Campings camino de un nuevo récord: “Los niños tienen la libertad que no encuentran en otros lugares”
La acampada espera repetir el buen verano de 2022 con una oferta centrada en las familias y la naturaleza
El camping Baltar, de Camilo Besada, está en Sanxenxo, la capital turística de Galicia, la misma que acoge con extraño entusiasmo a Juan Carlos de Borbón en sus polémicas visitas a España. Tiene de todo: piscinas, animación, asadores, restaurante, campo de fútbol, ping-pong, bar con terraza, supermercado... “Los niños tienen aquí una libertad que no encuentran en otro sitio”, cuenta Bea, hija de Besada, ahora al mando del complejo. “Mi padre sigue trabajando, con 82 años, prefiero que la foto se la hagáis a él”. Estos días la ocupación, cree, va un poco floja. Sus bungalós por el momento están completos, pero es algo que siempre ocurre en la semana de las hogueras de San Juan. Lo que pase el resto del verano en sus 800 plazas dependerá un poco del tiempo, aunque cuenta con llenar el mes de agosto, cada vez más cálido y con menos nieblas en Galicia. “Problema de gente no va a haber”, resume.
Tampoco ven problemas a 90 kilómetros al sur, en Baiona, otra meca turística náutica, en el camping que toma el nombre de la localidad y que arranca la temporada con buenas perspectivas. “Desde ahora y en julio y agosto estaremos en un 85% de ocupación”, comenta desde la recepción Andrés Gómez. Hace la media contando con las reservas que ya han anotado y sabe que habrá muchas jornadas de aforo completo con visitas de última hora. Los mejores días habrá 1.400 acampados, muchos niños chapoteando en las piscinas —pese a que está al borde del mar— y tirándose por sus toboganes, la mayoría gallegos y asturianos.
Ya sea en la costa o en la montaña, los espacios de acampada se frotan las manos. Sergio Chocarro, gerente de la Federación Española de Empresarios del Camping, avanza que este verano volverá a ser récord, “igual de excelente que el año pasado”, que cerró, según el INE, con 9,5 millones de visitantes y 44,9 millones de pernoctaciones, un 15% más que en 2019 y muy por encima del 2021. “Los precios han aumentado levemente por los costes de suministro, energía y alimentación, pero siempre por debajo del IPC”. En España hay alrededor de 1.000 campings que están notando el aumento del cliente nacional. “Ha sido exponencial. Antes dependíamos más del cliente extranjero”.
Los espacios se han reconvertido, dice, con más servicios, incluido el segmento de moda, llamado glamping, mucho más caro y que ofrece cabañas en los árboles, tiendas de safari o yurtas mongolas. “Es un fenómeno imparable, desde la pandemia la gente valora más el aire libre y la naturaleza. Somos el paraíso de las familias”. Es un turismo cada vez más cómodo donde retroceden las clásicas tiendas de campaña y avanzan las autocaravanas. Y donde las reservas se hacen cada vez más necesarias aunque el sector no haya desarrollado un portal que aglutine toda la oferta. “Hay destinos que se han puesto muy de moda”, continúa Chocarro, “esperamos un 90% de ocupación en el norte, aunque depende más del tiempo. En los días fuertes de la última semana de julio y las dos primeras de agosto se superará ese 90%”.
Óscar Costas, encargado de la recepción en el camping de las Islas Cíes, sabe que en el suyo el lleno está asegurado. En agosto muchos días de su calendario está al 100%, solo habrá que esperar a que los huecos que quedan se vayan ocupando. En su caso es hasta cierto punto esperable, ya que se trata de la única manera de pernoctar en estas islas salvajes y paradisíacas que custodian la entrada de la ría de Vigo. Siete de cada diez visitantes son nacionales.
Lejos de esos lugares bulliciosos también hay otro tipo de oferta. En el Camping Os Castros de Porto do Son, en lo alto de una colina que desemboca en la playa salvaje de Castro Baroña, el establecimiento de José Manuel Carou que ahora gestionan sus hijos sigue negándose a tener televisión, cierra sus puertas a las once de la noche y los coches solo pueden entrar para cargar o descargar. Es un espacio sencillo y encantador, con mucha sombra, parcelas irregulares y silencio. El fin de semana tienen tanta demanda que ya solo admiten a clientes asiduos. “Desde el covid tiran más los espacios naturales. Tenemos desde siempre una filosofía de tranquilidad, de gente que baja a la playa nudista, hace surf o escalada, que viene buscando la frescura”. Su caso es distinto, porque más de la mitad de los visitantes son de fuera de España, que normalmente vuelan vía Oporto o Santiago.
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