El BCE prepara una nueva subida de tipos y la hoja de ruta para rebajar su balance
Los mercados prevén un aumento de medio punto, hasta el 2,5%, después de que la inflación se moderara en noviembre
El Banco Central Europeo (BCE) no ha aflojado en el tono y sigue martilleando a los mercados con un discurso beligerante contra la inflación. Y este jueves ha llegado al fin la hora de ver si mantiene esa agresividad en sus decisiones. Después de que el alza de precios se relajara en noviembre y algunos miembros del Eurobanco vislumbren ya el “pico” de esta crisis, los mercados apuestan por una subida de los tipos de interés de medio punto —hasta el 2,5%—. Eso significaría moderar ligeramente el ritmo seguido hasta ahora con aumentos de 0,75 puntos, aunque los analistas tampoco descartan que la autoridad monetaria se decante por seguir con el pie en el acelerador. Instituciones e inversores, además, aguardan la hoja de ruta que adoptará el supervisor europeo para ir reduciendo los 8,5 billones de euros que tiene en su balance e ir retrayendo cada vez más su política monetaria.
Los máximos responsables de la política monetaria europea cerrarán el año poniendo fin, de forma definitiva, a la política ultraexpansiva con la que el BCE superó dos extraordinarios baches: la crisis financiera de 2008 y el hundimiento económico por la pandemia en 2020. Con una subida de medio punto, la institución que preside Christine Lagarde situará el tipo de interés bancario en el 2%, y el general, en el 2,5%. Se trata ya de una cota que los analistas consideran que está en el límite máximo de lo que puede considerarse una tasa neutral, es decir, que no alienta la expansión económica, pero tampoco enfría la actividad.
De acuerdo con la mayoría de los analistas, a partir de aquí, las subidas pueden frenar ya la economía. Esa es una de las razones que llevan a pensar que el incremento decidido por el Consejo de Gobierno será de medio punto, puesto que ir más allá requiere de un debate entre los sectores más ortodoxos y los más laxos del organismo. “Una subida de 75 puntos básicos de una sola vez situaría el tipo de depósito en territorio restrictivo, algo que en la reciente comunicación de Christine Lagarde se presentaba como una opción, pero no como una certeza. Esperamos que el BCE cruce ese Rubicón en el primer trimestre, pero no sin una conversación adecuada en el seno del Consejo”, escribe Alessandro Tentori, analista de AXA Investments Managers.
El consejo del BCE tiene en sus manos, además, las nuevas previsiones económicas esbozadas por sus economistas. Por primera vez, estas exploran el panorama hasta 2025, que, según adelantó Reuters, todavía estará marcado por una inflación superior al 2% que fija el mandato del Eurobanco. También se conocerán las proyecciones de crecimiento. Y todo apunta a que la zona euro puede entrar en una recesión técnica en algún momento, pero más leve de lo esperado a la vuelta de verano. De hecho, el Ifo, el influyente instituto de estudios económicos de Alemania, este miércoles avanzó que la contracción prevista para este trimestre en ese país será menor de lo esperado, del 0,1% en lugar del 0,3%. Si eso acaba plasmándose en el documento que tienen los miembros del Consejo, Lagarde saldrá a anunciar que los tipos deberán seguir subiendo y, por lo tanto, adentrarse en el terreno contractivo que tantos recelos provoca en los países del sur.
Presión de los ‘halcones’
El guion esperado pasa por una subida de medio punto y el anuncio de nuevos aumentos el año que viene. Sin embargo, los mercados no descartan que los halcones –el sector más ortodoxo, capitaneado por Berlín— acabe imponiendo la línea dura en el seno del órgano de gobierno. En las últimas semanas, la consejera del BCE Isabel Schnabel o el gobernador holandés Klaas Knot han señalado que no es momento aún de bajar la guardia, lo cual hace pensar que ese sector podría tratar de articular una mayoría para aprobar una nueva subida de 75 puntos básicos. Desde el banco de inversión Nomura se sigue apostando por esa opción al considerar que las expectativas de inflación no han mejorado desde octubre.
El gran interrogante de la reunión pasa por saber qué ocurrirá con la reducción de los bonos que tiene en sus manos. El BCE ha acumulado una elevada cantidad de deuda como consecuencia de su política expansiva de los últimos años, de modo que su balance superaba en otoño los 8,7 billones de euros. En las últimas semanas lo ha recortado en casi un 10% con las devoluciones de la banca de las líneas de liquidez bonificadas, las llamadas LTRTO. Sin embargo, el Eurobanco aún tiene más de cinco billones de euros en bonos. Alemania presiona para que Fráncfort empiece a deshacerse de ellos cuanto antes, en el primer trimestre del año. El sur, en cambio, ve esa operación con mayor preocupación al temer que el BCE pueda descarrilar haciendo esa maniobra y acabe contagiando a los mercados de deuda soberana.
Hasta ahora, las declaraciones sobre la reducción del balance han sido más bien parcas, por lo que el enfoque probablemente será prudente. “No esperamos que el BCE venda directamente títulos de deuda. En lugar de ello, debería parar las reinversiones de la deuda amortizada bajo el programa de compras (APP), pero no el programa vinculado con la pandemia (PEPP), que todavía podría ser usado para abordar el riesgo de fragmentación financiera”, apuntan los analistas de la gestora suiza Pictet. Desde Fráncfort, no se obvian los peligros. Hasta ahora, las primas de riesgo han aguantado bien, pero también se advierte de que pueden descontrolarse. Por ello, se barruntan reducciones paulatinas, que podrían empezar entre 10.000 y 20.000 millones mensuales para no provocar un vacío en el mercado. La primera reacción de los inversores podrá verse ya este jueves. Y en ella, recuerdan fuentes financieras, tendrá que ver mucho el tono que este jueves emplee Lagarde.
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