La inflación se modera al 6,8% en noviembre, pero los precios de los alimentos se mantienen disparados
Los buenos datos de generación eólica fueron decisivos para rebajar la factura eléctrica
Los hogares españoles se adentran en la campaña navideña, la época de mayor consumo del año, con unos niveles de inflación históricamente altos, pero amortiguados por cuatro meses consecutivos de desaceleración en los que se ha dejado por el camino cuatro puntos. El Instituto Nacional de Estadística informó este miércoles de que los precios terminaron el mes con un avance del 6,8% frente al año anterior, el mismo dato adelantado hace dos semanas. Eso supone una moderación de medio punto frente al 7,3% registrado en octubre, aunque las cifras recogen dificultades para trasladar a los alimentos esos descensos, sobre todo visibles en el coste de la energía.
Ya se sabía que los récords de generación eólica fueron decisivos para rebajar la factura eléctrica, que cerró noviembre con un precio medio de 124 euros por megavatio hora en el mercado mayorista, el más bajo desde agosto de 2021, hace 15 meses. El IPC también pone de manifiesto ese descenso: el precio de la electricidad bajó un 22,4% respecto a noviembre de 2021, un giro completo respecto a lo que sucedía por ejemplo en agosto, cuando la inflación estaba cerca de su techo, y la electricidad se encareció más de un 60% interanual. La bajada de impuestos acometida por el Gobierno ayudó a rebajarla este mes 3,5 puntos adicionales, según el INE.
La caída del petróleo en los mercados internacionales también ha contribuido a la moderación de la inflación: la gasolina apenas repunta un 0,4%, aunque con el gasóleo no pasa igual (se encarece un 18,9%). Fuera de la vertiente energética, ahora se conocen más detalles sobre una partida fundamental: los alimentos. Estos repuntan un 15,3%, una tasa casi idéntica al 15,4% del mes pasado, cuando batió su máximo histórico. Y todavía no dan señales de haber cambiado de tendencia hacia la desaceleración. “No se aprecia inflexión en los alimentos, a la inversa de lo que sucede en la energía”, apunta Raymond Torres, director de Coyuntura Económica de Funcas.
Los artículos que experimentaron mayores subidas frente a noviembre de 2021 fueron otros aceites (55,9%, excluyendo al aceite de oliva), combustibles líquidos (52,5%), azúcar (50,2%), harinas y otros cereales (37,6%) y mantequilla (37,5%). Pero también se registran incrementos importantes en alimentos tan utilizados como la leche entera (30,9%), los huevos (27,1%), el aceite de oliva (25,9%) o las pastas (21,5%).
La inflación comprime en una cifra todo un universo de factores. Y la mayoría están favoreciendo que se deshinchen los precios. Las tarifas del transporte marítimo, por donde circulan la mayoría de mercancías del planeta, han retrocedido con fuerza. Y en las divisas, el euro volvió en noviembre a superar el valor del dólar, lo cual ayuda a reducir el coste de las importaciones de gas y crudo, cruciales para mantener en marcha la maquinaria industrial y calentar las viviendas ante la inminente llegada del invierno, así como para los negocios y particulares que dependen de vehículos para trabajar la tierra, repartir pedidos o simplemente acudir a la oficina.
Otra circunstancia que empuja a la baja la inflación es el efecto base. Como los precios energéticos llevan más de un año en cotas inusualmente elevadas, a priori resulta más complicado que sostengan el ritmo de subida, por lo que la estadística empieza a recoger esa fatiga tras 20 meses de inflaciones superiores al 2% objetivo del Banco Central Europeo. Así lo expresa Ignacio de la Torre, economista jefe de Arcano Research. “Lo peor de los incrementos de precios comienza a quedar atrás según comparamos meses de energía alta con meses equivalentes de hace un año de energía alta, pero los datos de inflación subyacente aún no están mejorando”.
En noviembre, la subyacente, que no tiene en cuenta energía y alimentos frescos por su volatilidad, aumentó una décima, hasta el 6,3%, lo cual indica un contagio a la cesta de la compra. Mientras que si se observa la tasa mensual, el IPC cayó una décima frente a octubre, algo que no sucedía en el penúltimo mes del año desde 2018.
El dato menos negativo de la zona euro
El diagnóstico del problema bebe en toda Europa de raíces comunes: la energía y su contagio a los precios de los alimentos, pero existen amplias diferencias dentro del club comunitario, debido a que no todos los países tienen el mismo mix energético —unos cuentan con más renovables, otros dependen más del suministro ruso—, la meteorología es distinta —el viento, el sol o las temperaturas inciden en la generación eléctrica y el mayor o menor consumo— y el impacto de las subsidios gubernamentales aprobados para contener la escalada tampoco es homogéneo.
En la comparación, España sale por ahora bien parada: es el país del euro con una inflación más baja —muy por debajo de la media, del 10%—, en una lista en la que las repúblicas bálticas —Estonia, Letonia y Lituania— sufren la crisis más acentuada, con subidas de precios superiores al 20% interanual.
Aunque España lleva cuatro meses con la inflación a la baja, la mayor lentitud de la zona euro para hacerla remitir afecta de rebote a España, primero porque compra más caro a sus socios comunitarios, y segundo porque las tasas altas animan al Banco Central Europeo a subir con más intensidad los tipos de interés, lo cual complica el acceso al crédito, daña el crecimiento y aumenta la presión sobre las primas de riesgo de los países más endeudados.
Sin embargo, hay señales positivas también en los socios de la moneda única. En noviembre se produjo la primera moderación de los últimos 17 meses para los países del euro, un hecho que para Ángel Talavera, economista jefe para Europa de Oxford Economics, va a condicionar para bien las próximas decisiones del BCE, todavía con cautelas. “El hecho de que la inflación empiece por fin a moderarse creo que permitirá al BCE rebajar la marcha en el aumento de tipos, pasando de subidas de 75 puntos básicos a 50 en diciembre, y posteriormente a 25 en la siguiente reunión en febrero. Pero dada esa persistencia de la inflación subyacente, hay riesgo de que el BCE considere necesaria alguna subida adicional, y es poco probable que veamos rebajas de los tipos, por lo menos en 2023″.
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