Comercios, hostelería y oficinas en el primer día del plan de ahorro energético: resignación, dudas y buenas intenciones
“Es lo que toca”, dice la dependienta de una tienda sobre la regulación del aire acondicionado obligatoria desde este miércoles
Día de estreno para el plan de ahorro energético. Para miles de establecimientos públicos y privados, ha entrado en vigor la obligación de regular el aire acondicionado a un mínimo de 27 grados ―en invierno, la calefacción no podrá superar los 19―. El martes por la noche, los escaparates de tiendas y almacenes como los de El Corte Inglés, o las fachadas de inmuebles administrativos como el del Ayuntamiento de Granada ya habían despedido la jornada a oscuras, adelantándose a la otra gran medida que contempla el decreto del Gobierno para ahorrar luz por la noche y que también empieza a ser de obligado cumplimiento este miércoles.
“Me parece que aquí se está perfecto. Mucho mejor que en la calle, es para no volver a salir nunca”, dice Alicia, de 17 años, que va dando vueltas con un carrito de la compra aún vacío por el Primark de la Gran Vía, en Madrid. El gigante de la moda rápida mantiene sus gigantescas puertas abiertas, lo que hace casi imperceptible el cambio de temperatura en la entrada. Sin embargo, en las plantas de arriba la sensación de refrigerio es corroborada por la temperatura del termómetro ambiental usado por este periódico: entre 27 y 28 grados.
La misma temperatura se registra en El Corte Inglés de la madrileña calle de Preciados. “Suelo venir bastante, y me parece que ya desde el principio de verano el aire acondicionado no está tan fuerte como en otros años”, comenta una de las clientas, Lucía Álvarez, jubilada de 75 años. La cadena de grandes almacenes también ha sido uno de los primeros establecimientos en cumplir con la otra medida del plan que es obligatoria desde este miércoles: el apagado de los escaparates y de la iluminación de los edificios públicos a partir de las diez de la noche.
Entre la resignación y la conciencia sobre la necesidad de ahorro energético se debaten este miércoles los responsables y trabajadores de los establecimientos del centro de Valencia. Apenas se ve algún abanico en el interior de los locales, que están igual de concurridos que cualquier otro día. En una de las calles más comerciales, don Juan de Austria, la mayoría de las tiendas no disponen de puertas de cristal que poder cerrar para mantener la temperatura interior. Olivia, dependienta de una perfumería, tuerce el gesto cuando se le pregunta por la bajada del aire: “Qué le vamos a hacer, es lo que toca”, dice, y explica que les han comentado que tendrán que poner puertas porque solo disponen de persiana para el cierre del local. Ana, encargada de una tienda franquiciada de ropa, explica que les ha llegado una circular recordándoles que tienen que regular el aire acondicionado a 27 grados. “De todas formas, aquí no se nota lo pongamos a la temperatura que lo pongamos porque entra todo el calor”, describe señalando la inmensa entrada, sin puertas, que da a la calle que, antes de septiembre, tendrá que adecuarse al decreto de medidas de ahorro energético.
Además de la regulación de la climatización y el apagado de escaparates e iluminación de edificios públicos por la noche, los inmuebles obligados a respetar los límites de temperatura deberán colocar, antes del 2 de septiembre, carteles o pantallas que informen de manera visible sobre las nuevas medidas de ahorro; para el 30 de septiembre, los locales con puertas a la calle deberán instalar un sistema de cierre automático. Además, los edificios que hayan realizado la anterior inspección de eficiencia energética antes del 1 de enero de 2021 deberán adelantar la siguiente antes de que acabe el año. El decreto prevé que las medidas se mantengan hasta noviembre de 2023.
En muchas de las tiendas de la milla de oro valenciana aseguran no solo que apagarán esta noche los escaparates, sino que lo llevan haciendo desde principio de semana. En Sesam, su responsable muestra además cómo tiene el aire acondicionado a 27 grados y explica que en el local, además, utilizan desde hace tiempo solo bombillas led. “Hay que ahorrar energía”, afirma tajante. “No solo es un gasto innecesario, sino que hay que atender a la ecología. Ya que vendemos ropa, que no es el producto más ecológico, al menos tenemos cuidado en otras cosas”, señala. En la pequeña joyería y bisutería Anartxy también han ajustado la temperatura y, aunque dispone de puerta, admiten que se tendrán que acostumbrar a cerrarla.
Mientras, la patronal hotelera Hosbec ha informado a todos sus socios de la cartelería informativa que tienen que instalar en las áreas de actividad afectadas por la norma, aunque la obligación de disponer de ella no comienza hasta el 2 de septiembre. El Hotel Alfonso XIII, en Sevilla, ya se ha adelantado. El establecimiento, de cinco estrellas, mantiene los 27 grados en sus zonas comunes y a las 22.00 apaga su iluminación al no ser considerado monumento. “Tenemos el aire a 27 grados desde el pasado viernes y también carteles informativos. Desde hace mucho contamos con puertas automáticas e intentamos ser sostenibles con pequeños cambios de ahorro”, apunta Emilia Nurmi, jefa de ventas del hotel.
En Castellón, uno de los apagones más destacados ha sido el de las murallas y el castillo de Peñíscola a partir de las dos de la madrugada. Así lo decidió la Diputación de Castellón pese a que el real decreto no obliga a aplicar la reducción en monumentos, salvo que sean edificios públicos que a dicha hora estén desocupados. “Creemos que tenemos que dar ese paso porque, en la actual coyuntura, hay que ser conscientes de que el ahorro energético nos implica a todos”, defiende el presidente de la Diputación, José Martí. También la Torre Glòries, uno de los símbolos urbanos de Barcelona, adelantará el apagado de sus luces a las diez ―habitualmente es a medianoche―, pese a no estar obligada a ello. Merlin Properties, una de las principales compañías inmobiliarias y propietaria del edificio, ha asegurado que la normativa vigente “se cumplirá” en todos sus centros, “optimizando la eficiencia energética y tomando medidas de ahorro”.
Excepciones
El apagado de las luces por la noche no afecta al alumbrado público, tampoco a monumentos, anuncios luminosos, rótulos o cartelería, salvo que sus dueños o autoridades competentes decidan hacer lo contrario, como la Diputación de Castellón. Los límites de temperatura deben respetarlos los edificios de uso comercial (tiendas, supermercados, centros comerciales, etcétera) y administrativo (por ejemplo, oficinas o centros de la Administración), además de los establecimientos culturales y recreativos y los destinados al transporte de personas, como estaciones y aeropuertos. Quedan excluidos los centros de formación y de salud, hospitales, peluquerías, gimnasios, lavanderías y habitaciones de los hoteles. También están exentos aquellos lugares donde no se puedan respetar los umbrales de temperatura por razones laborales o especificidades del sector.
El mismo decreto señala que la normativa laboral prevalece sobre el plan, al determinar que debe “ajustarse” a las disposiciones mínimas de seguridad y salud en los lugares de trabajo. Este establece temperaturas de entre 17 y 27 grados en los centros donde se lleven a cabo trabajos sedentarios; y de entre 14 y 25 grados en caso de trabajos ligeros. Por esta razón, la hostelería podrá regular el aire acondicionado a una temperatura inferior a los 27 grados.
Es el caso del restaurante italiano Alimentari Diversi del centro de Sevilla, que marca 25,5 grados este miércoles. “Lo estamos llevando bien, sin quejas de los empleados ni de los clientes”, comenta el camarero Kevin Piacere. “Antes estábamos entre 23 y 24 grados, porque con la terraza siempre salimos y entramos, y nos exponíamos a sufrir un golpe de calor con tanta diferencia, si bajábamos más la temperatura dentro”, explica. En lugares como la cervecería La Andaluza, en el distrito de Embajadores de Madrid, las medidas no surten efecto, por no tener aire acondicionado. Un nebulizador refresca algo el ambiente y la puerta se mantiene abierta.
Este es el primer verano desde 2019 sin restricciones dictadas por la pandemia, pero las perspectivas del fuerte rebote económico que se esperaba para el año se han ido desinflando ante el encarecimiento de la energía y la guerra en Ucrania: la inflación está desbocada y Bruselas ya tiembla ante la posibilidad de que Rusia corte totalmente el suministro de gas. Por ello, ha acordado con los Estados miembros una reducción voluntaria en el consumo de gas del 15% ―del 7% en el caso de España y Portugal gracias a la excepción ibérica―, que se convertiría en obligatoria si la UE declara una alerta, y la presentación de un plan de contingencia para septiembre.
Dudas
El cielo ha decidido dar una tregua en la capital de Galicia el resto de la semana, mientras los dueños de las angostas tiendas de recuerdos para los turistas y todos esos locales que ocupan los bajos del secular Santiago de Compostela se preguntan cómo van a cumplir el decreto en inmuebles protegidos. Aquí, explica José Ángel Blanco, gerente de la asociación de comerciantes Compostela Monumental, cada obra, cada pequeña instalación, supone meses, o años, de sinvivir burocrático para la obtención de permisos. No se trata del aire acondicionado, un artefacto que hasta las últimas olas de calor muchos comerciantes ni se han planteado tener (porque los gruesos muros de piedra y los soportales en sombra hacen la misma labor, eficazmente, desde hace siglos), sino de las puertas automáticas, de imposible colocación en estas recias y muchas veces estrechas arquitecturas. “Para el pequeño comercio es imposible meter esas puertas, es todo un sinsentido que en octubre nos va a abocar al cierre y a la pérdida de puestos de trabajo”, advierte el portavoz de los negocios: “Con la que está cayendo, nos parece patético. El Gobierno ha montado un pollo innecesario porque a nosotros ya nos iba la vida en reducir la factura de la luz desde hace tiempo, [junto a los alquileres] el gasto más grande que afrontamos. Casi todos entre los 3.900 locales de la ciudad han invertido ya un pastizal en cambiar el sistema de iluminación por otros que ahorran energía y no generan calor como los halógenos”.
El decreto ha sido acogido de forma dispar entre comerciantes y hosteleros, además de causar una fuerte polémica política. Las comunidades del PP han atacado al Gobierno por no haber consensuado antes las medidas, amenazando con incumplimientos y recursos ante el Constitucional. La ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, ha contestado que las medidas hay que cumplirlas y que el Ejecutivo podrá llevar a los tribunales a las comunidades insumisas.
Hace ya tiempo que en Santiago llama la atención la penumbra en la que despachan las pequeñas tiendas, a veces poco más que un mostrador en un pasillo, del casco histórico. Sin embargo, casi se podría decir que de noche los escaparates tenían una función pública. El alumbrado urbano es deficiente y los establecimientos compensaban hasta ahora los ángulos muertos. El propio alcalde socialista de Santiago, Xosé Sánchez Bugallo, lo reconoce y extiende su preocupación a la iluminación exterior de monumentos como la Catedral, que depende del Ayuntamiento. Plazas como la del Obradoiro, el corazón de la ciudad, se iluminan de noche a través de las fachadas de sus edificios históricos y el apagón puede causar “una imagen de menor seguridad” a los vecinos y a los turistas que en este año Xacobeo lo inundan todo. Bugallo dice que esta situación es compartida por otras ciudades españolas Patrimonio de la Humanidad, y asegura que entre todas están “analizando” el decreto y poniendo en común sus dudas. La Fundación Catedral de Santiago, responsable de la iluminación interior de la basílica, comenta por su parte que en las últimas obras de restauración se acometió la renovación del sistema eléctrico y se fue más allá de lo que pudiera marcar el decreto: en el museo se han instalado detectores de presencia que apagan las luces en cuanto los visitantes abandonan una sala.
Entre las ciudades con monumentos protegidos por la Unesco, el Ayuntamiento de Lugo fue de los primeros en España en anunciar que en los próximos meses no van a iluminar los muros de la muralla romana, y que solo el adarve, habitual senda de paseo de los lucenses, mantendrá su discreto alumbrado. En esta época del año, sin embargo, Galicia cuenta con un margen de casi una hora de ventaja frente a las comunidades más orientales de la Península. En el extremo occidental anochece más tarde, sí, pero después de meterse el sol, la luz mortecina de las calles y las esquinas en tinieblas “solo van a beneficiar a los amigos de lo ajeno”, aventura José Ángel Blanco.
Conservación de productos
Faustino Muñoz, director de la tradicional tienda Colmado Quílez de la Rambla de Catalunya, en Barcelona, también lamenta que la nueva normativa no tenga en consideración establecimientos como el suyo, en el que “se tiene que mantener una temperatura específica” para conservar la calidad de los materiales que vende, como vinos, cavas, quesos, conservas o jamón. “Todos queremos cumplir la ley, y la cumpliremos, pero creo que no se puede hacer la misma normativa para una tienda de ropa que para una tienda de comestibles”, señala. El decreto excluye a “aquellos recintos que justifiquen la necesidad de mantener condiciones ambientales especiales o dispongan de una normativa específica que así lo establezca”, precepto que quizás sea aplicable a comercios como este colmado. Ahora mantiene la temperatura a 25 grados, aunque piensa subirla a los 27 grados que marca el decreto. “Es lo mismo con las puertas correderas”, dice en alusión al sistema de cierre que deberá instalarse antes del 30 de septiembre. “No tenemos puertas. La nuestra es una tienda de 60 metros cuadrados, no tiene salidas. Si ponemos una puerta podemos encontrar que mantenemos la temperatura, pero puede concentrar el posible virus… Por un lado nos piden que mantengamos el espacio aireado, y por otro nos piden que lo cerremos”, concluye.
Unos metros más allá, en la calle Ausiàs March, la cooperativa Abacus, que vende libros y productos de papelería, ha aplicado un protocolo desde esta noche para mantener la temperatura a 27 grados. El cartel exterior de la tienda ya no se iluminará, aunque el decreto no obligue a ello. En lo que va de día, no ha habido quejas de los clientes sobre la temperatura en el local. Donde es casi imposible encontrar un abanico moviendo aire es en el Museo del Prado, en Madrid. Algunos de los visitantes, y casi todas las guías turísticas, se cubren la espalda con chaqueta o pañuelo. No sorprende, ya que el termómetro ambiental marca 24º en la planta baja del museo. “No pensaba que iba a necesitar arroparme, con el calor que hace afuera. Suerte que tenía algo en el bolso”, comenta una turista francesa en la sala de El Bosco, una de las más abarrotadas del museo.
Los edificios públicos también deben respetar las nuevas normas. La oficina del Servicio Andaluz de Empleo (SAE) en la plaza José María Bedoya de Sevilla tiene el aire acondicionado a 27 grados, pero la puerta y dos ventanas abiertas a la calle, donde hay 33 grados. La jefa de área, Isabel Ortega, se excusa: “Procuramos mantener la ventilación por el tema covid”. Sobre la temperatura, matiza: “Con el calor de aquí, los 27 grados se quedarán justillos. Eso sí, hay tantas peleas para subir y bajar el aire entre los empleados [una veintena], que yo tengo mi rebequita”.
Entre las cinco personas que esperan su turno hay de todo: “Ahora mismo tengo frío”, opina Antonia Delgado. Su marido, Francisco Fernández, al contrario: “Pues yo tengo calor, la cosa depende de las personas que estemos aquí en la sala de espera”. El local, que comparte el SAE con el SEPE, del Ministerio de Trabajo, echa la persiana por la noche y su fachada no se ilumina.
En el edificio contiguo, el rectorado de la Universidad de Sevilla, la temperatura es agradable gracias a su arquitectura de techos altos y muros gruesos.
―¿A qué temperatura tiene el aire?
―Pues no lo sé, creo que a 25 grados―, contesta la jefa del registro general, Carmen Carrión.
Un segundo después, añade: “Pero vamos, que está apagado porque tenemos las ventanas abiertas”. Fuera hace 33 grados a las doce del mediodía.
Con información de Clara Angela Brascia (Madrid), Laura Delle Femmine (Madrid) María Fabra (Valencia), Javier Martín-Arroyo (Sevilla), Gonzalo Moncloa Allison (Barcelona), Silvia R. Pontevedra (Santiago).
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