La industria militar española exhibe músculo con una de las grandes ferias de defensa de Europa
Feindef se inaugura este miércoles en Madrid con más de 500 expositores de una veintena de países, un 60% más que en su anterior edición
La industria de defensa vive una edad dorada. Tras años de vacas flacas, el gasto militar en Europa creció en 2022 el 3,6% —según el Instituto de Investigaciones para la Paz (Sipri) de Estocolmo— y este año los presupuestos de defensa se han disparado con incrementos de dos dígitos, como el 26% de España, recuperando los niveles de la Guerra Fría. Para Ricardo Martí Fluxá, presidente de Tedae, la patronal de las empresas españolas de defensa, aeronáutica y espacio, la invasión de Ucrania “marca un antes y un después” en la percepción de los gobiernos y la opinión pública: “La guerra ya no es algo que sucede en países africanos o de Oriente Próximo, sino que está en Europa y se puede ir en coche a ella”.
Un informe de la firma de servicios profesionales KPMG para Tedae señala que el sector de defensa en España facturó 7.065 millones de euros en 2021, de los que 1.434 retornaron al Estado vía ingresos fiscales, y que su contribución a la economía alcanzó, directa o indirectamente, los 9.513 millones, equivalentes al 0,8% del PIB. En 2020, según la Dirección General de Armamento y Material del Ministerio de Defensa, este sector facturó 6.582 millones, por lo que el incremento en un año fue del 7,3%.
Con este panorama, Madrid albergará esta semana durante tres días, de miércoles a viernes, la tercera edición de Feindef (Feria Internacional de Defensa y Seguridad), el gran escaparate donde las firmas militares españolas exhiben sus últimas novedades, “lo que somos capaces de hacer”, en palabras de Fluxá. Con más de 500 expositores de una veintena de países, el salón ocupa unos 40.000 metros cuadrados del recinto ferial de Ifema y espera recibir a más de 25.000 visitantes profesionales y 100 delegaciones extranjeras; cuatro de estas (Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, República Dominicana y Gabón) encabezadas por sus responsables de defensa.
Estas cifras superan entre un 60% (expositores) y un 30% (superficie) los parámetros de la última edición, en 2021, limitada aún por los efectos de la pandemia, y convierten a la feria española en la tercera de Europa, tras las francesas (Le Bourget y Eurosatory) y británicas (Farnborough y DSEI), según Julián García Vargas, ex ministro de Defensa y presidente de la fundación Feindef, organizadora del evento, que cuenta con un presupuesto de 2,9 millones anuales.
Entre las estrellas de la feria destacan los nuevos drones, sistemas de defensa de baja cota, ciberdefensa y ciberseguridad, aplicaciones I+D para el espacio y bases logísticas inteligentes. El 75% de las compañías que exponen sus productos son españolas, pero también hay estadounidenses (17), alemanas (12), francesas (10), británicas (cinco) e italianas (cuatro).
La feria contará con un espacio reservado para que jóvenes innovadores contacten con empresas a la caza de nuevos talentos y el último día se entregarán premios (dotados con 20.000 y 10.000 euros) a las startups que aporten las soluciones tecnológicas más novedosas. El astillero público Navantia, patrocinador de este espacio, presentará Monodon, su célula de innovación en tecnologías como robótica o computación cuántica.
En las mesas redondas programadas participarán los máximos responsables de las compañías españolas, altos cargos de los ministerios de Defensa, Industria, Asuntos Económicos o Interior e invitados extranjeros como Alex Karp, primer ejecutivo de Palantir, firma estadounidense especializada en el análisis de big data, o Joachim Sucker, director de la OCCAR, la organización que gestiona programas europeos de armamento; así como altos cargos de la agencia europea de defensa (EDA) y la UE.
Junto al aumento de los presupuestos nacionales, la creciente financiación europea abre un camino hasta ahora inédito y obliga a las empresas españolas a buscar alianzas en otros países de la UE. En juego están los 7.950 millones de euros del Fondo Europeo de Defensa para los años 2021-27, de los que 5.300 corresponden proyectos conjuntos de mejora de las capacidades operativas; y 2.650 para programas comunes de I+D. Aunque no hay datos sobre la cuantía de las ayudas recibidas hasta ahora por empresas españolas, García Vargas sostiene que “muchas se están enganchando a estos programas porque saben que, si no lo hacen, se quedarán fuera del mercado europeo del futuro”.
A ello se suma el Fondo Europeo para la Paz, con 7.980 millones tras su última ampliación, con el que la UE financia la entrega de armamento a Ucrania. Numerosas empresas se han beneficiado de la modernización y puesta a punto del material de segunda mano entregado por el Ministerio de Defensa al Gobierno de Volodímir Zelenski (de los carros de combate Leopard a los misiles Harpoon) y las fábricas de munición han doblado turnos de trabajo para atender la insaciable demanda de la artillería ucrania. Martí Fluxá reconoce que la industria europea no tenía capacidad para atender las necesidades de una guerra convencional y se han producido cuellos de botella “puntuales”, pero asegura que se trata de “un desafío” que se está “en vías de superar”.
Tan importante como el aumento del gesto militar es, para el presidente de la patronal de la industria de defensa, la “estabilidad presupuestaria”, la existencia de una hoja de ruta hasta alcanzar el 2% del PIB en 2029, lo que permite a las empresas planear sus inversiones y embarcarse en ambiciosos programas de investigación. “Además de gastar más, hay que gastar mejor”, sostiene, aludiendo a la necesidad de que los gobiernos “eviten duplicidades” y los proveedores “estén a la altura” y sean capaces de atender las necesidades operativas de las Fuerzas Armadas.
Para muchos, esta etapa de vacas gordas debe aprovecharse para acometer una reestructuración de la industria militar europea, creando en el sector naval o el terrestre el equivalente a lo que es EADS en el aeronáutico. García Vargas cree, sin embargo, que “la propia complejidad de gestión de EADS no es muy estimulante para seguir su ejemplo. No veo grandes fusiones”, añade, “pero sí mucha más cooperación y participación en proyectos conjuntos. Habrá una fragata común y un carro de combate común y los sistemas tendrán que ser compatibles entre sí. Llevará tiempo, pero ese es el camino”.
Fluxá apuesta por el equilibrio entre preservar la propia autonomía y participar en los grandes programas multinacionales y, aunque asegura que las empresas españolas “se hablan de tú a tú” con los gigantes europeos, echa de menos que España tenga, como otros países, un “campeón nacional” que sirva como referente a la industria de defensa.
Atraído por el cebo del aumento presupuestario y las ayudas europeas, el sector empieza a moverse, aunque con pies de plomo: la mayoría considera que la compra de ITP Aero, la empresa española de motores de aviación, por el fondo estadounidense Bain Capital estará incompleta hasta que aparezca un socio tecnológico e industrial; y la adquisición de Expal, el mayor fabricante español de bombas y proyectiles, por parte de la germana Rheinmetall sigue pendiente de la luz verde del Gobierno.
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