Las reticencias alemanas entorpecen la reforma de las reglas fiscales
“Es importante que las nuevas normas estén en vigor cuanto antes”, reclama la presidenta del BCE, Christine Lagarde
Tener unas nuevas reglas fiscales cuanto antes es una prioridad en la UE. Casi nadie está cómodo con las actuales. Aunque no todos lo viven igual. “Si se puede llegar rápidamente a una buena solución, sería aún mejor. Sin embargo, ya tenemos normas. [...] Mientras no tengamos nuevas reglas, se aplican las existentes. Y en este sentido, no estamos en el vacío”, ha declarado el ministro alemán de Finanzas, Christian Lindner, a su llegada a la reunión con sus homólogos este viernes en el Eurogrupo informal que se celebra en Estocolmo.
Bastante más prisa han demostrado varios de sus homólogos al llegar al mismo foro. También otros participantes, como la presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde: “Es importante que [...] esté en vigor cuanto antes”. “Soy muy optimista porque creo que todos los Estados miembro, a pesar de las evidentes diferencias de punto de vista, son conscientes de la necesidad de llegar a un acuerdo”, ha añadido el comisario de Economía, Paolo Gentiloni. Y no ha andado muy lejos el vicepresidente de la Comisión Valdis Dombrovskis, quien, además, ha evidenciado las pocas ganas que tiene el Ejecutivo comunitario de volver a las reglas actuales —suspendidas desde que explotó la pandemia— al señalar que ve 2024 como un periodo de transición entre unas normas suspendidas y las que están por aprobarse.
Lindner siempre ha sido el socio con más reticencias para tocar las normas actuales, que, entre otras cosas, contemplan la obligación de reducir toda la deuda pública que supere el 60% del PIB al ritmo de un veinteavo al año, lo cual resulta imposible para los países más endeudados (Grecia, Italia, Portugal, España, Francia y Bélgica). La Comisión defiende, en cambio, ser más realista y fijar planes de consolidación a la medida de cada país. Eso sí, con algunos elementos comunes para todos, atendiendo una demanda germana.
Al titular de Finanzas alemán, estos elementos le parecen insuficientes: “Ha habido señales en la dirección de la posición alemana, pero [...] son necesarias importantes adiciones adicionales. Para nosotros, es importante que los requisitos se expresen en cifras y que también se establezcan salvaguardas que garanticen reducciones periódicas de los déficits y de los ratios de deuda”. Un poco más tarde ha añadido: “Alemania es constructiva. Si se puede llegar rápidamente a una buena solución, sería aún mejor. Sin embargo, ya tenemos normas. Mientras no tengamos nuevas reglas, se aplican las existentes. Y en este sentido, no estamos en el vacío”.
“Negociación difícil”
Frente a esta postura negociadora, está la de otros países que no se plantean sacar adelante una reforma de las reglas fiscales sin Berlín, apuntan fuentes comunitarias, pese a que algunos puntos de los cambios planteados podrían salir adelante por mayoría cualificada en el Consejo de la UE y no por unanimidad. Esto afecta especialmente a España, ya que la negociación debe desarrollarse y concluir durante su presidencia de turno en la segunda mitad de este año si se cumple el calendario previsto. Es decir, la vicepresidenta primera y ministra de Economía, Nadia Calviño, tendrá bajo su responsabilidad este importante y complicado asunto. Consciente de eso, la española ha apuntado que “es un dossier complejo” y que su objetivo durante la presidencia será “hacer todo lo posible” para cerrar el acuerdo en la segunda mitad del año o “en todo caso, lograr el mayor avance posible”.
“Si hay una negociación difícil, es esta”, han añadido fuentes diplomáticas al acabar la reunión de este viernes. Y esa dificultad se ha podido ver en las palabras del titular de Finanzas francés, Bruno Le Maire. A él, como a la gran mayoría de sus homólogos, la propuesta de la Comisión Europea le parece “una base muy buena para la discusión”. Solo esto ya muestra su gran diferencia respecto a Berlín. “No puede haber unión monetarias sin reglas”, ha querido aclarar, para a continuación añadir con contundencia que su país se opone a los automatismos que defiende Alemania: “No son eficientes”.
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