Las familias españolas frenan la fuga de depósitos de la banca
Las empresas siguen reduciendo sus ahorro hasta niveles anteriores a la pandemia, afectadas por las subidas de los costes de financiación
Los primeros meses del año resultaron una tormenta perfecta para los depósitos bancarios: a la inflación, que se ha comido buena parte del ahorro de los hogares, se le ha sumado una remuneración aún baja de estos productos financieros, empujando a los ahorradores a buscar rentabilidad fuera de los bancos. Y todo ello aderezado con una crisis de confianza en la banca europea, provocada por el terremoto financiero ocurrido a principios de año, con los problemas al otro lado del charco y en Suiza. El resultado: una fuga de depósitos de los hogares de 21.000 millones desde enero en España. En abril, sin embargo, las familias españolas lograron frenar la tendencia negativa de los primeros tres meses del año, y aumentaron sus depósitos en 500 millones de euros. Las empresas, por su lado, siguen reduciendo su ahorro, que ya marca niveles previos a la pandemia.
De acuerdo con los datos publicados este lunes por el Banco de España, los hogares españoles acumulaban en abril, último mes con datos disponibles, 983.300 millones de euros en depósitos. Estos es, 500 millones de euros más que en marzo —y 21.000 menos que al cierre del año pasado, cuando superaron el billón de euros y tocaron techo—. Los depósitos se situaron el mes pasado ligeramente por encima del mismo periodo del 2022 (+0,11%). Con este repunte mensual, las familias acaban con tres meses de caída del ahorro acumulado en depósitos bancarios y logran frenar la tendencia a la baja de un producto cada vez menos atractivo para los ahorradores.
Remuneración
Las subidas de tipos realizadas por el Banco Central Europeo (BCE) para combatir la inflación han puesto el foco en la remuneración de los depósitos por parte de los bancos españoles. Entre críticas por no estar a la altura de sus pares europeos, y tras un inicio tímido, las entidades comienzan a remunerar estos productos —el tipo medio ponderado de marzo, el último con datos del Banco de España, fue del 1,31%, un dato que no se veía desde el 2013—, lo que puede explicar el ligero aumento registrado en el mes de abril. La guerra por los depósitos, sin embargo, no parece haber empezado, al menos para los grandes bancos, que están lejos aún de las remuneraciones que están ofreciendo algunas entidades.
Para muchos ahorradores, lo que ofrecen los bancos no es suficiente: las familias españolas han salido en los últimos meses a la búsqueda de mayores rentabilidades que les permitan, si no compensar, al menos capear la tormenta de la inflación. Y buen ejemplo de ello ha sido el furor —y las colas— provocadas por el producto financiero estrella del año, las Letras del Tesoro. En la última subasta, a comienzos de mes, las emitidas a un año se pagaron a un interés medio de 3,21%, muy por encima del 1,36% medio que ofrecían los bancos en marzo en depósitos hasta un año. Según datos recientes, a finales de febrero los particulares tenían 7.613 millones de euros en letras públicas, la cifra más alta de la historia y más del doble que un mes atrás.
El cambio de tendencia experimentado por los hogares no se ha visto reflejado, sin embargo, en el ahorro de las empresas: en abril, los depósitos de las sociedades financieras descendieron un 2,32% respecto al mes anterior, hasta los 293.600 millones de euros, su dato más bajo desde antes de la pandemia. Esto es, 7.800 millones menos que hace un año. Las razones detrás de este descenso son variadas: por un lado, la inflación también golpea a las empresas, que queman caja para afrontar las subidas de costes. Por el otro, y principalmente, las compañías han visto en los últimos meses cómo —con las subidas de tipos— financiarse es cada vez más caro, y han optado por usar la liquidez de la que ya disponían.
Todos estos factores provocan que, el mes pasado, el conjunto de los depósitos bancarios —sumados los seguros y los fondos y pensiones—, ascendió a 1,63 billones de euros. Aunque inferior al de diciembre de 2022, se sitúa todavía por encima de los niveles anteriores a la pandemia, de lo que se puede inferir que aún queda un remanente del ahorro acumulado en ese periodo.
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