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Ribera afirma que en ocho o nueve meses podría estar “operativo” un gasoducto por Cataluña hasta Francia

La vicepresidenta confía en que la “emergencia energética” que vive la UE permita activar esta solución que durante años ha estado encima de la mesa

El canciller alemán, Olaf Scholz, visita la planta energética de Stadtwerke, este viernes.Foto: ANNEGRET HILSE | Vídeo: Reuters
L. D. F.

La crisis energética y la guerra en Ucrania han revivido el proyecto del gasoducto Midcat entre España y Francia, que pasaría por el Pirineo catalán y que llevaba años enterrado. La vicepresidenta tercera del Gobierno español y ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, ha apuntado una posible fecha para su puesta en marcha. “La interconexión por los Pirineos catalanes podría estar operativa en ocho o nueve meses en la frontera sur”, ha afirmado este viernes por la mañana en una entrevista en TVE. La previsión llega un día después de que el canciller alemán, Olaf Scholz, propusiera la construcción de una infraestructura que uniese los dos países para importar gas desde la Península como alternativa al suministro ruso, cuyo grifo es cada vez más probable que se cierre del todo.

Ribera ha matizado que estos tiempos se refieren a las operaciones en el lado sur de los Pirineos, ya que Francia también debería ponerse manos a la obra para construir, en su territorio, las instalaciones que hagan viable que el suministro llegue al resto de Europa. El Midcat, cuyas líneas básicas se trazaron hace una década, decayó hace unos años por la falta de interés tanto de Francia como de España, que alegaron altos costes y baja rentabilidad y dejaron morir el proyecto pese a que se llegaron a iniciar los trabajos de construcción del tubo.

Ribera confía en que la actual “emergencia energética” en Europa pueda reactivar el proyecto, que mejoraría la limitada capacidad de interconexión de España con el Viejo Continente ―aunque es, paradójicamente, el país con la mayor capacidad de importación de GNL (gas natural licuado)―. La vicepresidenta recordó que en el territorio comunitario existe “una especie de esqueleto central de gasoductos” que une a muchos países, pero que no involucra a la península Ibérica: “Nos quedamos aislados”.

La invasión rusa de Ucrania y la escalada en el precio del gas, sin embargo, han puesto otras cartas sobre la mesa. Ribera ha confirmado que la actual coyuntura, que amenaza con ir a peor a medida que se acerca el invierno, ha llevado a conversaciones “en solitario” aunque “de alto nivel” entre Madrid y París para estudiar el proyecto. En este sentido, la vicepresidenta tercera ha pedido a Berlín que se una a las negociaciones, de forma que “allane el camino” de la interconexión. También ha matizado que la infraestructura debería considerarse un proyecto europeo, que debería recibir financiación de Bruselas, y planearse con una visión de largo plazo para tener una “vida útil de 30-40 años” y poder permitir el transporte de otras energías ―una por encima de todas: el hidrógeno verde―, una postura en la que coincide Portugal.

Alternativas

La ministra también ha mencionado otras soluciones, menos contundentes pero más rápidas, para aumentar el suministro de gas al resto de Europa procedente de la península Ibérica. Por un lado, ha señalado la posibilidad de mejorar la infraestructura que ya existe a través del País Vasco —la única conexión que existe ahora con Francia, un doble gasoducto con capacidad para enviar unos 7.000 millones de metros cúbicos al año― para instalar “un compresor adicional”. Este arreglo permitiría elevar entre un 20% y un 30% el envío de gas hacia Francia, lo que no solucionaría el problema, pero permitiría poner un primer parche.

La otra opción, por la que el Ejecutivo ha apostado en los últimos meses, es fortalecer el “puente marítimo” para que las infraestructuras existentes puedan recibir más barcos metaneros que transportan gas licuado hasta España, y desde ahí, llevar esta energía a otros lugares de Europa, como dijo que ya ocurre con el puerto italiano de Livorno. En particular, Ribera confía en que “desde diciembre” sea posible “aprovechar” mejor los recursos en Gijón para elevar el envío de gas por barco al resto del continente.

Bruselas ha llegado a un acuerdo con los Estados miembros para que vayan reduciendo de forma voluntaria ―siempre que no haya una alerta por el deterioro de la situación―, desde este agosto hasta marzo del año que viene, su consumo de gas en un 15% de media. España y Portugal, por sus escasas interconexiones y baja dependencia del gas ruso, han conseguido que la reducción requerida sea menor, del 7%. En este contexto se enmarca el plan de ahorro energético recientemente aprobado por el Gobierno de Pedro Sánchez, cuyas primeras medidas ―regulación de la temperatura en los establecimientos climatizados y apagado nocturno de escaparates e iluminación de edificios públicos― acaban de entrar en vigor.


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Sobre la firma

L. D. F.
Es redactora en la sección de Economía de EL PAÍS y está especializada en Hacienda. Es licenciada en Ciencias Internacionales y Diplomáticas por la Universidad de Trieste (Italia), Máster de Periodismo de EL PAÍS y Especialista en Información Económica por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.

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