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INFLACIÓN
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Inflación: España versus Alemania

Esta misma crisis con un diferencial de inflación y de salarios sería mucho más costosa en desempleo y coste social

Imagen de un mercado de Berlín, este miércoles.
Imagen de un mercado de Berlín, este miércoles.FILIP SINGER (EFE)
José Carlos Díez

Cuando una economía entra a formar parte de una unión monetaria pierde la capacidad de devaluar su moneda para solucionar problemas de competitividad. Los salarios tienen como referencia la inflación a medio plazo y los países más inflacionistas tienen subidas de salarios superiores a sus competidores. Si esas subidas no van acompañadas por mejoras de productividad y eficiencia, las empresas exportadoras del país dejan de ser competitivas y acaban provocando graves crisis de balanza de pagos que provocan a su vez desempleo e inestabilidad financiera.

Eso es lo que sucedió en los años setenta tras la muerte de Franco. La democracia heredó una economía llena de rigideces y la crisis del petróleo provocó una inflación en España muy por encima de nuestros socios europeos. Cuando Felipe González llegó a Moncloa, hace ahora cuarenta años, no había reservas de dólares en el Banco de España y habíamos perdido el acceso a la financiación internacional. Su primera decisión fue devaluar la peseta y aprobar un plan de ajuste fiscal.

En 1992, España sufrió otra grave crisis de balanza de pagos. Desde 1982 hasta 1992 la inflación en España se dobló y creció cuatro veces más que la de Alemania en el mismo periodo. Pero desde 1986 España había fijado el tipo de cambio contra el marco alemán. La situación fue insostenible para la industria exportadora y fue necesario devaluar cuatro veces la peseta para recuperar la competitividad perdida y volver a crecer y crear empleo.

En 2008 la economía española tuvo que depurar varios desequilibrios acumulados en el ciclo expansivo. El principal fue el sobreendeudamiento de empresas y familias, muy relacionado con la burbuja y el bum inmobiliario. Pero también fue necesario restaurar la competitividad perdida. Desde 1998, cuando fijamos irrevocablemente el tipo de cambio de la peseta al euro, hasta 2007 que estalló la crisis de las hipotecas subprime, la inflación en Alemania aumentó un 15% y en España un 33%. La devaluación empobrece a los países sin que sean conscientes. Dentro del euro el ajuste en 2008 tuvo que ser por devaluación salarial y eso implicó subir la tasa de paro al 27%.

De nuevo la economía española sufre una perturbación externa. En este caso es la fuerte subida del precio del gas y en menor medida del resto de materias primas. Pero por primera vez en nuestra historia de los últimos siglos nuestra inflación crece similar a la de Alemania, EEUU y el resto de países más desarrollados. En octubre, un año y medio después de comenzar la crisis energética, nuestra inflación fue inferior a la del promedio europeo. Nuestra inflación subyacente fue similar a la del promedio europeo. Y nuestra inflación del sector servicios, cuyos precios se fijan en cada país y reflejan mejor los salarios domésticos, crecieron un 4%, igual que en Alemania.

Esta misma crisis con un diferencial de inflación y de salarios sería mucho más costosa en desempleo y coste social. El reto ahora es conseguir aumentar la productividad y los salarios sin generar diferenciales de inflación, algo que los españoles aún no hemos conseguido hacer.

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