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Una semana de tope al gas: ni fiasco ni panacea

La rebaja para los clientes del mercado regulado ronda el 11%. Es menos de lo esperado por el Gobierno, con el lastre de la ola de calor y el aumento de las exportaciones a Francia

Una torre de red eléctrica de transporte de energía en un barrio de Terrassa (Barcelona).
Una torre de red eléctrica de transporte de energía en un barrio de Terrassa (Barcelona).CRISTÓBAL CASTRO
Ignacio Fariza

Ni bálsamo de Fierabrás ni el fracaso rotundo que algunos atisbaron en los primeros compases de aplicación de la excepción ibérica. La primera semana de tope sobre el precio del gas natural que se utiliza para generar electricidad es una historia de luces y sombras: ha conseguido rebajar algo los precios, aunque menos de lo prometido por el Ejecutivo. En las siete jornadas de aplicación de la medida, parcialmente deslucida por la ola de calor —que ha disparado la demanda y frenado en seco la producción renovable, de largo la más barata—, una nueva escalada abrupta en el precio del gas y un enorme incremento de las exportaciones a Francia, la rebaja para los clientes del mercado regulado roza el 11%. La cifra está por debajo del rango del entre 15% y 20% proyectado por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico para los 12 meses en los que estará activo el tope.

En junio —un mes en el que la medida tendrá un impacto parcial: solo en la segunda quincena— un consumidor medio del mercado regulado (también conocido como PVPC) pagará una factura de en torno a 76 euros, según los cálculos de José Luis Sancha, profesor de la Universidad Pontificia de Comillas. Son cinco euros menos de lo que abonaría sin tope al gas. “La rebaja presenta una fuerte dispersión según los días y es inferior a la prevista por el ministerio, pero el mecanismo está funcionando”, aquilata el también autor de Presume de entender (a fondo) las facturas de la luz y del gas. “Una vez remitida la ola de calor, es probable que ese precio se modere ligeramente en los días que restan de junio”, confía. En esta primera semana, sus cálculos apuntan a una rebaja del 10,9% en el PVPC.

Para emitir un juicio final sobre la medida aún habrá que esperar —como mínimo— un mes más. Así lo creen, al menos, la mayoría de especialistas consultados, que abogan por evitar análisis apresurados como los emitidos en las primeras horas de puesta en marcha del mecanismo. “El tope ha entrado en vigor en un momento de pesadilla, en plena ola de calor y con el precio del gas disparado: todo lo que podría salir mal en los primeros días, salió mal. El sábado ya empezó a mejorar y a partir del domingo ya salen números más coherentes”, analiza Francisco Valverde, consultor de Menta Energía y una de las voces más autorizadas del sector. “Cuando peor va a funcionar es ahora, en verano: hay poca eólica e hidráulica, y la solar que hay todavía no mueve el mercado por sí sola: es cuando más gas se quema. Será entre septiembre y noviembre cuando veremos ahorros mayores, porque el viento volverá a tirar”, proyecta.

Los próximos meses, clave

El principal beneficio del instrumento, a ojos del expresidente de Red Eléctrica de España (REE) Luis Atienza —“es una red de seguridad contra unas condiciones que pueden volverse más adversas; eso es lo más importante del tope”—, no se dejará ver hasta dentro de unos meses. “No se puede juzgar por lo ocurrido esta semana ni por lo que pase la que viene, sino por lo que va a evitar que suba la factura a futuro: el diferencial entre los precios del resto de Europa y la Península se va a ampliar en los próximos trimestres. Y ahí es donde se demostrará la efectividad del mecanismo”, esboza por teléfono.

Aelec, la patronal del sector eléctrico —nada sospechosa: no ve con buenos ojos ninguna intervención del mercado, y esta lo es—, también cree que el ahorro irá en aumento en los próximos tiempos. Por varios motivos: por el mayor peso de las renovables y porque el número de consumidores entre los que se divide la compensación a las centrales de gas será cada vez mayor: al grupo que ahora paga ese ajuste (los hogares y empresas que están en el mercado regulado o que cuentan con una tarifa indexada al mercado al contado) se irán sumando todos los que renueven su contrato, sea del tipo que sea. Según los cálculos de esta asociación, en esta primera semana de tope al gas la rebaja fluctúa entre el 4% del pasado jueves y el 21% del domingo, cuando el calor ya remitía y la demanda cayó con fuerza.

La senda alcista del descuento debería continuar hasta finales de año, cuando el límite sobre el precio del gas empezará a aumentar a razón de cinco euros mensuales: los 40 euros iniciales —y actuales— pasarán progresivamente a ser 75 en mayo del año que viene, el último mes de excepción ibérica. Ese aumento del umbral hará que los ahorros también sean menores esos meses que en estos compases iniciales de la medida. De ahí que, para lograr la rebaja media que el Gobierno atisba para todo el periodo, la rebaja tenga que ser más alta en estos primeros meses. Después, la cuesta arriba será más pronunciada.

Exportaciones disparadas

La ola de calor y el alto precio del gas —que eleva la compensación a pagar a las centrales térmicas— no son los únicos motivos por los cuales la rebaja se está quedando corta: el brutal aumento de las exportaciones de electricidad hacia Francia también juega un papel relevante. Al ofrecer energía más barata —subvencionada por los consumidores españoles, a raíz del tope al gas—, la interconexión con el país vecino ha pasado de ser bidireccional —con flujos de entrada y salida en función de los tramos horarios— a ser unidireccional: desde el miércoles, la corriente está fluyendo únicamente en sentido sur-norte.

El aumento del apetito francés por la electricidad generada en España viene de atrás, en gran medida a raíz del parón por razones técnicas de buena parte del parque nuclear de ese país. La excepción ibérica, sin embargo, ha acelerado esa tendencia: Aelec calcula que el instrumento multiplicará por cinco el saldo exportador. Ese brutal incremento de la demanda externa está obligando a reactivar los ciclos combinados (centrales en las que se obtiene electricidad mediante la quema de gas) más antiguos, menos eficientes y, por tanto, más caros. El resultado: precios más altos también en el mercado interno y mayores emisiones de dióxido de carbono (CO₂). Y menos descuento en la factura de las familias y las empresas españolas.

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Sobre la firma

Ignacio Fariza
Es redactor de la sección de Economía de EL PAÍS. Ha trabajado en las delegaciones del diario en Bruselas y Ciudad de México. Estudió Económicas y Periodismo en la Universidad Carlos III, y el Máster de Periodismo de EL PAÍS y la Universidad Autónoma de Madrid.

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