La privacidad y la seguridad se erigen en las mayores preocupaciones sobre el euro digital
La consulta del Banco Central Europeo logra una respuesta desigual en la UE: casi la mitad de respuestas provienen de Alemania, y los españoles son los que menos han participado
El euro digital está concebido como un proyecto a largo plazo llamado a ocupar parte del espacio del dinero en efectivo. El Banco Central Europeo está atento a iniciativas similares como las lanzadas por China o Suecia, y no quiere quedarse atrás si este tipo de monedas acaban convirtiéndose en parte fundamental del sistema de pagos. Por eso, el pasado 12 de octubre abrió una consulta pública para recabar opiniones e ideas de ciudadanos, bancos y empresas. El resultado, publicado este miércoles, muestra que lo que más valoran los ciudadanos es la protección de la privacidad (41%), seguida de la seguridad (18%), la posibilidad de pagar en toda la zona del euro (11%), que no haya costes adicionales (9%) y que pueda emplearse incluso sin conexión a Internet (8%).
La cuestión de la privacidad tiene su doble cara. Los ciudadanos no quieren que sus datos circulen fuera de control, pero el BCE insiste en que es imposible garantizar el anonimato total porque eso supondría dar vía libre a las redes de blanqueo de dinero y facilitar la financiación de actividades terroristas. La entidad, con sede en Fráncfort, en cualquier caso, no utilizaría esos datos con fines comerciales, lo cual supone un alivio en ese ámbito para los ciudadanos más inquietos por el destino de sus datos.
Más de dos tercios de los participantes es favorable a que el euro digital tenga a los bancos como intermediarios, y la minoría contraria rechaza esa opción por cuestiones de privacidad y por la posibilidad de que suponga un mayor coste. El BCE podría aceptar esa opción, dado que su intención es mantener la confianza en el dinero en circulación en pleno auge de las criptomonedas, y a la espera del desembarco de nuevas divisas digitales, y no busca competir con las entidades financieras.
Abaratamiento
Aproximadamente una cuarta parte de los participantes opina que un euro digital debería agilizar y abaratar los pagos transfronterizos. Y quieren que el euro digital pueda utilizarse fuera de la zona del euro, aunque con límites. Entre las sugerencias técnicas, una cuarta parte de los participantes individuales preferiría soluciones de usuario final, como las tarjetas inteligentes o un elemento seguro en los teléfonos inteligentes, para facilitar funciones similares a las del efectivo.
La importancia de la consulta, sin embargo, parece bastante limitada. Se han contabilizado algo más de 8.200 respuestas, pero la muestra está lejos de ser representativa. Alemania acapara el 47% de todas ellas, con 4,6 respuestas por cada 100.000 habitantes. España es el país donde ha tenido menos éxito el intento del BCE de recabar ideas y palpar el estado de ánimo de la opinión pública, con solo 0,4 participantes por 100.000 habitantes. La brecha entre hombres y mujeres es igualmente significativa: el 87% de los que respondieron fueron hombres, y solo el 13% mujeres.
El euro digital se encuentra ahora mismo en la fase preparatoria, y el Consejo de Gobierno del BCE debe decidir en los próximos meses si da el paso hacia la fase de investigación, en la que no se descarta que hubiera nuevas consultas. Las respuestas son solo un factor más a tener cuenta a la hora de seguir preparando el proyecto, que podría tardar todavía cuatro o cinco años en estar listo, pero si lo viera oportuno, el BCE podría ignorar las respuestas y tomar sus propias decisiones.
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