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Alemania esquiva la crisis del gas y crece un 1,9% en 2022, por encima de lo previsto

La economía se estanca en el último trimestre, lo que aleja el fantasma de la recesión técnica invernal que se pronosticaba hace unos meses

Elena G. Sevillano
Trabajadores de la línea de montaje de coches eléctricos de Volkswagen en Dresde, Alemania.
Trabajadores de la línea de montaje de coches eléctricos de Volkswagen en Dresde, Alemania.MATTHIAS RIETSCHEL (REUTERS)

Alemania resiste a la crisis energética y a las consecuencias de la guerra en Ucrania. Su economía se ralentizó en 2022 pero logró crecer un 1,9%, por encima de lo esperado, según las cifras preliminares del producto interior bruto (PIB) publicadas este viernes. Las previsiones que auguraban un último trimestre en negativo se equivocaron: de acuerdo con esta primera estimación de la oficina estadística, Destatis, la economía alemana solo “se estancó” a finales de año. La locomotora europea aguanta el pulso gracias al consumo privado. La tan temida recesión de la mayor economía de la zona euro es por ahora eso, un temor que no se está haciendo realidad.

“La situación económica general de Alemania en 2022 estuvo marcada por las consecuencias de la guerra en Ucrania, como las subidas extremas de los precios de la energía”, señaló Ruth Brand, la nueva presidenta de la Oficina Federal de Estadística, durante una rueda de prensa en Berlín. A ello se sumaron la escasez de materiales y suministros, la “subida masiva” de los precios de los alimentos, la falta de suficientes trabajadores cualificados y la persistente pandemia de coronavirus, pero todas las dificultades “fueron remitiendo a lo largo del año”, añadió. Su resumen: “la economía alemana resistió, en general, bien en 2022″.

El gasto que hicieron los consumidores privados fue el principal pilar del crecimiento el año pasado. El consumo aumentó un 4,6% respecto al año anterior, de forma que prácticamente recuperó el nivel anterior a la pandemia. Destatis lo atribuye sobre todo a que casi todas las medidas restrictivas para luchar contra el coronavirus se retiraron durante la primavera. Los datos en servicios de alojamiento y restauración atestiguan ese cambio de comportamiento a partir de esos meses. Los hogares también gastaron mucho más en ocio, entretenimiento y cultura que en 2021.

Desde el inicio del conflicto, numerosas instituciones y expertos alertaron de que Alemania entraría en una recesión. Al estallar la guerra energética del Kremlin contra toda Europa contaban con que la crisis sería profunda, pero a partir del verano las previsiones empezaron a mejorar y ya solo se hablaba de una recesión moderada, centrada en el final del año y el principio de 2023. Eran los meses en los que Berlín y toda Europa se apresuraban para llenar sus depósitos de gas para el invierno.

Con unos meses fríos mucho más benignos de lo esperado, las reservas se mantienen por encima del 90% y la crisis del gas no ha golpeado con la fiereza que se pronosticaba. Algunos economistas aventuran ya que quizá tampoco se produzca la suave recesión técnica invernal. “El consenso ahora es que una recesión profunda como la de la crisis financiera o la pandemia no se va a producir ni en Alemania ni en la zona euro”, señaló el economista jefe de Commerzbank, Jörg Krämer. “Finalmente la escasez de gas se ha vuelto improbable”, añadió.

Las perspectivas tampoco son del todo optimistas para el nuevo año. Los riesgos siguen siendo elevados. Una escalada del conflicto en Ucrania o el empeoramiento de la actual ola de coronavirus en China, el socio comercial más importante de Alemania, podrían volver a perturbar las cadenas de suministro. También es probable que la inflación se mantenga alta. Con una media del 7,9%, según las estimaciones, la inflación en Alemania alcanzó el año pasado su nivel más alto desde la fundación de la República Federal.

El 2023 tendrá “un comienzo débil”, asegura Timo Wollmershäuser, jefe de Pronósticos del instituto de investigación económica IFO. La alta inflación y el aumento de los tipos de interés provocarán que el consumo privado y la construcción se contraigan. En cambio, los pedidos y la reducción de los cuellos de botella para la energía y los productos intermedios estimularán la actividad industrial, añade. La producción económica se contraerá “ligeramente” el primer trimestre del año y se estancará en el segundo, asegura en su análisis de este viernes.

“Los choques masivos de oferta que continúan afectando a la economía alemana han dejado su huella. Los cuellos de botella en la energía, los productos intermedios y la fuerza laboral, exacerbados en gran medida por la guerra en Ucrania, obstaculizaron la producción y aumentaron la inflación. Como resultado, el crecimiento del PIB del país para 2022 fue solo alrededor de la mitad del 3,7% que se esperaba antes de que comenzara la guerra”, apunta Wollmershäuser.

El Gobierno de Olaf Scholz, que publicará el 25 de enero su próxima evaluación para el año 2023, se ha mostrado muy satisfecho con los datos adelantados por la oficina estadística. Los atribuye en gran parte a los tres paquetes destinados a apoyar la economía y aliviar la carga de los ciudadanos por los altos precios de la energía. “Hemos conseguido que la crisis sea manejable gracias a una actuación decisiva en el último año”, ha destacado el ministro de Economía y Clima, Robert Habeck, en un comunicado. “La inflación sigue siendo alta, pero últimamente se ha ralentizado notablemente. Según los datos de que disponemos actualmente, la desaceleración económica del semestre invernal será más leve y breve de lo previsto”, añade.

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Sobre la firma

Elena G. Sevillano
Es corresponsal de EL PAÍS en Alemania. Antes se ocupó de la información judicial y económica y formó parte del equipo de Investigación. Como especialista en sanidad, siguió la crisis del coronavirus y coescribió el libro Estado de Alarma (Península, 2020). Es licenciada en Traducción y en Periodismo por la UPF y máster de Periodismo UAM/El País.

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