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PRECIO DE LA ENERGÍA
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Aliento español en la energía europea

A cada cumbre, los Veintisiete han dado un paso del dogmatismo a la realidad

De izquierda a derecha, el primer ministro italiano, Mario Draghi, el canciller alemán, Olaf Schol, y el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, este viernes en Bruselas.
De izquierda a derecha, el primer ministro italiano, Mario Draghi, el canciller alemán, Olaf Schol, y el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, este viernes en Bruselas.Geert Vanden Wijngaert (AP)
Xavier Vidal-Folch

Todavía en verano de 2021, Bruselas proclamaba que existía un auténtico mercado interior energético. Falso: era incompleto, había países desconectados. Añadía que el mecanismo marginalista de fijación de precios eléctricos era “el más eficiente” pues daba signos para invertir en tecnologías modernas y verdes. Falso: la factura de la luz empezaba a dispararse, en favor del gas.

Abrió la tozudez española una carta de la vice Teresa Ribera (en junio) al comisario Frans Timmermans pidiendo “repensar el diseño de los mercados energétios”. Siguió otra, cofirmada con la vice Nadia Calviño, el 20 de septiembre, narrando la primera respuesta local al drama de los precios. Adjuntaban un Non paper on energy and electricity markets que reclamaba una “urgente respuesta europea” y “reformar las reglas del mercado eléctrico”.

Y ello, pues impedía a los consumidores españoles beneficiarse de contar con más renovables (baratas) que la media, por culpa del gas: reclamaron su desacople, que no pagasen la luz al precio de esa fuente, la útima en entrar en las subastas.

A cada cumbre los 27 daban un pasito desde el dogmatismo a la realidad. Pero no aceptaban el desacople general, sino al cabo, solo como “excepción ibérica”: fue el 25 de marzo, al mes de la invasión de Ucrania.

Con obstáculos (y la inquina del sector), se aprobó el 8 de junio. Rige desde el 15 de ese mes. El Gobierno estima que ha ahorrado 2.900 millones de euros a los consumidores. Esta semana el precio general del gas en España (el de las subastas eléctricas quedó “topado” en junio a 40 euros) bajó a 27 euros megavatio/hora, un cuarto de los 112 euros del mercado de referencia holandés (TTF). El miércoles, la presidenta de la Comisión proclamó que el mecanismo ibérico ha “rebajado los precios " y “merece ser considerado en el ámbito europeo”.

La cumbre dio, en la madrugada del viernes, vía libre a su extensión a los 27 (tras el oportuno trabajo técnico). Solo hubo un disonante, el líder español del PP, que discrepó de Ursula von der Leyen: la excepción “está saliendo muy cara a los españoles”, dijo, y “tampoco ha visto usted ninguna declaración de la UE en favor de la ampliación de la excepción”. Lea, hombre, lea. Lea las Conclusiones del Consejo Europeo, epígrafe III, punto 17, letra D.

Como el desacople del gas del precio de la luz, la compra conjunta, los topes al precio exterior, y la solidaridad de forma que los países con más reservas las compartan con el resto, son otras tantas aportaciones de esta cumbre decisiva que defendió España, siempre con Portugal y otros países.

Como lo fue la extensión (30 de septiembre) del impuesto a los “beneficios caídos del cielo” de las energéticas, con el que Bruselas estima se recaudarán 140.000 millones. En ese caso, y en el de la banca, la implacable inquina surgió de ambos sectores, de la patronal CEOE y de la europea Business-Europe. Afán, ay, melancólico.


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