por solo una décima, y apuntó: “el indicador de pedidos industriales no dan esperanza de una fuerte recuperación”. Lagarde no aventuró nada sobre la próxima decisión, en septiembre, y recordó que para entonces habrá un conjunto de datos nuevos para estudiar. “Decidimos reunión a reunión”, señaló, como hace a menudo.

En su última reunión, de junio, la Fed mantuvo los tipos en el 5,25%, pero solo puede interpretarse como una pausa. Powell recalcó que son posibles al menos dos subidas más. En la zona euro los tipos han subido 400 puntos básicos en un año y, con el incremento que se descuenta en julio, se encontrará en el nivel más elevado de los últimos 22 años. Sobre el papel, más allá del próximo repunte, no hay nada decidido, pero en política monetaria las decisiones sobre los tipos pesan casi tanto como las palabras en las que se envuelven y en esta edición del foro de Sintra el mensaje de Lagarde se situó más cercano a la línea de los halcones, es decir, los más ortodoxos con los objetivos de inflación.

En la mesa con sus colegas se mantuvo en la línea del discurso del día anterior y añadió que el Eurobanco aún no ve “pruebas tangibles suficientes” de que la inflación está bajando. En Fráncfort preocupa especialmente la inflación subyacente (que excluye la energía y los alimentos, más volátiles), que está costando mucho más bajar, y temen que las subidas de salarios que esperan (del 14% hasta 2025) por la pérdida de poder adquisitivo que arrastran los trabajadores recaliente los precios, si bien los márgenes de beneficios explica dos tercios de la inflación doméstica de 2022, según el propio BCE. Las divergencias han crecido en el seno del Consejo del Gobierno del BCE y también entre los países, donde conviven realidades muy diferentes: una inflación del 2,9% en España, del 6,3% en Alemania o del 21,9% en Hungría.

También es la inflación subyacente lo que inquieta al Banco de Inglaterra, que la semana pasada sorprendió al mercado con una subida de tipos de interés de medio punto, cuando se esperaba un cuartillo, hasta dejar el precio del dinero en el 5%. La inflación sigue aún en el 8,7% y el gobernador se expresó con rotundidad: “Tenemos un trabajo que hacer y es devolver la inflación a la meta y haremos lo necesario”, apuntó.

Sintra dejó claro, en resumen, que los hogares y las pequeñas empresas afrontan una cuesta muy empinada en esta nueva fase de desinflación. El coste de los créditos ya ha empezado a subir y las hipotecas a tipo variable ya se han revisado al alza. En España, según las cifras del Banco de España, la escalada ya ha puesto a 600.000 familias con rentas bajas endeudadas en apuros, pues tendrán que dedicar más de 4 de cada 10 euros de sus ingresos a la devolución de créditos.

El verso suelto de la jornada fue el gobernador del Banco de Japón, Kazuo Ueda, que no ha subido tipos y tiene la inflación en el 3,2% (datos de mayo). Ueda bromeó sobre el tiempo que tarda la política monetaria en transmitirse a la economía real: “Teniendo en cuenta lo que ha costado desde que nosotros subimos tipos, en nuestro caso el decalaje pueden ser 25 años”.

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Sobre la firma

Amanda Mars
Directora de CincoDías y subdirectora de información económica de El País. Ligada a El País desde 2006, empezó en la delegación de Barcelona y fue redactora y subjefa de la sección de Economía en Madrid, así como corresponsal en Nueva York y Washington (2015-2022). Antes, trabajó en La Gaceta de los Negocios y en la agencia Europa Press

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