La caída del precio mundial de los alimentos allana el camino para un freno en la inflación
El índice de la FAO retrocede por décimo mes consecutivo, pero los expertos advierten de que cereales, carne, lácteos, aceites y azúcar siguen en niveles muy altos
Los precios mundiales de los alimentos cayeron en enero por décimo mes consecutivo a causa de la relajación de las cotizaciones de los aceites vegetales, los lácteos y el azúcar. El índice que elabora la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, en inglés), actualizado este viernes, retrocedió el mes pasado un 0,8% respecto a diciembre, hasta los 131,2 puntos, y se situaron un 17,9% por debajo del récord alcanzado en marzo de 2022, tras el estallido de la guerra en Ucrania. La tendencia a la baja anticipa una rebaja de las tensiones que los alimentos están provocando en la inflación, pero los expertos advierten que los costes siguen en máximos.
Los precios de los cereales se mantuvieron estables el mes pasado con una subida del 0,1% para situarse un 4,8% por encima del nivel de hace un año. Mientras los del trigo cayeron un 2,5% respecto a diciembre gracias a las cosechas mejor de lo esperadas en Austria y Rusia, el maíz se encareció ligeramente en enero y el arroz subió un 6,2%. El índice de aceite vegetal retrocedió un 2,9% en enero respecto a diciembre, el de la carne un 0,1%. El precio del azúcar bajó un 1,1% respecto a diciembre, la primera caída tras dos meses con fuertes subidas.
Tras un año de incrementos rampantes en el precio de los alimentos, la tendencia más a baja de bienes como los cereales y los fertilizantes propicia una relación en la inflación general. Pero los expertos advierten de que hay muchos riesgos todavía. En primer lugar, los precios siguen muy altos. El índice de la FAO, tras subir durante los primeros meses tras el inicio del conflicto en Ucrania, se encuentra ahora en los niveles anteriores al guerra, pero “todavía se mantiene muy por encima de los años anteriores”, incluidos los cereales, la carne, los lácteos, los aceites vegetales y el azúcar, según explican los expertos del International Food Policy Research Institute (IFPRI). En el caso de los aceites vegetales, el precio registró una caída del 33% en el segundo semestre de 2022, pero todavía está un tercio por encima de los niveles anteriores a la pandemia.
Los autores el informe señalan, además, que las reservas de materias primas están por lo general muy limitadas. Los almacenes están bajo mínimos y “la inestabilidad de precios es probable que se intensifique en caso de nuevos problemas de suministro, sobre todo teniendo en cuenta la incertidumbre en torno a las exportaciones del grano almacenado en Ucrania mientras dure la guerra”. Además, las cosechas también se han visto afectadas por el conflicto. En Ucrania los niveles de trigo cultivados en otoño han caído un 40% respecto a los del año anterior. Los precios de los fertilizantes, otra de las causas que explican el encarecimiento de los alimentos, también están a la baja. Pero siguen en máximos muy altos.
El impacto de la evolución de los precios de los alimentos en los mercados internacionales es clave para la inflación, pero el efecto es limitado. Entre esos precios en origen y la llegada de los productos a las tiendas, hay toda una serie de costes de producción, procesamiento, transporte y envase, además de los costes laborales, por lo que es difícil determinar cuándo empezarán a retroceder estos precios de venta final.
La escalada inflacionista empezó por el coste de la energía, que se ha ido trasladando poco a poco a los alimentos hasta convertirlos a finales de 2022 en el principal motivo del alza de precios en Europa. En España el IPC de alimentos se situó en el 15,7% en diciembre y la media de la UE escaló hasta el 17,8%. Según el IFPRI, una de las claves para ver qué pasará en 2023 será que no haya más problemas de suministro.
Las previsiones del Banco Mundial apuntan a que, tras subir un 18% en 2022, los precios de los alimentos bajarán un 6% en 2023 y se estabilizarán en 2024. Sin embargo, ha advertido de que el equilibrio es precario y hay muchos factores que pueden alterar las previsiones. Por ejemplo, futuras interrupciones de las exportaciones de Rusia o Ucrania y nuevos aumentos de los precios de la energía, que podrían presionar al alza sobre los precios de los cereales y del aceite.
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