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El dinero en efectivo se resiste a morir

El pago en ‘cash’ baja con fuerza desde la pandemia, pero sigue siendo el método preferido para la mayoría de los españoles

Un cliente retira efectivo en un cajero automático.
Un cliente retira efectivo en un cajero automático.Pablo Monge
Hugo Gutiérrez

En los mercados bursátiles, las expectativas de futuro son más importantes que los resultados presentes. Desde ese prisma, el dinero en efectivo juega a la contra desde hace años por el auge de otros métodos de pago. Más si cabe desde la pandemia, cuando incluso llegó a haber recomendaciones de reducir el uso de dinero en metálico como medida preventiva. “Suelo tener algo de efectivo solo por algunos comercios en los que únicamente se pueden pagar cantidades altas con tarjeta. Si no, no llevaría nada encima”, explica Jerónimo Sánchez a las puertas de una cafetería de Madrid. Esta tormenta perfecta ha reducido con fuerza el uso de monedas y billetes, aunque estos se mantienen todavía como el método de pago preferente, según un reciente estudio del Banco de España: dos tercios de las compras en comercios físicos se hacen en cash. La amenaza de desaparición del efectivo está más presente que nunca, pero sigue sin llegar.

Lo que resulta evidente es que la tendencia en el retroceso del dinero físico se ha acelerado. Al principio había diferencias en función de la edad de los consumidores —los mayores de 55 años son los que más utilizan el efectivo—, aunque la brecha entre generaciones cada vez es menor. El virus ha impulsado esta evolución, como si se vertiera gasolina sobre el fuego. “La pandemia causada por el covid podría haber acelerado una tendencia que se viene observando ya desde hace años, de manera que, en la actualidad, hay un mayor porcentaje de compras que se realizan online y, en líneas generales, un menor uso del efectivo que en 2019″, recoge el artículo Uso del efectivo y de otros medios de pago: ¿cómo está cambiando la forma en que pagamos?, elaborado por el supervisor bancario español.

Con el coronavirus hubo varios factores que contribuyeron al cambio de hábito. Destaca la prevención al virus y la reducción de límites al uso de determinados medios de pago: “Antes de la pandemia teníamos un mínimo de seis euros para pagar con tarjeta, pero lo quitamos porque había gente que tenía incluso miedo al intercambio de monedas y billetes”, recuerda Jorge Chen, propietario del bar Tomaté el placer, en Madrid, que ha mantenido esa política. Según Paloma Real, directora general de Mastercard, estos cambios se entienden también por los beneficios que ofrecen los pagos electrónicos y digitales. “Mayor simplicidad, velocidad y seguridad para consumidores, comercios y para la sociedad en su conjunto”, afirma.

Además, para comprender el retroceso hay que añadir el incremento de las compras online, donde se limita la posibilidad de pago físico. Un cóctel explosivo contra el efectivo que, a pesar de todo, sigue siendo el método más utilizado en tienda física: el 65,6% de las operaciones se hizo con dinero en metálico. Eso sí, esta cifra era del 83,2% en 2019. “Es importante señalar que el efectivo continúa desempeñando un papel muy relevante, al ser utilizado de forma amplia y generalizada”, zanja el estudio del Banco de España. Desde la plataforma Denaria, que defiende el dinero en metálico, resaltan esta preferencia: “La gente quiere poder usar el efectivo y así lo hace con mucha frecuencia. No se les puede privar de ese derecho”, sostiene su presidente, Javier Rupérez.

Existen diversas modificaciones que se asientan, aunque se mantiene en la mente de los consumidores un mantra: todavía se hace más fácil abonar pequeñas cantidades con dinero físico (si se lleva algo encima) que con tarjeta. “En líneas generales, los pagos con efectivo se utilizan para compras de un importe inferior”, dice el estudio. En concreto, el pago medio en metálico fue de 22,6 euros, mientras que con tarjeta esta cifra asciende a 38 euros. Blanca López, tras pagar en una tienda de la capital, asegura que la mayoría de comercios ya prefieren el plástico con independencia de la cantidad: “Ya casi siempre uso la tarjeta”.

Más uso de tarjeta y pagos con el móvil

Así, los beneficiados de este decrecimiento son los pagos con aplicaciones móviles y, sobre todo, la tarjeta. El segundo medio más utilizado, según el estudio del supervisor, es la tarjeta bancaria: se utilizó en el 28,3% de las compras, 13 puntos porcentuales más que en el 2019. Además, al tener un ticket medio mayor, representó el 36,8% del gasto total en comercios. Por su parte, el uso del móvil ha pasado de ser algo residual en 2019 a utilizarse en el 3,7% de los pagos en tienda física. Eduardo Prieto, director general de Visa en el país, resalta la facilidad que se ofrece en España para utilizar distintas alternativas para abonar las compras: “Hay una muy buena infraestructura de pagos y mucho potencial para que los medios digitales siguen creciendo y desplazando el efectivo”.

El avance del uso del teléfono móvil ha sido todavía mayor en las operaciones entre particulares, donde ya concentra el 13,1% de las operaciones (en 2019 suponía solo el 8,5%). Aquí también prima el uso del efectivo, en un 71% de las transacciones, aunque esto es 20 puntos porcentuales menor que en la encuesta anterior. “La disminución del número de pagos en efectivo estaría relacionada con una mayor facilidad para realizar este tipo de pagos de forma digital gracias, entre otras, a nuevas formas de pago, como Bizum”, añade el estudio. De cara al futuro, cabe esperar que estas alternativas ganen todavía más peso, aunque como explica Juan Orti, presidente de American Express España, este año el efectivo ha tomado un poco de aire: “En 2022 los consumidores españoles han recuperado ligeramente el uso del efectivo”.

Otras fuentes del sector del transporte de dinero creen que detrás de estos cambios de hábitos existen intereses económicos de Estados y entidades financieras: “No es una digitalización de los pagos. Se quiere sustituir el cash por las tarjetas porque permite un mayor ingreso por comisiones y menos costes en el traslado de dinero”. Es cierto que existe negocio con el uso del plástico para pagar, aunque lo hay de igual forma en el uso del efectivo para otras compañías.

Predominante en Europa

En el viejo continente, la dinámica que se sigue es similar, como se puede observar en la encuesta publicada por el Banco Central Europeo (BCE) la pasada semana. En las economías comunitarias, el 59% de las transacciones en comercios fue con dinero en efectivo, tras anotarse una caída desde el 72% de 2019. “Si bien continúa el movimiento hacia los pagos sin efectivo, como muestra el informe, el efectivo sigue desempeñando un papel importante. Sigue siendo el método de pago predominante en el punto de venta y para pagos de persona a persona”, subrayó en el estudio Fabio Panetta, miembro del Comité Ejecutivo del Eurobanco.

De hecho, la mayoría de ciudadanos comunitarios resaltan la seguridad que les ofrece el dinero físico. “El 60% de los consumidores consideró importante o muy importante la opción de pagar en efectivo”. Los motivos son, al igual que en España, la contención que pueden realizar del gasto, el anonimato y la privacidad. A favor de las tarjetas, por su lado, destaca la comodidad y el hecho de poder prescindir de llevar dinero encima, así como la rapidez y la seguridad.

Por otro lado, donde no existen cambios significativos es a la hora de realizar pagos no recurrentes (alquiler o hipoteca, préstamos, suministros del hogar, impuestos, seguros, suscripciones, telefonía, internet, y transporte). En estos casos, el dominio en España sigue siendo abrumador de las domiciliaciones bancarias: el 77,5% de este tipo de pagos están domiciliados y el importe de dichas domiciliaciones alcanza casi el 80% del total, mientras que la tarjeta es el segundo medio más utilizado seguido de las transferencias bancarias.

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Sobre la firma

Hugo Gutiérrez
Es periodista de la sección de Economía, especializado en banca. Antes escribió sobre turismo, distribución y gran consumo. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS tras pasar por el diario gaditano Europa Sur. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla, Máster de periodismo de EL PAÍS y Especialista en información económica de la UIMP.

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