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El gran desafío o cómo cubrir 109.000 empleos vacantes

¿Pagar más? ¿Formar mejor? Gobierno, sindicatos y empresarios discrepan sobre la forma de atraer mano de obra

Cartel de "Se necesita personal" en la terraza de un restaurante en Tossa de Mar (Girona).
Cartel de "Se necesita personal" en la terraza de un restaurante en Tossa de Mar (Girona).cristóbal castro
Gorka R. Pérez

En Europa falta mano de obra, y en España también, aunque no tanta. Según los últimos datos oficiales, son 109.056 las vacantes que el mercado de trabajo no es capaz de cubrir actualmente. Un vacío que apenas representa un 0,7% con respecto a los más de 20 millones de ocupados que se han registrado por primera vez en el primer cuatrimestre del año, muy por debajo del 2,6% de la media europea o del 3,9% de Alemania. Sin embargo, se trata de un fenómeno anómalo para un país con más de tres millones de parados, y que presenta la tasa de desempleo más elevada de la zona euro (13,65%).

Desde el entorno empresarial vienen alertando en las últimas semanas de la necesidad de abordar este desajuste entre oferta y demanda, en tanto que puede poner en riesgo la inminente campaña de verano, especialmente en el sector de la hostelería, donde hay escasez de personal. En el medio plazo preocupa también en la construcción, otro de los motores tradicionales de la economía española, donde las proyecciones de la patronal apuntan a una demanda descubierta de 700.000 puestos en los próximos años. ¿Cómo remediarlo? “Pay them more (Pagadles más)”, les sugirió a los empresarios de su país el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, como tratamiento de choque contra la Gran Dimisión que protagonizaron millones de trabajadores frustrados con sus empleos a finales de año.

Aquellas palabras, junto con esa misma estrategia de presión, pero sin que en España se haya producido un fenómeno de renuncia similar al estadounidense ―allí la tasa de paro es del 3,6%, lo que facilita la rotación―, las han repetido por distintos foros la vicepresidenta y Ministra del Trabajo, Yolanda Díaz, y el secretario de Estado de Empleo, Joaquín Pérez Rey, para desagrado de las principales organizaciones de empresarios, CEOE y Cepyme. Para estas, se trata de una solución “simplista” y “demagógica”.

Desde su posición defienden que el remedio frente a estas lagunas laborales pasa por apostar por una formación de los trabajadores de acuerdo con las competencias que las propias empresas demandan, y no en la mejora de las remuneraciones, especialmente tras haber situado el salario mínimo en los 1.000 euros mensuales. Dos recetas que, en opinión de los expertos consultados para este reportaje, son tan válidas como complementarias.

“Este panorama en el que nos encontramos no es nuevo, sino que existe desde hace bastante tiempo en nuestro mercado de trabajo, y, por tanto, no hay ninguna circunstancia reciente que lo haya provocado”, contextualiza Jesús Cruz, catedrático de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social en la Universidad de Sevilla. Atendiendo a los registros del Instituto Nacional de Estadística (INE), la cifra de vacantes ha experimentado un crecimiento constante entre 2016 y 2019, cuando pasó de una media 60.000 a más de 100.000. Con la excepción de 2020, un año en el que la pandemia destruyó 623.000 empleos, en 2021 ha continuado con su crecimiento sumando 10.000 nuevas plazas. Sin embargo, la progresiva subida del número de afiliados a la Seguridad Social durante este tiempo (en más de cuatro millones) hace que esa proporción siga siendo residual.

“Los puestos que no se están cubriendo son aquellos que requieren una ocupación temporal y donde lo que existe es un problema de movilidad, ya que se localizan en zonas turísticas donde el precio de la vivienda se ha disparado. En esa medida el problema no es tanto retributivo por sí mismo, sino que se deriva de que con esa retribución no es posible hacer frente a los costes asociados al trabajo”, detalla Cruz. En su opinión, la hostelería o la construcción son, además, sectores muy ligados a la mano de obra extranjera, y donde tradicionalmente no han existido problemas para encontrar trabajadores, “porque si no, los flujos migratorios se hubieran visto afectados, y no ha sido así”.

La recuperación de la economía tras el varapalo de la pandemia se antoja como otro factor de cambio en el mercado laboral. “Estamos en un ciclo expansivo en el que se está creando empleo. Y ante este nuevo panorama, aquellos trabajos con peores condiciones laborales están siendo desechados debido a que existen alternativas mejores”, complementa Adrián Todolí, profesor de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social en la Universidad de Valencia. “Al mismo tiempo, también hay quien ha decidido mantenerse al margen del mercado porque las condiciones salariales que este le ofrece no le permiten evolucionar”, añade.

Dificultades para conciliar

Mezclar jornadas laborales interminables que dificultan la conciliación con bajos salarios es una combinación que ha provocado el rechazo de ofertas de empleo como las que ha venido ofreciendo tradicionalmente la hostelería. Un sector que, según datos de Infojobs, publicó más de 17.000 ofertas en el mes de abril, seis veces más que en el mismo mes del año pasado (2.541). La mayoría de ellas buscaban camareros (4.886), tres veces más que las que se ofertaron al inicio de año (1.571), convirtiéndose en uno de los diez puestos más demandados dentro del catálogo general. “Para ocho de cada diez aspirantes, el salario es fundamental para postularse a un trabajo. Y en sectores como el hostelero se ofrecen una media de 18.500 euros brutos al año, cuando el salario medio ofertado en 2021 fue de 24.555 euros”, explica Mónica Pérez, directora de Comunicación de la plataforma de búsqueda de empleo.

Pero la luz más intensa de la alarma que han encendido los empresarios apunta hacia la demanda a corto y medio plazo de perfiles técnicos, particularmente de aquellos con habilidades específicas dentro del ecosistema digital (ciberseguridad, análisis de datos, gestión de información en la nube). “En la última década, se ha duplicado la demanda de perfiles de informática e ingeniería, pero en ese mismo período se ha reducido más de un 26% el número de recién titulados universitarios en dichas materias”, analiza Valentín Bote, director de Randstad Research. “Muchas empresas han tenido que emprender recientemente sus procesos de transformación digital, una tendencia que se ha visto acelerada por la irrupción de la pandemia. Se trata de tecnologías muy punteras, que precisan de una formación muy específica, por eso es tan importante la formación continuada”, añade.

Desembolso de fondos

En este sentido, el Gobierno ha aprobado este mes el reparto de 1.239 millones de euros para formación profesional en 2022 ―la cifra anual más alta invertida hasta ahora en este ámbito―, con la que se busca mejorar la formación de los trabajadores, tanto de aquellos que ya tienen un puesto, como de quienes se encuentran en paro. Se trata de una entrega de fondos a los gobiernos autonómicos para que sigan desarrollando el Plan de Modernización de la Formación Profesional que se inició en 2020 con el objetivo de equipararla a la que ofrecen otros países como Alemania.

“El problema es que en España las empresas están acostumbradas a recibir directamente un perfil completamente formado, mientras que en países como Estados Unidos, Alemania, Japón o los nórdicos, es la propia empresa la que asume su formación. Por eso, como son ellas las que ponen el dinero, luego pueden decidir qué módulos son los que tienen que estudiar”, apunta Todolí. “Una de las cosas que no acaba de despegar en nuestro mercado de trabajo son los contratos formativos a pesar de la reforma de 2021. Esto sí que es una importante carencia que tenemos”, se suma Cruz. En abril se registraron 1.450.093 contratos, de los cuales 698.646, el 48,2% ―prácticamente uno de cada dos―, tenían carácter indefinido. Sin embargo, tan solo 6.428 fueron de formación, el 0,4% del total.

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Sobre la firma

Gorka R. Pérez
Es redactor de la sección de Economía y está especializado en temas laborales. Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Antes trabajó en Cadena Ser. Es licenciado en Periodismo por la Universidad del País Vasco y Máster en Información Económica de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.

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