La deuda británica se dispara y se aproxima a los niveles de la crisis desatada por Truss
La persistente inflación provoca nerviosismo en los mercados, que recuerdan la crisis desatada por la rebaja de impuestos de la ex primera ministra
El mercado de bonos del Tesoro del Reino Unido vuelve a vivir horas agitadas, que recuerdan el pánico provocado el pasado septiembre por el recorte de impuestos de la malograda ex primera ministra Liz Truss. La rentabilidad de los llamados gilts —bonos de deuda pública— ha repuntado después de conocer, el pasado miércoles, el nuevo dato de inflación del país. Con un 8,7% en abril, la cifra era notablemente inferior al 10,1% registrado en marzo, pero mucho más elevada que lo que habían previsto muchos analistas.
El Banco de Inglaterra (BoE, en sus siglas en inglés) ya ha decidido cambiar su modelo matemático, después de sucesivos pronósticos fallidos en los que señalaba que los precios caerían en el Reino Unido más rápido de lo que lo están haciendo. “Hay lecciones importantes que aprender”, reconocía el gobernador de la autoridad monetaria, Andrew Bailey, el martes ante una comisión del Parlamento británico, después de admitir el fallo de la institución, que había anticipado una cifra inflacionaria del 8,4% para el mes de marzo.
El propio primer ministro, Rishi Sunak, se ha visto atrapado por su promesa de reducir a la mitad la inflación antes de que acabe el año. Los inversores calculan ahora que el BoE deberá seguir subiendo los tipos de interés, actualmente en el 4,5%, hasta superar el 5% antes de 2024.
La respuesta de los mercados comenzaba el mismo miércoles, pero se intensificó el jueves. Los bonos de deuda pública a dos años han visto como su rendimiento (yield) llegaba a aumentar hasta 17 puntos básicos en cuestión de horas. A lo largo de la semana, el aumento ha llegado a los 60 puntos. Durante la crisis generada por el mini presupuesto —básicamente, una rebaja masiva de impuestos— del tándem Liz Truss-Kwasi Kwarteng (el exministro de Economía) la subida llegó a ser de 89 puntos básicos. No se ha llegado aún a ese nivel de crisis, pero sí a un nivel similar al de la crisis de los mercados en 2008 y 2009.
A medida que aumenta el rendimiento, disminuye el valor del bono. Los inversores adelantan que, con un dinero más caro, las nuevas emisiones de deuda serán más rentables, con lo que obligan a reducir el valor de los bonos en circulación para que equiparen ese rendimiento.
La deuda del Gobierno, de ese modo, es mayor, y pierden valor los inversores que acumulan deuda pública. El tipo de interés de un bono de deuda pública británico a diez años es ahora del 4,4%, muy superior al 2,5% de Alemania o el 3% de Francia, y solo comparable con el 4,3% de los bonos italianos.
“Hay un temor persistente ante la posibilidad de una inflación descontrolada en el Reino Unido, y existe preocupación sobre la supuesta capacidad del BoE para hacer frente a este problema”, ha señalado Joel Kruger, estratega de mercados de la firma LMAX Group. El hundimiento de los bonos y de la libra esterlina durante el pasado septiembre provocó la drástica intervención del BoE, que se lanzó a comprar deuda y advirtió, al estilo del whatever it takes (”lo que sea necesario”) histórico de Mario Draghi, que actuaría cuantas veces hiciera falta para estabilizar los mercados.
Desde entonces, el nuevo Gobierno de Rishi Sunak y de su ministro de Economía, Jeremy Hunt, ha subido impuestos y recortado gasto público. Han logrado transmitir calma y credibilidad a los mercados, acompañada además de una mejora de las relaciones entre Londres y Bruselas, y el comienzo de solución para el constante litigio del encaje de Irlanda del Norte en la era pos-Brexit.
La situación actual, señalan los inversores, apunta a un ajuste también bastante drástico pero presuntamente más ordenado. “Los mercados siguen calibrando qué hará finalmente el BoE, y se muestran dudosos todavía. Llevará un tiempo hasta que digieran este último temblor”, advierte el gestor principal del fondo de inversión global Newton Investment Management. La clave, en los próximos meses, residirá en la evolución de una inflación —sobre todo la subyacente, que excluye alimentos y energía— que, en el Reino Unido, se resiste a bajar. El FMI ha modificado su previsión de crecimiento para este país en 2023 y ya no vaticina una recesión, pero la subida apunta a un escaso 0,4%.
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